Batalla campal en Colonia durante una marcha ultra por los ataques a mujeres
INTERNACIONAL
Merkel presiona para retirar el derecho de asilo a los refugiados que sean condenados
10 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«No es no», rezaban las pancartas. El sábado al mediodía cerca de un millar de mujeres se concentraban en la catedral de Colonia, frente a la estación de tren donde la pasada Nochevieja muchas de ellas fueron víctimas de acoso, robo y agresiones sexuales por parte de grupos de hombres de apariencia extranjera. Un par de horas más tarde, las protestas contra la violencia machista perdían peso y el lugar se convertía en escenario de una batalla campal. Unos 1.700 miembros de los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) y de la formación ultraderechista Pro Köln llevaron su ideario xenófobo hasta el lugar de los hechos, legitimados por la presunta implicación de refugiados procedentes de África y Oriente Medio.
Unos 1.300 antifascistas les recibieron bajo el grito de «Fuera nazis», provocando al grupo de ultras violentos, identificado por los medios locales como «Hooligans contra Salafistas», que comenzaron a lanzar botellas y petardos a la policía. Los agentes respondieron con cañones de agua, gas pimienta, y finalmente disolvieron la convocatoria poco después de iniciada. «Reinaba un ambiente agresivo y caldeado», explicó un portavoz de la policía, que desplegó 1.700 efectivos antidisturbios para evitar enfrentamientos entre bandos.
Entretanto, las autoridades confirmaron ayer que el número de denuncias recibidas por agresiones en masa contra mujeres durante la última noche del año en trece ciudades alemanas ha aumentado de las 170 iniciales a 379. El 40 % son por agresiones sexuales. Según el comunicado, la mayor parte de los individuos que investiga la policía proceden de países norteafricanos y son «solicitantes de asilo y personas que se encuentran de manera ilegal en Alemania». Ello confirmaría la tesis del ministerio del Interior, que hace dos días habló de 32 agresores identificados, de los cuales 22 serían refugiados.
Esta revelación ha impulsado un viraje radical en la actual política migratoria del Gobierno alemán. «Colonia lo ha cambiado todo», aseguró el primer ministro de Hessen y vicepresidente de la CDU, Volker Bouffier. Por su parte, el ministro de Interior Thomas de Maizière advertía de que ahora ya no solo vienen «buenos» refugiados. La CDU aprobó ayer la denominada Declaración de Maguncia, en la que plantea retirar el derecho de asilo a los refugiados condenados tanto a penas de prisión como a libertad condicional, además de reducir los límites para la deportación de delincuentes extranjeros.
«Son repugnantes actos criminales que exigen respuestas decididas», defendió la canciller al finalizar la reunión de dos días de su formación. Convencida de que los ciudadanos exigen «hechos» y no solo palabras, Merkel confía ahora en que su socio de gobierno, el SPD, dé luz verde a la propuesta, que de entrar en vigor, obligaría además a los extranjeros a firmar «acuerdos vinculantes de integración» y daría mayor margen a la policía para realizar controles.
Sin embargo, la dama de hierro insiste aún en no cerrar las fronteras ni fijar un límite de llegadas para este año.
El movimiento racista que capitaliza la crisis migratoria
Pegida nació el 20 de octubre de 2014 en Dresde. Esta ciudad del este de Alemania pasó a convertirse en bastión del movimiento islamófobo, que no se registró de manera oficial hasta el 19 de diciembre de ese mismo año. Los atentados de enero de 2015 contra Charlie Hebdo en París dieron alas a los denominados Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente, que pronto se extendieron como una plaga por otras ciudades alemanas, dando origen a subdivisiones. Kögida en Colonia, Bärgida en Berlín, y así sucesivamente.
Con la llegada de la primavera, Pegida (por sus sigas en alemán) perdió fuelle. Pero el incesante flujo de refugiados que ha acogido la locomotora europea desde el verano ha resucitado al movimiento, que a raíz de las recientes agresiones a mujeres en Colonia podría cobrar más fuerza que nunca. Según varios estudios, el miembro de Pegida es un hombre de 48 años de clase media y con buen nivel educativo. El líder, Lutz Bachmann, ha sabido aprovecharse de la inseguridad creciente entre la población alemana y sus dudas en torno a la gestión de la crisis migratoria.
Desde su fundación, cada lunes, Pegida ha sacado a pasear su retórica agresiva contra los extranjeros, hasta que la prensa y los políticos han dejado de denominarles islamófobos para calificarles como radicales de ultraderecha. Aunque el ministerio de Interior insiste en que el derecho alemán impide prohibir a Pegida, la fiscalía de Dresde ya ha abierto diligencias en numerosas ocasiones contra su dirigente así como contra varios miembros por incitación al odio. Pegida no solo ha arremetido contra los refugiados, sino también contra los políticos que defienden la política de acogida. Por ejemplo, Bachmann llegó a comparar al ministro de Justicia, Heiko Maas, con el líder de la propaganda nazi, Joseph Goebbels.