La pregunta clave en este momento es hasta cuándo durará el dinero
08 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El anciano trastea confuso con las teclas del cajero automático. Es la primera vez que maneja la tarjeta, porque hasta ahora nunca la ha usado, prefería ir a la ventanilla como siempre. Pero desde hace una semana no puede, los bancos están cerrados y solo es posible sacar dinero del cajero. Máximo, 60 euros. Pero es difícil, porque escasean los billetes de 20, y solo dan de 50. En la práctica ese es el verdadero límite, un grado más de restricción. Pero aún hay otros. El hombre se aleja del cajero abatido y sin dinero.
-Solo dan de 50.
-Pues saque 50.
-No puedo. Es que tengo menos en el banco.
El dinero contante se acaba en Grecia y de todos modos a muchos griegos ya les queda muy poco. Las colas en los cajeros son el termómetro de la progresiva erosión del sistema. Gráficamente, todavía más el cajero de plaza Syntagma, que está en los bajos de la destartalada sede del Ministerio de Economía y Finanzas.
Stratis, de 45 años y funcionario público, prueba a sacar 60 euros, pero le dan 50. Se gira para menear la cabeza a los que están esperando detrás. Luego lo intenta con la tarjeta de su mujer, pero no tiene éxito. «Es una que no usábamos nunca, de la misma cuenta, pero ahora la hemos buscado por toda la casa para poder sacar dos veces, porque el límite de 60 euros es por persona. Pero no funciona, debe de ser porque no la ha utilizado en los últimos seis meses y en ese caso queda cancelada», se lamenta. Tienen dos niños y de momento van tirando. No quieren pensar en qué pasará en los próximos días. Se vive día a día.
Empieza a no ser fácil hablar con la gente de las colas de los cajeros, porque a algunos ya les molestan los periodistas. Se sienten como monos del zoo y tampoco quieren mostrar en público sus penurias. En los cajeros del centro es frecuente ver cámaras. Las colas para la subsistencia, un elemento visual de países en conflicto o en vías de desarrollo, forman ya parte del paisaje en un país de la UE, y que lleva en ella desde 1981. Y Europa ya casi lo ha asimilado.
Robos en hogares
Katerina, de 70 años, jubilada, es una griega que vive desde hace años en Australia y ha vuelto estos días a su país. Sabía lo que se avecinaba y, como la mayoría, había tomado precauciones. En Grecia casi todo el mundo ha sacado antes el dinero del banco y lo tiene en casa. Por eso han aumentado los robos en hogares, dicho sea de paso. Esta mujer se trajo una reserva en la maleta pero pensaba luego tirar de los cajeros, porque su cuenta es extranjera y, en teoría, es estos casos no hay limitación de disponibilidad. «Pero no, no me dejan sacar. Es el tercer cajero que pruebo hoy. He ido pidiendo cada vez menos, a ver si había suerte y nada. Acabo de pedir 200 y tampoco». Ella cree que esto va para largo, pese a lo que diga el Gobierno, y que los bancos van a seguir cerrados todavía mucho tiempo. No se hace ilusiones.
A su lado está su amiga Ioanna, de 60 años, ama de casa. Cuenta que cada vez que va al cajero se pasa la espera musitando improperios y juramentos contra los políticos y la Unión Europea. «Nunca pensé que llegaríamos a esto», confiesa. Las dos amigas se van juntas, cogidas del brazo. Detrás de ellas aguarda una abogada de 56 años que admite no tener problemas económicos ni deudas. «Estoy tranquila, de momento, sacando día a día 50 euros, intentando no dejarme llevar por el pánico, pero la esperanza no me va a durar mucho tiempo», comenta.
Problemas en el barrio rico
Ciudad arriba, en el barrio adinerado de Kolonakis, se respira un ambiente distinto. También hay colas en los cajeros, pero en los cafés y terrazas el tema de conversación es de otro nivel. Aquí muchos juegan en otra liga. Lo que les preocupa son las cajas de seguridad de los bancos. Corre el rumor de que, en caso de emergencia, el Gobierno ordenará abrirlas e incluir el contante que encuentre dentro de ellas en las cuentas corrientes de sus dueños.
Es un sustrato de dinero oculto que afloraría como otra solución de urgencia, pero en este barrio conservador, donde la mayoría votó sí en el referendo, se palpa indignación. «Sería demasiado, pasarían la línea de hasta dónde puede llegar el Estado, y sobre todo un Gobierno de comunistas radicales», apunta un empresario náutico.
Una economía casi de guerra
En el plano de la gran economía nacional la situación empieza a ser dramática. Fábricas, industria y grandes compañías están prácticamente paradas, con sus cuentas bloqueadas y las importaciones paralizadas. Esto quiere decir que en breve, si no llega una solución para Grecia, pueden empezar a faltar bienes básicos.
Un empresario que importa cereales para piensos de animales cuenta que tiene tres barcos esperando para descargar en el puerto del Pireo desde hace cuatro días, pero no les puede pagar. «Esto es el PIB que se está cayendo día tras día, el país está parado y las empresas comienzan a tener graves pérdidas», asegura. En la psicosis general se llega a hablar de racionamiento. Si el cuadro sigue degenerando en Grecia pronto habrá una economía casi de guerra.
Muchas compañías extranjeras ya no aceptan los pagos con tarjeta de crédito de cuentas griegas, pues temen estar cobrando humo. Por ejemplo Apple y sus productos: no se pueden comprar canciones en iTunes o bajar aplicaciones en el iPhone. También varias compañías aéreas, que bloquean las operaciones por Internet e incluso exigen pagos al contado a agencias de viajes locales.
Un periodista griego hacía ayer esta reflexión: «Este verano había pensado con mi novia irnos de vacaciones y tener un hijo. Pero no nos vamos de vacaciones, ya no podemos, y de momento creo que tampoco tendremos un niño».