La elección de Raisí como nuevo presidente fortalece el poder de los ayatolás en Irán

Mikel Ayestaran JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

El presidente saliente de Irán (izquierda) Hassan Rouhani y el electo (derecha) Ebrahim Raisí durante una rueda de prensa
El presidente saliente de Irán (izquierda) Hassan Rouhani y el electo (derecha) Ebrahim Raisí durante una rueda de prensa OFFICIAL PRESIDENTIAL WEBSITE

El régimen sacrifica la participación para lograr la victoria del candidato del sistema y poner fin a la era reformista

19 jun 2021 . Actualizado a las 21:44 h.

El clérigo ultraconservador Ebrahim Raisí, jefe del poder judicial, es el nuevo presidente de Irán y no será necesaria una segunda vuelta al obtener el 61,95 % de los votos. La cúpula del régimen no quería sorpresas y por eso vetó a todos los candidatos de peso, sobre todo reformistas, y preparó las elecciones para la victoria de Raisí que pone fin a los dos mandatos del clérigo moderado Hasán Rohaní. Los ayatolás ganan con su candidato, pero pierden ante unos votantes que mostraron su rechazo con una abstención sin precedentes.

La participación fue de un 48,8 %, la más baja de la historia de la república islámica y muy alejada del 73 % de las últimas presidenciales. En ciudades como Teherán apenas votó el 25 %. Estas cifras muestran el descontento de una parte de la población con el sistema islámico. Otro dato revelador del rechazo a la forma en la que el sistema preparó esta cita con las urnas fueron los 3,7 millones de votantes que depositaron papeletas inválidas.

La participación ha sido en las últimas cuatro décadas uno de los principales argumentos del régimen para defender su legitimidad. El sistema siempre jugó con las corrientes ultraconservadora y reformista para mantener cierta emoción en las elecciones y una apariencia de equilibrio democrático, pero esta vez ha preferido apostar por la seguridad de un candidato como Raisí, que para algunos analistas está llamado a ser el sucesor del líder supremo, Alí Jamenéi, que a sus 82 años empieza a pensar en su reemplazo. «Ha cambiado el paradigma y la participación no era lo más importante esta vez, sino que ganara el candidato de la élite conservadora tradicional, ya que se les escapaba la victoria desde 1997. Aunque esto puede afectar a la legitimidad, lo importante es que el sistema siga siendo funcional» apunta Luciano Zaccara, especialista en Irán y profesor de Estudios del Golfo en la Universidad de Catar.

Pese a que las cifras dicen lo contrario, el líder supremo calificó la participación de «épica» y aseguró que en estas elecciones «la gran ganadora es la nación iraní porque se ha levantado otra vez frente a la propaganda de la prensa mercenaria del enemigo». Siempre con la teoría de la conspiración como causante de todos los males y sin hacer crítica interna, Jamenéi ha convertido Irán en un régimen monocolor en el que los ultraconservadores copan todos sus sectores clave. 

Felicitaciones

Los centros de voto estuvieron abiertos durante 19 horas, pero solo hicieron falta unas pocas para que quedara clara la victoria de Raisí. El segundo más votado fue Mohsen Rezaéi y el tercero Abdolnaser Hematí, la única voz moderada entre los seleccionados por el Consejo de Guardianes. Sin necesidad de conocer los datos definitivos, los candidatos que aspiraban a la presidencia le felicitaron, lo mismo que hizo Rohaní y el presidente ruso, Vladimir Putin, primer líder mundial en enviar un mensaje a Teherán. Tras el anuncio oficial de la victoria llegaron las felicitaciones de Hasán Nasrallah, líder del Hezbolá libanés; los presidentes sirio e iraquí, Bachar al Asad y Barham Saleh; o del grupo islamista palestino Hamás desde Gaza.

Rohaní y Raisi ofrecieron una rueda de prensa conjunta y fijaron el 3 de agosto como el día para la formación del nuevo Gobierno. El ganador tendió la mano a Rohaní y aseguró que van «a tomar nota de toda su experiencia y cooperar estrechamente con todos los miembros de su Ejecutivo para conocer sus opiniones y puntos de vista».

Irán deja atrás ocho años de presidencia moderada en los que el presidente saliente ha sido incapaz de cumplir sus promesas. La gran baza del apoyo a Rohaní fue su acercamiento a Occidente y la firma del acuerdo nuclear, el problema fue que Donald Trump rompió el pacto y volvió a imponer unas sanciones que asfixian a los iraníes.

El país necesita vender petróleo, su principal fuente de ingresos, pero los castigos, que Joe Biden parece dispuesto a levantar de forma parcial, lo impiden.

El equipo de Raisí recogerá el testigo en las negociaciones para recuperar el acuerdo nuclear. El portavoz de campaña del nuevo presidente, Alireza Afshar, aseguró que son partidarios de continuar con estas conversaciones, si bien las entiende como «una cuestión marginal que no debe ir asociada a los problemas que atraviesa el país o a otros asuntos del Estado». Consultado por el impacto que el cambio puede tener en este proceso, Zaccara piensa que «las negociaciones nucleares seguirán y serán tan legítimas como las de Rohaní, Jatamí y Ahmadineyad». La última palabra en un tema tan importante siempre la tendrá el líder supremo.

Raisí, la apuesta segura de Jamenéi 

Desde que el Consejo de Guardianes realizó la selección final de siete candidatos para optar a la presidencia, nadie dudaba de la victoria de Ebrahim Raisí (Mashad, 1960). Este seyyed (descendiente de Mahoma, por eso su turbante es negro) es una persona muy cercana a Alí Jamenéi y, pese a ser hoyatoleslam (rango inferior al de ayatolá), algunos analistas le sitúan incluso como su futuro sucesor como líder supremo, la máxima autoridad política y religiosa en Irán.

Formó parte del grupo de religiosos muy activos en la revolución de 1979 que lideró el ayatolá Jomeini y acabó con el sha y desde entonces ha sido una pieza importante del sistema de Justicia en distintos puestos. Su eslogan más importante de campaña ha sido: «Lucha incesante contra la pobreza y la corrupción», dos de los graves problemas que sufre un país sumido en una crisis sin precedentes debido a las sanciones de EE.UU. y a la pandemia.

Se trata de un dirigente del ala dura del régimen, sin carisma y nula experiencia en política. Durante las últimas semanas ha insistido en que uno de sus objetivos es «el levantamiento de las sanciones», lo que supone que está abierto a llegar a un acuerdo con Estados Unidos para resucitar el pacto nuclear que rompió Donald Trump.

La comisión de la muerte

Para la oposición en el extranjero y en el interior, el nuevo presidente siempre estará asociado con las ejecuciones masivas de presos políticos en 1988, cuando era vicefiscal del tribunal revolucionario de Teherán.

Organizaciones como Amnistía Internacional (AI) recuerdan que fue el más joven de los cuatro jueces, conocidos como la comisión de la muerte, que supervisaron las miles de ejecuciones. Este caso llevó a que Estados Unidos le incluyera dentro de su lista de personas sancionadas. Tras conocer su victoria en las urnas, AI solicitó que se le investigue por crímenes contra la humanidad.