Tsipras prometió negociar un plan de ayuda mejor, tener un acuerdo en 48 horas y reabrir los bancos, pero las tres cosas han resultado falsas
11 jul 2015 . Actualizado a las 08:14 h.El salto mortal con pirueta de Alexis Tsipras lo ha dejado más o menos donde estaba, pero con el mérito de haberse ganado a su público, o al menos eso espera, y que le reconozcan su valor. En el referendo del pasado domingo el 61 % de los votantes griegos dijeron no al plan de ayuda de los acreedores que estaba sobre la mesa a finales de junio. Tsipras prometió negociar uno mejor, tener un acuerdo en 48 horas y reabrir los bancos. Las tres cosas han resultado falsas: el nuevo plan enviado a Bruselas es austeridad en vena con ajustes por 12.000 millones, ha transcurrido ya una semana agónica a la espera de la jornada decisiva de hoy y los bancos siguen cerrados.
Si hay acuerdo, Grecia obtendrá su tercer plan de rescate en cinco años. Unos 50.000 millones en tres años, que se sumarán a los 240.000 ya recibidos. Pero el otro cálculo que hace Tsipras es que cada uno de ellos ha significado la caída de un Gobierno. El del 2010 hundió al Ejecutivo socialista de Papandreu y el del 2012, al conservador de Samaras. El primer ministro de Syriza quiere sobrevivir y romper esa regla. Su baza es que ha peleado hasta el borde del abismo, que no ha tenido más remedio y que al menos no se ha bajado los pantalones a la primera.
Nuevos plazos e intereses
El único caramelo dentro de esta amarga medicina que puede exhibir ante los griegos, y al ala dura de su partido que le atosiga, es una próxima reestructuración de la deuda, con nuevos plazos e intereses. A partir de ahora, si finalmente la UE firma, empezará por tanto su particular batalla contra el desgaste interno, porque la cruda verdad es, como se preveía, que se presentan nuevos años de austeridad. Su primer reto es vender este plan a los que dijeron no tras montar el número del referendo. Si esto lo hubiera hecho uno de los Gobiernos anteriores, Atenas probablemente ya estaría en llamas. Y aún no debe descartarse.
A las medidas del plan que ya se conocieron ayer hay que añadir la apertura a las privatizaciones bloqueadas, como los puertos del Pireo y Salónica, los aeropuertos regionales y la zona de la vieja terminal de Atenas, aunque sigue dejando fuera el coloso eléctrico DEI, línea roja del núcleo duro de Syriza; se mantiene la impopular tasa sobre inmuebles durante el 2016; suben los impuestos societarios del 26 al 28 % y se gravan los bienes de lujo, como una tasa sobre los yates.