La UE niega el apoyo explícito a los ataques

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Los habitantes de Duma intentan sobrevivir en medio de las ruinas en que ha quedado la ciudad tras años de asedio
Los habitantes de Duma intentan sobrevivir en medio de las ruinas en que ha quedado la ciudad tras años de asedio OMAR SANADIKI / REUTERS

La jefa de la diplomacia europea admite que la solución al conflicto está «más alejada que nunca»

17 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La Unión Europea se negó este lunes a manifestar su apoyo explícito a los ataques aéreos del Reino Unido, Francia y EE.UU. contra instalaciones de producción y almacenamiento de armas químicas en Siria el pasado fin de semana.

Los bombardeos, calificados de «selectivos» por los 28 ministros de Exteriores de la UE, despertaron sentimientos encontrados en la reunión que mantuvieron los diplomáticos en Luxemburgo. El francés Jean-Yves Le Drian sacó pecho por la decisión de su país de sumarse a la ofensiva occidental y trató de ocultar las críticas de algunas cancillerías, como la griega, la irlandesa, la austríaca o la chipriota. «La UE y los Estados miembro nos han apoyado por la voluntad de prevenir y de disuadir del uso de armas químicas. La UE está unida en este momento de enorme gravedad», aseguró el galo.

Nada más lejos de la realidad. Aunque la UE reconoció en las conclusiones de la reunión que los bombardeos fueron «medidas específicas tomadas con el único objetivo de prevenir», los 28 fueron incapaces de cerrar filas sin ambages con británicos y franceses. La mayoría apuesta por la vía diplomática para poner fin al conflicto, que ya encadena ocho años de cruentos enfrentamientos y masacres de civiles. «La única solución posible es la política», aseguró el ministro de Exteriores holandés, Stef Blok, quien justificó la negativa de su país a participar asegurando que «nadie nos interpeló».

Su homólogo británico, Boris Johnson, defendió la decisión del Gobierno británico de emprender acciones bélicas y rechazó las críticas vertidas desde Moscú por una supuesta injerencia política. «No fue un intento de cambiar de régimen en Siria o de deshacerse de Al Asad. Fue una forma de decir que ya hemos tenido suficiente con el uso de armas químicas», sostuvo. España respaldó a Londres y ofreció apoyo logístico. El ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, insistió en extender la mano a los británicos: «Dijimos que apoyábamos (las medidas) por proporcionadas y legítimas, pero que no participaríamos», deslizó.

No tienen la misma opinión los belgas. Su ministro de Exteriores, Didier Reynders, dio la espalda a sus socios desmarcándose de los bombardeos: «No habrá solución militar en Siria. Si queremos una solución política debemos mantener el diálogo con Irán y Rusia. Las sanciones no son la primera prioridad», indicó haciendo de portavoz de la cancillería alemana. El ministro germano, Heiko Maas, se escudó tras el batallón de pequeños países que demandan mano izquierda para apoyar las negociaciones con Moscú y Teherán a pesar de que ambas capitales siguen protegiendo y amparando a Al Asad.  

Presión sobre Damasco

En vista de la división, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, tuvo que hacer malabares para justificar la acción unilateral de París y Londres al tiempo que remachaba la «vía política» como alternativa. La italiana se mostró muy pesimista. «La solución está más alejada que nunca», reconoció al término de la reunión antes de llamar a los 28 a presionar a Rusia e Irán para que fuercen la rendición de Al Asad. «La única forma de evitar que la crisis siria entre en una espiral más amplia y se convierta en una confrontación mundial consiste en ejercer más presión sobre el régimen sirio y sus aliados para que acuda a Ginebra a negociar», zanjó.

Alarma por el plan del régimen para volcar la mayoría suní con ingeniería demográfica

Entre el 7 de febrero y el 9 de mayo del 2014, el centro asediado de la ciudad de Homs, controlada entonces por los rebeldes sirios, se vació tras una serie de «transferencias forzadas de población», según el Instituto Sirio (TSI). Fueron auspiciadas por el régimen sirio, sus aliados rusos e iraníes ante la impotencia de Naciones Unidas, que se limitó a exigir garantías de que los ciudadanos no serían atacados. Esa operación se ha repetido decenas de veces desde que estalló la guerra civil en el país árabe en el 2011.

A partir de ese momento Siria se convirtió en el campo de batalla de las potencias regionales e internacionales, una contienda que están aprovechando algunos actores como Irán o el propio Gobierno de Bachar Al Asad para ejecutar un vuelco demográfico en Siria, todavía de mayoría suní. «Existe una fuerte preocupación por los informes sobre ingeniería social y demográfica en áreas a lo largo de toda Siria», admitieron este lunes los titulares de Exteriores de la UE en las conclusiones aprobadas tras el encuentro ministerial de Luxemburgo.

La advertencia no es nueva. Fuentes diplomáticas de Bruselas reconocían hace dos años que Teherán estaba repoblando zonas abandonadas por la oposición a Al Asad con comunidades de chiíes. Maniobras que continúan a día de hoy ante la inoperancia de la comunidad internacional y el bloqueo de Rusia en el Consejo de Seguridad, que impide sacar adelante resoluciones para poner fin al conflicto y a las maniobras que propicia.

Hasta 11 millones de sirios se han visto forzados a abandonar sus hogares. De ellos, 6.1 millones son desplazados internos. La UE cree que la gran mayoría tendrán enormes problemas para volver a establecerse en el territorio y recuperar sus casas cuando acabe la guerra. «Todos los refugiados sirios tienen que tener el derecho de volver al país», insistió ayer la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini. Esa es una de las condiciones que exige la ONU para abrir un proceso de transición política. La UE quiere garantías de que cualquier proceso de negociación culmina con un acuerdo para la formación de un Gobierno inclusivo en el que se tengan en cuenta las aspiraciones y derechos de la mayoría opositora al régimen.

Las operaciones de «limpieza» de Damasco obligaron a la Comisión Europea a tomar cartas sobre el asunto el año pasado. Bruselas puso en marcha un programa de 35 millones de euros para apoyar la «gobernanza institucional» en las zonas rebeldes. Una maniobra para apoyar y sostener a la población siria en sus enclaves. Mogherini advirtió ayer de que no habrá reconstrucción del país con fondos europeos si el Gobierno sirio continúa con esas prácticas «inhumanas». «La UE no se embarcará en ningún esfuerzo de reconstrucción que apoye la ingeniería demográfica y social», advirtió la Comisión. La presión no termina ahí. Los 28, de hecho, están dispuestos a estudiar nuevas sanciones contra Irán por propiciar ese vuelco poblacional exacerbando el conflicto sirio.