Francia revive en un macrojuicio el mayor atentado de su historia reciente

Asunción serena PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Vigilancia en el exterior del Palacio de Justicia, donde se celebrará el juicio
Vigilancia en el exterior del Palacio de Justicia, donde se celebrará el juicio ERIC GAILLARD | Reuters

El proceso judicial contra los terroristas del Bataclan durará nueve meses

08 sep 2021 . Actualizado a las 13:00 h.

París acoge desde este miércoles el juicio de los atentados islamistas del 13 de noviembre del 2015, una operación ejecutada en la capital francesa pero diseñada desde Siria. Murieron 131 personas y otras 350 quedaron heridas en los ataques al Estadio de Francia, los cafés y restaurantes del este de París y la sala de conciertos Bataclan.

Fue una noche de violencia que dejó sin aliento a la sociedad francesa, como en España los atentados de Atocha o en Estados Unidos los de las Torres Gemelas. Cosas del azar, esta semana se cumplen 20 años de los atentados de Al Qaida contra EE.UU. el 11 de septiembre del 2001.

Las víctimas del 13 de noviembre eran objetivos de los terroristas islamistas porque simplemente asistían a un partido de fútbol, tomaban una copa en una terraza o asistían a un concierto. Sus verdugos, como ha puesto a la luz la instrucción, tomaron la decisión en Siria, creando en el 2014 una estructura destinada a planificar y organizar atentados en el extranjero.

La investigación ha puesto de relieve cómo los terroristas crearon su base logística en Bélgica, gracias a los hermanos El Bakraoui (los kamikazes autores de los atentados del 2016 en Bruselas). Por otro lado, el jefe de los comandos, Abdelhamid Abaaoud, demostró que no había nada más fácil que usar la vía de los inmigrantes que llegaban de Siria a Europa a través de los Balcanes. Así fue como llegaron a Bruselas doce yihadistas que durante tres meses se dedicaron a elaborar los explosivos y adquirir armas. Solo les faltaba determinar los objetivos que eligieron pocos días antes de pasar a la acción.

En cuanto a los errores cometidos por los servicios secretos que no detectaron los movimientos de personas que tenían fichadas o sobre los errores de intervención en el Bataclan, como las tres horas que transcurrieron entre el inicio del ataque y la intervención de la policía, «este no es el momento de dar respuestas a esos fallos», afirma Philippe Duperron, presidente de la asociación 13onze15, que perdió a su hijo aquella noche.

El ministro de Justicia, Eric Dupond-Moretti, visitó el lunes la sala creada especialmente en uno de los vestíbulos del Palacio de Justicia para poder albergar a las 550 personas que asistirán al proceso. «Se abre un maratón judicial, el proceso más largo de nuestra historia; es el proceso de todos los superlativos: 43 metros de dossiers alineados, miles y miles de horas de trabajo, 1.800 partes civiles, 20 acusados…», detalló.

Será un maratón judicial que durará nueve meses. En el banquillo se sentarán 14 de los 20 acusados por los atentados de París y Saint-Denis; los otros seis serán juzgados en rebeldía, aunque se cree que cinco de ellos están muertos. La mayoría son ciudadanos belgas o franceses.

No todas las víctimas pueden o quieren asistir, pero podrán seguir el proceso a través de una webradio creada para ellos. No habrá ninguna imagen del juicio para evitar que aparezcan en los medios y redes sociales pero, de forma excepcional, se ha decidido que sea filmado íntegramente (solo ha ocurrido en otras doce ocasiones). Normalmente hay que esperar 50 años antes de que las imágenes puedan ser divulgadas, salvo si para casos de crímenes contra la humanidad o terrorismo se decide lo contrario una vez que la sentencia sea firme.

En cuanto a las víctimas y familiares, unos esperan respuestas a sus preguntas; otros están convencidos de que no obtendrán nada de los acusados. En cualquier caso el proceso ha reabierto sus heridas.

Abdeslam, el único terrorista que no murió en los ataques

Los acusados que se sientan en el banquillo para responder por los atentados del 13 de noviembre del 2015 en París son catorce, pero las miradas estarán fijas en Salah Abdeslam. Es el único miembro de los comandos que actuaron aquella noche y que sigue con vida. Aunque hasta ahora se ha negado a hablar.

Su historia es la de un delincuente convertido en terrorista. Sus días transcurrían entre discotecas y casinos, consumía cannabis y bebía alcohol hasta que cayó en el islamismo radical de la mano de su hermano mayor, Brahim, y de un amigo de la infancia, Abdelhamid Abaaoud.

Este último fue el coordinador de los ataques y murió en el asalto a la vivienda de Saint-Denis en la que se había refugiado. Su hermano formó parte del comando que atacó las terrazas y falleció tras accionar su cinturón de explosivos.

Huida a Bélgica

Salah también debería haber muerto aquel día, pero abandonó su cinturón de explosivos en una papelera -no se sabe si fue él quien lo desactivó o si falló el sistema del artefacto- y escapó a Bélgica la misma noche de los atentados. Un amigo acudió desde Bruselas a recogerlo.

Francia estaba en máxima alerta buscando al terrorista escapado, pero Abdeslam pudo pasar tres controles policiales sin ser arrestado. Es más, según reveló el periódico Le Parisien el año pasado, después de ser detenido, Abdeslam contó a un compañero de cárcel que al pasar la frontera, le habían hecho una entrevista para la radio.

La única emisora podía ser RTBF, que desmintió la noticia asegurando que el terrorista se lo había inventado. Pero ahora han difundido el reportaje en el que la periodista entrevista, entre otros, a Salah y a sus dos cómplices, quienes se quejan de que han pasado tres controles: «Es un poco abusivo», dicen, «pero hemos comprendido un poco el porqué». A esa hora, todavía no había sido identificado.

Papel fundamental

Los investigadores de los ataques han llegado a la conclusión de que Salah Abdeslam jugó un papel primordial en la preparación de los atentados. Realizó varios viajes a Hungría para recoger a una decena de terroristas que habían llegado a través de la ruta de inmigrantes que venían a Europa. También compró material para fabricar explosivos y reservó habitaciones en la región parisina para el comando.