La luna de miel lusa se apaga

begoña iñiguez LISBOA / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Aparecen los primeros desencuentros en la alianza formada por socialistas, comunistas y Bloco de Esquerda

17 may 2016 . Actualizado a las 12:43 h.

Los desencuentros entre el Gobierno socialista luso de Antonio Costa y sus socios del Partido Comunista y del Bloco de Esquerda, hermanado con Podemos, han aumentado en las últimas semanas, dejando al descubierto la fragilidad de la alianza. El acuerdo histórico permitió a Costa hace seis meses tumbar en el Parlamento a la coalición de centro derecha de Passos Coelho y acceder al poder pese a no haber ganado las elecciones. Pero la denominada como «gerigonça», una solución parche en la que los comunistas y bloquistas se han negado a formar parte del Ejecutivo limitándose a apoyarlo desde fuera, en el Parlamento, no atraviesa por su mejor momento. Pasada la euforia inicial, tras derribar a la derecha, las tres formaciones de izquierda tienen que rendir cuentas a su electorado y cumplir sus programas, lo que las lleva a divergir públicamente en cuestiones claves como la educación, la política económica, la banca o la relación con la UE.

La voz de alarma saltó en uno de los últimos plenos en el Parlamento cuando la líder del Bloco, Catarina Martíns, mostró sus armas, como si estuviera en la oposición, contra el ministro de Finanzas, Mario Centeno, poniendo en entredicho la posición del Ejecutivo en dos asuntos gruesos: la intervención del BANIF (Banco Nacional de Funchal) y la posterior venta al Santander, así como en el caso del Novo Banco, surgido tras la intervención del BES (Banco Espírito Santo). Tanto el Bloco como el Partido Comunista no paran de lanzar sus dardos contra «la creciente españolización de la banca lusa» que ha suscitado mucha polémica en Portugal.

Otro de los garbanzos negros que hace tambalearse a la frágil alianza de izquierda lusa es la renegociación de la deuda que exige el Bloco de Esquerda y será uno de los temas estrella de su próximo congreso. Dicha confirmación surge en un momento delicado para Portugal en su relación con Bruselas, ya que la Comisión analiza con lupa el programa de estabilidad y crecimiento luso. Costa ha reconocido «la existencia de un plan B de ajustes si la UE lo exige», pero comunistas y bloquistas han asegurado que no darán luz verde a más recortes.

La última piedra en el zapato para Costa es la polémica surgida tras anunciar el fin de los acuerdos de colaboración entre el Estado y los colegios privados, muchos de ellos pertenecientes a la Iglesia Católica. La decisión ha motivado manifestaciones, críticas de la derecha y de la Conferencia Episcopal, además de suscitar la intervención del presidente de la República, Rebelo de Sousa, pidiendo «dialogo y sentido común para llegar a un acuerdo».