El gigante asiático se puede convertir en el salvavidas de Putin a las sanciones
25 feb 2022 . Actualizado a las 15:46 h.Pekín hace equilibrios para mantener el apoyo a su aliado Putin, al tiempo que intenta limitar las tensiones con sus socios comerciales de la UE y sigue respaldando la integridad territorial de los estados. China no apoya explícitamente la operación militar de Rusia, pero evita condenarla y sigue pidiendo una salida diplomática a la crisis.
La independencia de las regiones separatistas ucranianas de Donetsk y Lugansk o su anexión a Rusia es una noticia delicada para Pekín que tiene conflictos territoriales en Xinjiang, el Tíbet y sobre todo con Taiwán.
La portavoz del Ministerio de Exteriores, Hua Chunying, se resistía ayer a utilizar el término invasión. Se escudó con evasivas en que el contexto histórico es complicado y que la situación actual está «causada por todo tipo de factores». Se limitó a pedir calma y repitió el mensaje del embajador chino en Naciones Unidas: «La puerta para una solución pacífica todavía no se ha cerrado». El responsable de la cartera de Exteriores del gigante asiático, Wang Yi, habló con su homólogo ruso tras el inicio del ataque, y le aseguró que «entiende las legítimas preocupaciones de seguridad de Rusia», aunque agregó que el país asiático «siempre respeta la soberanía y la integridad territorial de los estados».
En los días previos, China no ha dudado en culpar a Estados Unidos de forzar el conflicto. Ha apoyado a Putin en su deseo de impedir la ampliación de la OTAN hacia el este de Europa, que entienden como un ataque a la seguridad de Rusia. También han criticado las sanciones de la comunidad internacional.
Pero Pekín también es consciente de que la crisis le puede crear problemas con la UE, su segundo socio comercial, sin olvidar que deteriorará todavía más las relaciones con Estados Unidos. Hasta ahora incluso Ucrania era un buen aliado, ya que la mayoría de sus importaciones provienen del gigante asiático.
El Gobierno chino se ha apresurado a rechazar las declaraciones de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, comparando el ataque ruso de Ucrania con una futura invasión china de Taiwán, que también desencadenaría una crisis internacional. Taiwán ha puesto al ejército en alerta.
China defiende que Taiwán siempre ha sido parte de su territorio y la situación actual es fruto de una guerra civil. Las fuerzas del Kuomintang se refugiaron en la isla al perder la guerra en 1945 y desde entonces han evolucionado hasta crear un sistema democrático que hace muy difícil la reunificación. Pero Taiwán, al contrario que Ucrania, no es reconocido por la ONU, ni por la comunidad internacional, como un país independiente.
La solución diplomática que reivindica Pekín se ha topado con la determinación de Moscú.
En el 2014, cuando Rusia invadió Crimea, el Gobierno de Xi Jinping optó por no ponerse de perfil al no reconocer la anexión. Pero le dio una valiosa ayuda a Putin al incrementar la compra de gas. Ahora las relaciones entre China y Moscú se han fortalecido. El dirigente ruso fue el invitado de honor en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno y durante su visita los dos países firmaron una declaración conjunta en defensa de un nuevo orden mundial, junto a numerosos acuerdos comerciales.
Ante las sanciones de la comunidad internacional, el gigante asiático se puede convertir en un salvavidas. Los acuerdos incluyen un importante aumento de la compra de gas y carbón. Ayer mismo Pekín anunció que levantaba todas las restricciones a la importación de trigo ruso.