Petro Poroshenko era ya un nombre conocido en Ucrania antes de este domingo, apodado zar del chocolate gracias a su compañía Roshen, que, además de producir dulces, respaldó económicamente en el 2004 la Revolución Naranja, que dio un giro pro-occidental al país. En el momento de aquella revolución, su emisora, el canal 5, informó en detalle sobre las manifestaciones que tuvieron lugar en Kiev, tal como lo hizo con las protestas que estallaron en el 2013 en la capital.
Pero el multimillonario no solo metió la cabeza en la política como promotor mediático y financista, sino también como actor directo: fue presidente del Consejo de Seguridad Nacional, puesto desde el cual apoyó un acercamiento hacia la Unión Europea (UE); ministro de Exteriores y ministro de Economía.
Su carrera comenzó en 1998, cuando ingresó en el Parlamento de la mano de los socialdemócratas. Los conflictos con la agrupación no tardaron en aparecer y Poroshenko decidió ser uno de los fundadores del Partido de las Regiones, de clara simpatía hacia Rusia. De hecho, esa misma agrupación fue la que llevó a la presidencia a Viktor Yanukovich, presidente destituido en febrero de este año por el levantamiento popular contra las políticas de su gobierno. Pero Poroshenko supo deslindarse a tiempo.
No estuvo mucho en el Partido de las Regiones, ya que las «diferencias» lo llevaron a desvincularse de la agrupación y a fundar su propio movimiento político, que apenas hace apariciones públicas. Durante la actual campaña electoral, Poroshenko, nacido el 26 de septiembre de 1965 y padre de cuatro hijos, optó por no recurrir al apoyo de una agrupación política.
Se estima que su forturna ronda los 1.300 millones de dólares (aproximadamente 1.000 millones de euros), y la cifra hace pensar a muchos ciuadanos que estarán en buenas manos si se trata de alguien que sabe cómo manejarse con el dinero. Su popularidad creció en los últimos meses de protesta, después de que se presentara como mediador entre los manifestantes y la policía. En el marco de las violentas tensiones entre separatistas prorrusos y el gobierno central, su figura logró colocarse como un factor de equilibrio.
No obstante, durante la campaña mostró cierta moderación en sus posturas: a diferencia de la ex primera ministra Julia Timoshenko, Poroshenko no promueve un rápido ingreso del país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y, si bien asegura que no dará el brazo a torcer ante los secesionitas armados en el este del país, dice apostar por el diálogo con Rusia.