Más de 100.000 nicaragüenses malviven en Costa Rica tras huir de Daniel Ortega

Héctor Estepa
Héctor Estepa SAN JOSÉ, E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Jorge Torres | Efe

La detención masiva de opositores ha provocado otra ola de refugiados este año

07 nov 2021 . Actualizado a las 10:09 h.

En las calles del centro de San José (Costa Rica) no es difícil escuchar el especial «cantadito» del acento nicaragüense. Se vende vigorón y se escucha cumbia chinandegana. Muchos restaurantes y bares son 100 % nicas, y la típica fritanga puede comerse en cada barrio de la ciudad. Miles de nicaragüenses viven en la vecina Costa Rica. Muchos llegaron hace décadas, huyendo de la pobreza, pero el número engordó considerablemente tras las protestas antigubernamentales del 2018, que dejaron 328 muertos y el país roto. Más de 100.000 nicaragüenses han llegado a Costa Rica en los últimos tres años, escapando de la violencia política

La situación de la mayoría de ellos no es fácil. «El nivel de vida en Costa Rica es caro. Y si no tienes un trabajo estable, tienes problemas para pagar el alquiler. Por eso no es extraño que varios se junten para poder ocupar un arriendo. Porque, además, venimos solo con la mochila», comenta Gonzalo Carrión, un abogado exiliado en Costa Rica. El letrado trabajaba como líder jurídico del Centro Nicaragüense de los Derechos Humanos (Cenidh), cerrado por el Gobierno de Daniel Ortega en el 2019. Salió por un punto ciego de la frontera, como la mayoría, y consiguió refugio en Costa Rica. Las solicitudes de asilo en el país vecino están en un punto de récord. En el 2018, justo después de las protestas, fueron 23.000 los nicaragüenses que pidieron refugio en el país vecino. Al año siguiente, la cifra creció a 30.000. La salida de nicaragüenses se ralentizó en el 2020, con 10.000, pero en el 2021, tras las detenciones masivas de opositores, volvió a incrementarse, y ya están cerca de superar las solicitudes del 2019. «A mi hijo y a mí nos tocó dormir en el suelo durante meses por la falta de medios. Él es ingeniero, y ahora conduce un Uber para sobrevivir», explica Dulce Torres, una ex miembro del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que se alejó de Ortega en los noventa, y ahora es dirigente del partido progresista Unamos, creado por ex guerrilleros disidentes.

Este domingo se celebran en Nicaragua unos comicios considerados una farsa por la oposición y un «completo fake» por la Unión Europea, tras el arresto de los siete candidatos opositores. «Eso no son elecciones. Es un circo. Un completo fraude. El Gobierno tiene encarceladas a seis personas de mi partido político, en unas condiciones nefastas, mal alimentados y donde los castigan si sus familiares hacen alguna declaración, al extremo de no darles agua ese día y no permitirles salir al sol», asegura Torres. Muchos opositores no se fían de nadie, temiendo ataques contra la comunidad en la misma Costa Rica.

El periodismo crítico al Gobierno de Nicaragua se hace en el exilio

Héctor Estepa

Un muchacho cierra una cortina verde en la humilde estancia de San José, la capital de Costa Rica. Prepara una webcam y enciende una televisión. Aparecen las siglas de 100 % Noticias, uno de los mayores canales nicaragüenses críticos con el Gobierno de Daniel Ortega. Lucía Pineda, probablemente la periodista más conocida de Nicaragua, se sienta ante la cámara. Tres, dos, uno, comienza el directo. Así hace ahora, en el exilio, su programa informativo. Sus estudios de televisión en Nicaragua fueron confiscados por el Gobierno. «El objetivo de ellos es silenciar. Por eso nos arrestaron y se robaron el canal. Les molesta la verdad», expone Pineda. Ella es solo una de las decenas de periodistas nicaragüenses que están en el exilio tras haber sido amenazados. Otros no pudieron, o no quisieron salir, y están presos en Managua.

Pineda fue arrestada en el 2018, durante las protestas, y conoce bien las cárceles de Nicaragua. «No me dieron tortura física, pero sí psicológica. Había interrogatorios constantes, más de 30 en una semana. Me echaron una sustancia en mis alimentos que me provocaron vómitos. Me tocó defecarme en la mano durante dos semanas», lamenta. Se da la paradoja de que la mayor parte del periodismo crítico a Ortega se produce ya en Costa Rica. Tampoco habrá este domingo cobertura desde Nicaragua de los principales medios internacionales. El Gobierno ha vetado la entrada de periodistas extranjeros, incluida La Voz.