La Guardia Nacional siembra el terror en Caracas y dispara a edificios por la noche

pedro garcía otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

IVAN ALVARADO | Reuters

Zonas de la capital tradicionalmente afectas al chavismo se unen a las protestas contra la represión

30 jun 2017 . Actualizado a las 07:32 h.

Otros cuatro jóvenes, como mínimo, fueron asesinados en Venezuela durante la represión contra el trancazo nacional convocado por la oposición el pasado día 28, pero la violencia no quedó ahí. La Guardia Nacional y colectivos paramilitares sembraron el terror la última noche, disparando contra edificios en zonas populares de la capital, algunas de ellas muy cercanas al Palacio de Miraflores, ante el auge de las protestas de residentes en esos sectores tradicionalmente afectos al chavismo. Un quinto joven, baleado el lunes en otra protesta, también murió. De este modo ascienden a 83, cuatro de ellos militares, los muertos en 90 días de movilización y enfrentamientos. Según la oenegé Foro Penal Venezolano, ya van más de 15.000 heridos desde que comenzaron las protestas a finales de marzo.

Lejos de ceder al miedo, los manifestantes contra el Gobierno volvieron a montar ayer marchas hacia las sedes del Consejo Nacional Electoral, al que la oposición acusa de haber obstaculizado el referendo revocatorio contra el mandatario mientras promueve la Asamblea Nacional Constituyente sin un referendo consultivo previo, contra lo establecido en la propia Constitución. Nuevamente, se registraron decenas de heridos, principalmente en Caracas. «Seguimos firmes y en las calles», señaló el diputado Freddy Guevara, de Voluntad Popular, que se ha convertido en el principal portavoz de las convocatorias opositoras. En las protestas de ayer resultó lesionado uno de sus colegas, Guillermo Palacio, en Barquisimeto, quien recibió un impacto de perdigones en el abdomen. Se encuentra fuera de peligro.

El Gobierno venezolano, en tanto, continuó con su ofensiva diplomática. Convocó al cuerpo diplomático acreditado en el país a visitar el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para mostrar los daños que causó el ataque del helicóptero tripulado por el inspector Oscar Pérez, que lanzó tres lacrimógenas y varios disparos a la sede de la institución. El nuevo canciller, Samuel Moncada, pidió a los embajadores «transmitir a sus países lo que han visto», y lamentó que pocos embajadores (principalmente los de aliados como Turquía, Cuba, Bolivia y Nicaragua) hayan acudido a su llamada, señalando que hay «una campaña para ocultar lo ocurrido con el helicóptero». «Hubo más daños anoche en Caricuao (una zona popular de Caracas) que en el TSJ», ironizó en respuesta el dirigente opositor Henrique Capriles. Se refería a situaciones que no se registraron solo en ese sector, sino en decenas de parroquias de la ciudad, con manifestantes en la calle que fueron reprimidos por la Guardia Nacional y por «colectivos», que, al menos en el caso de Caricuao (un complejo de 20.000 viviendas públicas al suroeste de la capital), ametrallaron fachadas. Las protestas se registraron incluso en Lídice, un barrio popular que se encuentra al lado del palacio de Miraflores. «Las detonaciones se escuchaban por todos lados y la gente se cansó de la represión. Por eso bajaron a la calle y trancaron la avenida principal», señaló Génesis Herrera, periodista residente de la urbanización Caricuao despertó. Igual lo hicieron otras zonas populares de Caracas, señaló Jesús Torrealba, exsecretario de la Mesa de la Unidad, en un programa de radio. «Maduro tiene que estar desesperado, porque eran esos sectores populares, en otros tiempos, los principales aliados del chavismo», afirmó.

Dando muestras de que no se rinde ante el acoso al que está sometida, la fiscal general dio ayer un paso más en su pulso con el Gobierno y citó como imputado al ex comandante general de la Guardia Nacional Bolivariana, general Antonio José Benavides Torres por la presunta comisión de «violaciones» de los derechos humanos durante las protestas.

Las burlas al piloto se tornan admiración

Dos días después del ataque del piloto policial Oscar Pérez a las sedes del Ministerio del Interior y el Tribunal Supremo, el escepticismo inicial de los medios, que calificaron los ataques como una farsa del Gobierno para justificar un autogolpe, parece disiparse. Gana cuerpo la versión de que Pérez no actuó solo y de que atacó para mostrar las vulnerabilidades del Ministerio de la Defensa. El funcionario abrió una nueva cuenta en Twitter, que las autoridades no han podido rastrear, y contó detalles sobre los ataques, señalando que «lo que hice con el helicóptero es una pequeña demostración de lo que podemos hacer por Venezuela». Según un compañero de trabajo, una de las habilidades de quien la prensa ha denominado como el «Rambo venezolano» es usar la web profunda y redes virtuales privadas para no ser hallado. Tras el hallazgo del helicóptero, en una zona costera cercana a Caracas, se especula con que el funcionario, en paradero desconocido, puede haber tenido contactos que lo sacaron del país por vía marítima. El Gobierno venezolano, que insiste en calificarlo de «terrorista», ha solicitado a Interpol su captura.