El «bloque negro» siembra el caos

J. C. B. BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

La situación se hizo tan peligrosa que la policía necesitó la ayuda de comandos especiales armados

09 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Decenas de miles de manifestantes despidieron ayer la cumbre del G-20 con una marcha pacífica, que se vio esporádicamente ensombrecida por los brotes de violencia de radicales encapuchados que atacaron a policías antidisturbios. Bajo el lema «Solidaridad sin fronteras en vez de G-20», los participantes en la protesta marcharon acompañados de música por varias calles de la ciudad hasta alcanzar la Millerntorplatz, donde los organizadores hablaron de 76.000 asistentes, mientras la policía cifró la asistencia en 22.000. «La gente que se reunió allí atrás toman decisiones que no están legitimadas democráticamente. La democracia está aquí», dijo el organizador del acto, el político de La Izquierda, Jan van Aken. La marcha contrastó con los acontecimientos de la noche anterior.

El caos, con incendios provocados de barricadas y vehículos, roturas masivas de escaparates, ventanas y mobiliario urbano, y saqueo de comercios, fue de nuevo el protagonista de la segunda noche de disturbios en el histórico y céntrico barrio del Schanzenviertel, que amaneció devastado tras la actuación vandálica de grupos de encapuchados del llamado «bloque negro». La situación se hizo tan peligrosa, según la policía, que los antidisturbios intervinieron sobre la media noche apoyados por comandos especiales armados, que ocuparon edificios y tejados para proteger a sus compañeros de posibles ataques. La policía tardó más de tres horas en controlar la situación en un barrio tradicionalmente de izquierdas en el que se habían hecho fuertes más de 1.500 activistas violentos. Entraron apoyados por cañones de agua y tanquetas con palas para abrir camino. Varios agentes resultaron heridos en la operación, en la que se practicaron docenas de detenciones.

Angela Merkel condenó la «violencia desatada» de los grupos radicales y afirmó que «quien actúa así se excluye de nuestra comunidad democrática». La canciller anunció además indemnizaciones urgentes por parte del Estado y Hamburgo para las víctimas de los disturbios y aseguró que la cuestión no es si habrá ayudas, sino cómo hacerlas efectivas.

El gobierno de coalición socialdemócrata-verde de la ciudad-Estado fue objeto de duras críticas por parte de los habitantes del Schanzenviertel, que dijeron sentirse desamparados y vieron horrorizados cómo destruían sus comercios y automóviles. Muchos denunciaron haber sido golpeados y maltratados por encapuchados cuando intentaban proteger sus bienes. La oposición cristianodemócrata y liberal acusó al alcalde-gobernador, Olaf Scholz, de fracasar a la hora de garantizar la seguridad de los ciudadanos de Hamburgo y haber infravalorado la capacidad destructiva de los activistas del «bloque negro».