Impaciente por ganar el plebiscito que le permitiría otro mandato, desvela en una entrevista su intención de concurrir a las presidenciales del 2024
24 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El presidente Vladímir Putin ha dejado claro por fin que todo el tinglado de la reforma constitucional que lanzó el pasado 15 de enero tiene como principal objetivo permitirle presentarse a las elecciones presidenciales del 2024 y a las del 2030, si así lo decidiese, y seguir en tal caso en el poder hasta el 2036. Así lo reveló inesperadamente el pasado domingo en una entrevista al canal público Rossia-1.
Fue en el programa Moscú. Kremlin, Putin. El presidente dijo que no descarta volver a postularse a la máxima jefatura del país en el 2024. Aclaró que es necesario que tal posibilidad esté ahí, ya que, de no ser así, «en dos años comenzarán las divagaciones a la búsqueda de un sucesor». Esto para él no es nada bueno porque, afirmó, «tenemos que trabajar, no buscar sucesores», dando así a entender de forma prácticamente inequívoca que se presentará a los próximos comicios y a los del 2030. Si sigue considerando para entonces que la búsqueda de su sucesor distrae demasiado a la alta dirección del país.
Hasta ahora, los encargados de diseñar la campaña de cara al 'plebiscito' del próximo 1 de julio, cuando la ciudadanía deberá pronunciarse sobre los cambios introducidos en la Carta Magna, habían procurado no llamar demasiado la atención sobre el hecho de que incluye una modificación de su artículo 81 que pone el contador de mandatos a cero para Putin y para el expresidente y ex primer ministro Dmitri Medvédev. Pero, de los dos, el que ya ha consumido con creces todos los mandatos posibles, tres más el actual en curso que finaliza en 2024, es el actual presidente, sin contar los años que estuvo al frente del Gobierno. Sin tal enmienda, Putin no podría volver a concurrir a unos comicios presidenciales. La propaganda oficial ha centrado la campaña en otros aspectos aparentemente más atractivos de la reforma, como la necesidad de actualizar anualmente las pensiones y el salario mínimo. Algo que ha debido de ser contraproducente, según ciertos sondeos secretos encargados por el Kremlin, porque ahora se ha comprendido la necesidad de decir las cosas claras.
El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, tuvo que salir el lunes a la palestra ante los ojos desorbitados de la oposición extraparlamentaria y de la prensa liberal después de oír lo que dijo Putin el domingo sobre su eternización en el poder. «Esto no significa en absoluto que el sistema no funcione (...) el poder está cambiando. Hay un proceso constante de rotación y sería incorrecto no darse cuenta de ello», en referencia a otros altos responsables del Estado, pero evidentemente no al presidente.
Campaña sin tapujos
También defendió al máximo dirigente ruso el senador Andréi Klishas, quien afirmó que «la enmienda a la Constitución que permite a Vladímir Putin postularse para presidente nuevamente está diseñada para desviar la atención de los funcionarios del asunto de la transferencia de poder». Klishas, que preside precisamente la comisión constitucional que elaboró las enmiendas, manifestó en declaraciones al diario económico ruso 'RBK' que los políticos «deben dejar de hablar sobre quién será el sucesor y en qué momento debe hacer acto de presencia». Pero el hecho es que ya está a la vista el 1 de julio y Putin tiene que ganar la votación, aunque legalmente no es necesaria ni obligatoria teniendo en cuenta los artículos enmendados. De lo contrario se frustrarían sus planes. Por eso aprieta ya el acelerador. El primer mandatario ruso ha estado confinado en su residencia de Novo-Ogariovo desde finales de marzo. Salió de su retiro el 9 de mayo, el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi, cuando reapareció ante un público restringido para efectuar una ofrenda floral en la tumba al soldado desconocido y pronunciar una breve alocución retransmitida a todo el país.
Todos sus contactos oficiales durante ese periodo tuvieron lugar a través de videoconferencia. Después, Putin reanudó en parte su agenda de encuentros directos con algunos ministros y altos funcionarios, quienes, según Peskov, eran sometidos previamente a un test de coronavirus. Todo ello sin renunciar a las reuniones telemáticas. El pasado día 12, Día de Rusia, volvió a salir de su encierro para acudir al Parque de la Victoria, y el lunes regresó a la tumba del soldado desconocido para conmemorar, como cada 22 de junio, el Día de la Memoria y el Luto porque en esa fecha de 1941 comenzó la invasión de las tropas hitlerianas. Este miércoles, el jefe del Kremlin estará en la Plaza Roja de Moscú para presidir el desfile conmemorativo del 75 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. Allí pronunciará su habitual discurso, y la expectación es máxima.