La OTAN asume por primera vez el reto que plantea la pujanza militar china

Íñigo Gurruchaga WATFORD / COLPISA

INTERNACIONAL

Trump y Trudeau, en la cumbre de la OTAN
Trump y Trudeau, en la cumbre de la OTAN KEVIN LAMARQUE | Reuters

Trump se enrabieta por un vídeo en el que otros líderes aparecen mofándose de él durante la cumbre atlántica celebrada en Londres

05 dic 2019 . Actualizado a las 00:24 h.

En El americano impasible Graham Greene retrataba el daño que puede causar la gente henchida de buenas intenciones y ayer la cumbre de la OTAN que cerraba en la localidad inglesa de Watford, en las afueras de Londres, los actos de su septuagésimo aniversario fue sacudida de principio a fin por las peripecias del presidente imprevisible, Donald Trump. Pero no causó daños graves. 

Tras cancelar su prevista conferencia de prensa al final de la cumbre y regresar a casa antes, le grabaron quejándose como un niño: «Ya verás, ahora dirán que no he dado la conferencia de prensa. Qué gracioso he sido cuando he dicho que el tío tiene dos caras, ¿eh?». El tío era el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y efectivamente el presidente le había descrito como un falso por reírse de él.

El lugar del crimen es el palacio de Buckingham. La reina Isabel II recibe en el atardecer del martes a los dignatarios de los 29 países miembros de la OTAN. Una cámara de televisión con un micrófono a distancia graba la conversación que mantienen Trudeau, el presidente francés, Emmanuel Macron, los primeros ministros británico, Boris Johnson, y holandés, Mark Rutte, junto a la princesa Ana.

Bromas de Trudeau

En la grabación se oye a Johnson decir: «¿Por eso habéis llegado tarde?». «Sí -le responde Trudeau-, llega tarde porque se le ocurre improvisar una conferencia de prensa de 40 minutos». Efectivamente, Trump no paró de hablar desde su aterrizaje en Londres y llegó tan tarde al palacio que se produjo un malentendido entre Isabel II y su hija, Ana, que no sabía si tenía que unirse a los saludos a Trump y su mujer, Melania, o esconderse para acelerar el protocolo. Trudeau seguía contando a sus colegas las peripecias de su colega de Washington: «Su equipo le escuchaba con la boca abierta»

«Tiene dos caras»

Trump respondió por la mañana, tras un encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel. «Bueno, tiene dos caras», se quejó el presidente. «Pero, sinceramente, Trudeau es un tío majo, me parece un tipo muy agradable. Pero ya sabéis la verdad, le llamé la atención porque no está pagando el 2 % [del Producto Interior Bruto en gastos de defensa, como exige al resto de socios de la OTAN] e imagino que no le gustó mucho». Luego, cuando coincidieron en la foto de grupo, Trump compuso morritos que no abandonó en toda la jornada

Apaciguamiento

Esta comedia entre algunos de los hombres más poderosos del momento veló en los medios el contenido de la propia cumbre, que consistió en tres horas de reunión colectiva y entrevistas bilaterales. De hecho, comentaristas habituales sobre la Alianza Atlántica han afirmado estos días que la cita fue tan breve para evitar que un encuentro más largo contribuyese a dar visibilidad a los problemas internos de la organización. El comunicado final y las manifestaciones posteriores de los líderes mostraban, sin embargo, que se habían apaciguado las disputas públicas en «el único lugar en el que Europa y América del Norte debaten, deciden y actúan cada día juntos», según la descripción de su secretario general, Jens Stoltenberg. Precisamente uno de sus acuerdos es el inicio de una reflexión de largo plazo sobre la faceta política de la Alianza.

Macron quiso adueñarse de tal pacto, que presentó como consecuencia de su denuncia de la «muerte cerebral» de la OTAN. A esa reflexión estratégica el francés quiso añadir un nuevo papel para la UE como protagonista en la negociación de un nuevo tratado internacional sobre misiles nucleares, tras el abandono por Rusia y EE.UU. del anterior que prohibía los basados en tierra y de medio alcance, pero al que China no perteneció nunca

De los «gorrones» a China

La queja de Trump sobre la insuficiente aportación de los países europeos a su propia defensa -convirtiendo en «gorrones» el reproche de su predecesor, Barack Obama, a los colegas de la Alianza por su morosidad en el gasto militar-, ha tenido efectos; de esta forma, todos los países europeos y también Canadá están aumentando su gasto. La cumbre, además, trató por primera vez sobre China, como oportunidad y amenaza, así como sobre la importancia de la ventaja tecnológica, la hibridación de la guerra, etcétera.

Había tensión previa con el presidente turco, Tayyip Erdogan, tras ordenar este adquirir sistemas de defensa aérea rusos y poner en duda el principio fundamental de defensa recíproca, dado que el resto de aliados no considera terrorista a las milicias kurdosirias YPG, con las que han batallado contra el Estado Islámico en Siria. La cumbre confirmó que el sistema ruso adquirido por Ankara no puede integrarse con el de la OTAN. Por su parte, Francia, Alemania y el Reino Unido decidieron mantener más reuniones con Turquía con el mismo formato para gestionar las diferencias.