Olaf Scholz, el pupilo derechista de Schröder

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Bernd von Jutrczenka | DPA

El nuevo ministro de finanzas alemán sustituye a Schauble

09 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque el futuro ministro de Finanzas y vicecanciller es un desconocido fuera de las fronteras alemanas, su carrera en casa ha sido meteórica. Nacido en Osnabrück en 1959, Olaf Scholz es considerado un pupilo del último jefe de Gobierno socialdemócrata, Gerhard Schröder. Bajo su batuta fue elegido secretario general del SPD entre 2002 y 2004, período durante el cual impulsó la Agenda 2010, el catálogo de reformas que liberalizó la economía para generar empleo precario y sembró la semilla de la actual crisis de identidad de la formación.

Además, Scholz ha sido siempre muy crítico con La Izquierda, que surgió de la escisión del SPD. Incluso varias veces llegó a afirmar que se trata del partido más lejano a su ideología de todos los que conforman el tablero alemán. Todo ello le sitúa claramente en el ala más derechista de la socialdemocracia. Algo que volvió a quedar claro cuando, tras haber sido nombrado titular de Trabajo durante la primera gran coalición dirigida por Merkel, en 2005, diseñó la ley que retrasaba la edad de jubilación hasta los 67 años.

Su talante pragmático ha sido aplaudido por muchos conservadores, que le definen como un socialista «de confianza». Pero en ocasiones también se le ha achacado su falta de flexibilidad e imaginación a la hora de gestionar crisis. Como la que se desató en julio con los disturbios registrados durante la cumbre del G20 en Hamburgo, la ciudad de la que Scholz era alcalde-gobernador. No en vano, sus declaraciones tajantes le han valido el sobrenombre de «Scholzómata».

Parece poco probable que, con él al timón, la cartera de Finanzas vaya a cortar de forma radical con la «Sparpolitik» que practicaba Schäuble. Sin embargo, aún hay esperanza para los vecinos europeos, pues Scholz también implementó la jornada reducida subvencionada para evitar que el paro se disparase durante la recesión del 2008. “Estaba dispuesto a gastar dinero cuando lo consideraba políticamente necesario» sin importarle la financiación, asegura el analista Chistoph Kapalschinski.

Crecen las críticas a Merkel en la CDU por sus cesiones al SPD

Alivio en Bruselas y encontronazos en Berlín. Así podrían resumirse las primeras reacciones al acuerdo firmado el miércoles por la CDU/CSU de Angela Merkel y el SPD de Martin Schulz para reeditar la gran coalición y poner fin a la incertidumbre que reina en el país, huérfano de Gobierno desde las elecciones de septiembre. Un pacto que prevé restricciones a la inmigración además de un nuevo rumbo en política europea alineado con las propuestas de París, y que resta poder a la canciller, que ha tenido que ceder ministerios capitales.

«¡Puf, al menos aún tenemos la cancillería!», ironizaba en Twitter Olav Gutting, abogado de la CDU. Pese a haber sido el más votado, el partido ha de conformarse con 5 de las 14 carteras: Defensa, Sanidad, Educación, Agricultura, y Economía y Energía. El SPD ganó el pulso, al quedarse con las de Justicia, Familia, Medio Ambiente, Trabajo y Asuntos Sociales, Finanzas e incluso Exteriores, que pasará a manos de Schulz, quien deja la jefatura socialista. «El diseño del gabinete es un error político», aseguró Christian von Stetten, otro cristianodemócrata.

El correligionario de Merkel y presidente del grupo parlamentario que defiende los intereses de las pymes se refiere a la pérdida del todopoderoso ministerio de Finanzas, que estuvo gobernado con firmeza los últimos ocho años por Wolfgang Schäuble, artífice de la austeridad. El traspaso levanta ampollas en la bancada conservadora que, alérgica al gasto, rechaza el plan socialdemócrata de financiar una Europa solidaria para fomentar el crecimiento. Sin duda, las reticencias saldrán a relucir en el congreso del día 26, en el que los 1.000 delegados de la CDU están llamados a votar el acuerdo.

La cúpula de su hermana, la CSU bávara, dio ayer el visto bueno al documento de 177 páginas, en el que impuso un tope máximo de refugiados. «Hemos previsto muchas cosas buenas para la gente», defendía su líder, Horst Seehofer, que se encargará de la cartera de Interior, precisamente la que coordina el asilo. Los socialcristianos de Baviera, el Land por el que más inmigrantes entraron al país desde 2015, se responsabilizarán también de Transportes y Desarrollo y Cooperación.

Más incierto se perfila el resultado de la consulta vinculante que el SPD celebrará entre sus casi 464.000 militantes. El proceso arrancará previsiblemente el día 20 y concluirá el 4 de marzo. Solo entonces se sabrá si Alemania cuenta o no con nuevo Ejecutivo. El ala iquierdista del partido continúa recabando apoyos para el no a la gran coalición. Ayer, el jefe de las juventudes socialistas, Kevin Kühnert, criticaba el acuerdo, en el que el SPD no logró la reunificación del sistema sanitario público y privado que tanto ansiaba.