Londres sigue sin aclarar cómo se irá de la UE pasados cien días del «brexit»

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ANDY RAIN | EFE

Theresa May no sabe cómo evitar los efectos adversos que acarreará la salida

01 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«El brexit va camino de convertirse en el no-suceso del año», asegura con ironía el experto del think tank CEPS, Daniel Gros. Han pasado 100 días desde que los británicos manifestaron en las urnas su deseo de romper con la UE, pero el Gobierno de la primera ministra, Theresa May, sigue sin presentar los papeles del divorcio a sus socios europeos. Se extiende el malestar entre la clase empresarial y política del país por la falta de previsión del nuevo Ejecutivo, por su inacción y sobre todo por la incertidumbre. También crece la estupefacción en algunos países europeos por el hecho de que, además, los británicos pretendan seguir influyendo en asuntos de la Unión, como la defensa común, con el fin de entorpecerla. 

¿Por qué no pulsan el botón de salida?

Londres no quiere iniciar la cuenta atrás. En el momento en el que invoque el artículo 50 del Tratado de Lisboa arrancarán las negociaciones de salida con los 27, y para eso tiene que estar preparado. Es lo que intenta hacer May, sin demasiado éxito por ahora. Su Gobierno no tiene claro qué estrategia seguir. Ninguna puede evitar que la economía salga dañada tras abandonar el bloque. El Ejecutivo está dividido. Hay quienes prefieren un acuerdo suave con la UE para garantizar el acceso al mercado único y quienes prefieren una ruptura abrupta en la que se imponga el interés por restringir la libre circulación de personas. Las cuentas no le salen a May, quien cree que Reino Unido no estará preparado para apretar el botón de separación antes del primer trimestre del 2017.

¿Influyen las elecciones del año próximo? 

Con toda seguridad. Una de las razones que explican la demora es el deseo de los británicos de dividir a los socios europeos antes de negociar los términos de salida para conseguir un trato ventajoso. Y las elecciones en Alemania, Francia y Holanda en el 2017 añaden un factor desestabilizador en la UE que no se les escapa. Reino Unido no quiere iniciar conversaciones hasta saber con quién deberá sentarse a negociar en los próximos dos años. Al margen del calendario, lo que sí se sabe es que a los británicos les saldrá caro el divorcio. Solo en negociaciones se dejarán 75 millones de euros al año. Sin contar los costes a cargo del PIB (0.2-0.3 % anual a lo largo de la próxima década).  

¿Qué estrategia sigue la UE?

Los 27 tratan de cerrar filas y  evitar la tentación de barrer cada uno para casa. No será fácil mantener la unidad. El deseo de Alemania de sellar un divorcio amistoso contrasta con la beligerancia de otros socios como Italia. Su primer ministro, Matteo Renzi, advierte de que «será imposible dar a los británicos más derechos que a otros países fuera de la UE». Los países de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa) quieren un buen trato a sus ciudadanos residentes en el Reino Unido y amenazan con tumbar cualquier acuerdo que no garantice la libre circulación. Hay algo en lo que están de acuerdo. En que Londres debe activar el botón de eyección de inmediato. Bruselas insiste en que la incertidumbre solo beneficiará a los partidos euroescépticos. El ex comisario de Comercio, Michel Barnier, inicia el próximo lunes la primera ronda de contactos con las capitales europeas para articular una única voz frente a Londres. 

¿Ha sido el «out» tan terrible como se temía?

No. Más allá de la caída de la libra a niveles de los años 80 y la bajada de tipos de interés, el referendo no ha tenido un impacto duradero. Los mercados se revolvieron las primeras semanas para volver a la normalidad. «Sorprendentemente la inversión permanece sólida», asegura Gross quien indica que lo peor está por venir. En su opinión, «es la salida del mercado único y no el resultado del brexit lo que traerá pérdidas».