¿Quién está poniendo bombas en Chile?

AFP

INTERNACIONAL

Después del atentado en un supermercado de la capital, otro artefacto estalló este miércoles en una estación de metro

10 sep 2014 . Actualizado a las 22:29 h.

Una nueva bomba de ruido estalló este martes en un supermercado chileno dejando un herido. Pocas horas antes, el lunes, se producía una enorme explosión en una estación del metro de Santiago, provocando el peor atentado de la historia reciente de Chile. Los chilenos ya miran nerviosos y con recelo cualquier bulto sospechoso que se encuentren en su camino y son muchos los que se preguntan: ¿Quién pone bombas en Chile?

En el ataque de la estación, que dejó 14 heridos, no hubo ningún tipo de aviso previo. Ni llamadas telefónicas, ni panfletos que dieran alguna pista sobre la autoría, ni ninguna figura sospechosa. La bomba casera, sin gran poder destructivo, fue introducida dentro de un basurero sin dejar ninguna señal que permitiera conocer el por qué de dicho ataque.

La vida aparenta seguir con normalidad en la capital del país, pero la incertidumbre y el miedo ha calado hondo en todos los chilenos. En las redes sociales circulan viralizados mensajes de origen desconocido que advierten continuamente de potenciales peligros.

Mientras tanto, las autoridades siguen sin tener ni una sola pista sobre la autoría de este o de los otros 200 artefactos caseros que han estallado en estos últimos cinco años en comisarías, bancos, iglesias o estaciones. Sucesos que no han dejado grandes destrozos o heridos graves y a los que hasta ahora no se les había prestado demasiada atención. «Hasta ahora, públicamente, no sabemos absolutamente nada de quiénes son los que cometen estos actos y sus motivos», aseguraba Claudio Fuentes, director de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales.

Las primeras hipótesis apuntan, repitió este miércoles el fiscal regional metropolitano sur, Raul Guzmán, a grupos «anarquistas», que son «antisistema, sin organización ni jerarquía», que usan como explosivo «pólvora negra de carácter artesanal, que puede elaborar cualquier persona».

Dada la complejidad del caso, y las pocas herramientas del servicio de inteligencia, Guzmán explicó que han solicitado ayuda internacional para desentrañar el misterio.

Especulaciones

«De un terrorismo especializado y profesional se espera que sus atentados sean de inmediato reivindicados, asociados a una causa y vinculados a condicionalidades que estos mismos grupos buscan imponer. En este caso eso es precisamente lo que no sucede», explica el sociólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Aldo Mascareno.

Entre las elucubraciones, muchos han citado la próxima conmemoración del golpe de estado que derrocó al presidente socialista Salvador Allende hace 41 años. «No me cabe la menor duda que los atentados obedecen a la antesala de la conmemoración del 11 de septiembre», explicaba el senador de la ultraderecha Iván Moreira, quien apuntaba directamente hacia la extrema izquierda. Durante estas fechas se suelen producir cada año actos de violencia, con barricadas, enfrentamientos con la policía en barrios pobres y balaceras, aunque por lo general ocurren de noche y nunca han tenido como blanco el transporte público y los ciudadanos.

En el extremo opuesto, el presidente del oficialista Partido Por la Democracia (PPD), Jaime Quintana, señaló que no se debía descartar la posibilidad de que se trate de grupos de extrema derecha, que buscarían desestabilizar al gobierno reformista de Michelle Bachelet. «Deben estudiarse las hipótesis de eventuales reactivaciones de grupos o de células de ex agentes de la dictadura (1973-1990)», afirmaba Quintana.

Algo más de confusión sumó un canal local de televisión, que vinculó el movimiento estudiantil y los encapuchados que actúan en las manifestaciones con el bombazo del metro, una acusación que fue tajantemente rechazada por la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), la anarquista Melissa Sepúlveda. «Repudiamos la criminalización del movimiento estudiantil», afirmó en su cuenta de Twitter.

A juicio de Fuentes, «hay agendas cruzadas con intereses que buscan tratar de explicar este fenómeno de violencia con demandas sociales y eso es un error». Para Mascareno, «si el silencio se mantiene y los atentados continúan, ya no hay que pensar que se trata de grupos poco especializados que están en los inicios de su actividad, sino más bien que el objetivo es precisamente permanecer oculto para hacer pensar públicamente que la responsabilidad puede estar en múltiples otros lugares menos en ellos». Por el momento, este miércoles un par de estaciones de metro fueron cerradas momentáneamente por falsas alarmas de bomba, un obstáculo más para volver a la normalidad.

«Podemos entrar en una lógica paranoica de ver en cada bulto una amenaza y la ciudadanía tiene que ser educada al respecto», advirtió Fuentes.