Sobrevivir a la trata de mujeres en Nigeria

Antía S. Aguado / C. R. LA VOZ

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Un informe divulgado por Human Rights Watch muestra cómo son rechazadas socialmente e ignoradas por el Gobierno al regresar al país africano

28 ago 2019 . Actualizado a las 12:36 h.

«Llevo aquí casi seis meses. Como, duermo y grito. No abren la puerta». La joven que articula estas palabras tiene 18 años. Podría estar narrando parte de su cautiverio, pero no lo hace. Muestra su día en un refugio de la Agencia Nacional para la Prohibición de la Trata de Personas (NAPTIP) en Nigeria. Privada de una libertad de movimiento, explica que no quiere quedarse allí. «Quiero irme a casa». Un deseo que ya ha trasladado a la agencia. Ella es solo una voz de las tantas mujeres que allí se encuentran.

Muchas son las nigerianas engañadas y forzadas a prostituirse, tanto en países africanos como europeos. Cada año, miles de ellas son detenidas de forma ilegal. Su calvario, lejos de terminar, prosigue acompañándolas. Rechazadas por la sociedad e ignoradas por el Gobierno. Un fatídico regreso a su país. Así lo denuncia Human Rights Watch (HRW) en su nuevo informe. Casi 80 testimonios de supervivientes, entrevistas a funcionarios y líderes de la sociedad civil, le ponen vida. Pidiendo al gobierno que actúe, exponen las violaciones de derechos humanos cometidas.

De Nigeria a Europa, a través de Libia. Años atrás, cuando las noticias sobre el tráfico de mujeres comenzaron a ser más recurrentes, las autoridades del país bañado por el golfo de Guinea habilitaron refugios en los que atender a las víctimas. Unos refugios donde sigue el infierno para las supervivientes. Con detenciones arbitrarias durante meses, y aisladas, no disponen de la atención psicológica adecuada. 

«Han sufrido abusos indescriptibles a manos de traficantes, pero una vez liberadas han recibido asistencia médica, asesoramiento y apoyo financiero inadecuados». Así de firme se ha mostrado Agnes Odhiambo. La investigadora de HRW no oculta su sorpresa al encontrar a supervivientes en deleznables condiciones: «Traumatizadas, encerradas detrás de portones, incapaces de comunicarse con sus familias durante meses».

Llegan a su hogar abandonadas. Solas, sin ningún tipo de ayuda externa para hacer frente a un estigma social. Repudiadas y acusadas por su propia familia al regresar «con las manos vacías» al entorno de pobreza extrema del que un día huyeron.

Reencontrarse no ha sido fácil para algunas supervivientes. Explotada sexualmente en Italia, cuenta, con tono de reproche, las palabras de su padre al volver a verla: «¿No ves a tus compañeras regresar con coches y construir mansiones?». Unas palabras duras, pero que pronto fueron superadas por las acciones de su progenitor. «Me echó de casa. Me dijo que no tenía derecho a quedarme bajo su techo».

La lucha sigue en Nigeria

A pesar de las difíciles circunstancias, la lucha de las autoridades nigerianas contra la crisis de trata deja muchas lagunas. Podrían hacer «un mejor trabajo escuchando a las supervivientes», asegura Odhiambo.

«Para terminar con el tráfico y romper los ciclos de explotación y sufrimiento, las supervivientes necesitan que el Gobierno las ayude a sanar del trauma del tráfico y a ganarse una vida digna», sentencia la experta en los derechos de las mujeres.

Cada año, los traficantes de personas se aprovechan de miles de nigerianas. La promesa de un empleo en el extranjero bien remunerado en el sector hotelero o doméstico, se queda en palabras vacías. En el camino, unas enormes deudas a pagar.

Pero la realidad lejos de los refugios, empeora por momentos. En los últimos datos disponibles, que se remontan al año 2017, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se constató un aumento. Más concretamente, un aumento del 600 % en el número de posibles víctimas del tráfico sexual. Llegadas a Italia por mar, la mayoría de estas proceden del estado nigeriano. Se estima que el 80 % de las mujeres y niñas son de Nigeria.

El pasado año el país africano desbancaba a la India como el país con mayor número de personas viviendo en pobreza extrema. Más de 99 millones. Si a esta preocupante cifra se le suma la exclusión, la desigualdad de género, la corrupción y la violencia, se desmboca en la realidad. Nigeria es un lugar predilecto para los traficantes.

De 1.454 a 11.009. Dos cifras separadas tan solo por dos años: entre 2014 y 2016. Un más que preocupante crecimiento del número de víctimas potenciales de la explotación sexual. Su destino, calles y burdeles de Europa.