Y para calmar las aguas, la hija del reverendo

mariluz ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

ANDY RAIN | EFE

Sus defensores sostienen que está en condiciones de mejorar las políticas sociales y reducir la desigualdad

12 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras tomaba el desayuno en Oxford, Theresa Brasier le dijo a su amiga Alicia Collinson que algún día sería primera ministra del Reino Unido. Era el año 1974. Aquel sueño de juventud se hará realidad mañana. Theresa May (Eastbourne, 1956), relevará a David Cameron al frente del Ejecutivo británico en un momento crucial para el país.

May es la hija única del reverendo anglicano Hubert Brasier. Puede que, precisamente por eso, su brújula es más moral que ideológica. Sus defensores sostienen que, después de una etapa de duros recortes, está en condiciones de mejorar las políticas sociales aplicadas por el Ejecutivo y reducir la desigualdad que llevó a muchos a apoyar el brexit en las urnas. Sus detractores se preguntan por qué decidió adoptar un perfil bajo en la campaña del referendo. Ella ha dicho en más de una ocasión que «la UE está muy lejos de ser perfecta».

May no tiene hijos, como bien se encargó de recordar en una entrevista concedida a The Times, Andrea Leadsom, su rival en esta carrera por el poder. Y se quedó bastante pronto sin padres. Hubert Brasier murió un domingo por la tarde, de camino a la iglesia. Su Morris marina chocó con un Range Rover. Zaidee, la madre que alimentó la ambición política de su única hija, fue víctima de la esclerosis múltiple, y se apagó tres años después. Theresa se quedó huérfana con 25 años. Su ancla desde entonces es su marido, Philip May. Los dos se formaron en Oxford y se conocieron en una discoteca frecuentada por estudiantes conservadores. Fueron presentados por Benazir Bhutto, que más tarde se convertiría en primera ministra de Pakistán.

Geografía en Oxford

En sus tiempos universitarios era una de las reinas del debate. Después de graduarse, comenzó a trabajar en el Bank of England. No deja de ser irónico que May estudiara Geografía, ya que asumirá las riendas de un país cuyas fronteras y configuración están en cuestión. Sembró la incertidumbre al declarar que su Gobierno no podría garantizar el derecho a la permanencia en el Reino Unido de los expatriados de la UE. Esto también se interpreta como un quid pro quo, un guante lanzado para negociar la situación de los británicos que residen en otros países europeos. Pero May ha sido tajante sobre la nueva situación de su país: «Brexit significa brexit? No debe haber intentos de permanecer en la UE, ni intentos para volverse a integrar por la puerta de atrás». Insiste en que no quiere elecciones anticipadas ni presupuestos de emergencia y no pretende apretar el botón del artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, que activa la salida, hasta final de este año.

Más Brown que Thatcher

La comparación con Margaret Thatcher es inevitable. Pero el diario The Guardian recoge que May es más Gordon Brown que Thatcher. Los conservadores han optado por una figura que no despierta ni odios encendidos ni amores desaforados. Una calma fría en plena tormenta. Menos carisma. Más puentes para negociar con Bruselas, con Escocia y hasta con las diferentes facciones tories, también enfrentadas por el brexit. Menos audacia. Más estabilidad. Exige lealtad a sus subordinados y más de uno admite que es «una mujer difícil» a la hora de negociar. Pero en el entorno de May señalan también que es una política atípica, porque nunca le ha importado si le cae bien o mal a la gente. En el Partido Conservador formó parte de diferentes Gobiernos en la sombra durante años. No se alineó de forma clara con ninguna de las facciones de la formación. Defendió que ganaran peso las mujeres y los políticos de minorías étnicas para renovar el partido y se ha declarado a favor del matrimonio homosexual. Ha salido indemne de un cargo complicado, el de ministra de Interior y ese es uno de sus grandes avales, su experiencia en primera fila política sin haber cometido ningún error grave. Aunque los que apoyan el discurso xenófobo la acusan de no haber logrado frenar el flujo de inmigrantes en los últimos años.

Le encanta cocinar y tiene más de cien libros de recetas. Su chef favorito, Yotam Ottolenghi, un israelí afincado en Londres que se ha convertido en un apóstol de los vegetarianos. Sobre su mesa ahora tiene un menú repleto de dificultades. Ella no abrió la caja de Pandora, pero tendrá que intentar cerrarla. La hija del reverendo intentado calmar las aguas.