Los griegos sufren «empacho electoral»

L. A. ATENAS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

LOUISA GOULIAMAKI | AFP

Los griegos saben que los políticos no podrán hacer nada, así que en estas elecciones no les importa lo más mínimo el resultado

20 sep 2015 . Actualizado a las 09:41 h.

Millu Anastasia acude cada día a la misma hora a tomar su frappé en uno de los bares que descansan bajo el Partenón. Tiene 87 años, camina a duras penas pero nunca ha dejado de bajar a tomar su café. Tenía 46 años cuando votó por primera vez después de la dictadura de los coroneles. Sus ojos han visto pasar hasta quince primeros ministros. A diferencia de la mayoría de los griegos esta traductora retirada no ha perdido el interés por unos comicios que se presentan como los más reñidos de la última década. Asegura que los ciudadanos griegos sufren de «empacho electoral».

«Ahora mismo lo importante es que el país se recupere, los griegos saben que los políticos no podrán hacer nada, así que en estas elecciones, como es normal, no les importa lo más mínimo el resultado», sonríe mientras lee atentamente un conocido periódico heleno. En una mesa cercana discuten de la cita en las urnas, la tercera en menos de un año. «No voy a ir a votar, el billete de avión me cuesta 100 euros», reclama uno de los comensales. Es otra de las dificultades a la que se enfrentan los votantes, al no haber voto por correo. Atenas aglutina casi la mitad de habitantes que tiene el país, pero muchos están empadronados en sus ciudades de origen, trasladarse supone un gasto adicional que ahora mismo no se pueden permitir.

«Ninguno va a cumplir»

Es fácil encontrar indecisos a menos de doce horas para que abran los colegios electorales. Es el caso de Evi, estudiante de arquitectura. Esta será la primera vez que ejerza su derecho al voto y confiesa estar «muy perdida». «Si ninguno va a cumplir nada de lo que dice, para qué voy a votar. Syriza está ya más a la derecha que con el pueblo. Lo único que tengo claro es que respeto a Tsipras pero tenemos un corralito», y sigue dando argumentos que se contradicen. Los institutos coinciden en que el porcentaje de indecisos y de abstención es elevado, entre el 1 0% y el 15 %.

Además del cansancio político hay otro sentimiento que impera entre los que votaron en enero a Syriza, la desilusión. «Voté a Syriza esperando un cambio y acabó aceptando todo lo que le pidió Alemania», explica Kostas, un jubilado del sector privado. Alexis Tsipras no ha cumplido su promesa de acabar con las políticas de austeridad, firmó el tercer rescate, y eso es algo que muchos de sus votantes no le perdonan.