El líder ucraniano, diestro comunicador, hablará este martes ante el Parlamento español
04 abr 2022 . Actualizado a las 21:41 h.El presidente Volodímir Zelenski se dirigirá este martes a los parlamentarios españoles en una videoconferencia calculada al milímetro: desde los 30 minutos de duración por cuestiones evidentes de seguridad hasta las intervenciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la máxima responsable del Parlamento, Meritxell Batet, requeridas por el dirigente ucraniano. Hay una escaleta para todo el acto.
Si sigue la pauta de anteriores discursos, cabe pensar que Zelenski se mostrará épico, agradecido, exigente y hará una nueva petición a Occidente para que aumente su implicación con Ucrania. Igual que se refirió al 11-S y a Pearl Harbour en su alocución para los congresistas estadounidenses, a la batalla de Verdún con los franceses o al muro de Berlín ante el Bundestag, circula el rumor de que en su exposición en la Cámara española incluirá una alusión a la Guerra Civil como referente más cercano de la inhumanidad que ocurre en su país.
Mensajes directos que todo el mundo entiende, máxime en Telegram y Twitter, donde se maneja el Gobierno de Kiev. La espontaneidad no existe en esta otra guerra que se libra en el terreno de la imagen, los gestos y las redes digitales. En espacios donde no existen los grises, solo el blanco y el negro. Que el mensaje de Zelenski cala es una consecuencia lógica del tremendo castigo que Rusia inflige a Ucrania. Luego, está su habilidad como comunicador denunciando la ruina, la muerte de civiles, la irreversible aflicción por los niños fallecidos, la sed de los atrapados y la tragedia de cuatro millones de desplazados.
Pero hay otra motivación para que su discurso tenga efectos impactantes: Zelenski representa hoy al héroe universal. El individuo pequeño que renunció a huir para luchar con honor y coraje contra la opresión del gigante. Y este es un material valioso en el mundo viral. Cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, se ofreció a evacuarlo junto a su familia, él respondió: «Necesito munición, no un viaje». Y la frase se imprimió en los días siguientes en miles de camisetas.
Revulsivo para los aliados
Es gracias a ese sustrato que ocurren cosas como que a los gobernantes franceses les reprendiera por la vacilación de su industria para cortar relaciones con Rusia y de inmediato Renault diera carpetazo a sus negocios en aquel país. A la Cancillería alemana le reprochó su rechazo histórico a suministrar armas a naciones en guerra y no solo se convirtió en un revulsivo que ha transformado al Gobierno de Olaf Scholz en uno de los principales abastecedores de equipo militar a Ucrania, sino que ha arrastrado a otros países tradicionalmente neutrales como Finlandia, Suecia y Noruega, que han entregado a Kiev miles de armas y 35.000 minas antitanque, un arsenal que permite a los ucranianos seguir respondiendo a la ofensiva y poner en evidencia al Ejército ruso.
Pese al asedio y la persecución, Zelenski se las ha arreglado para mantener a su lado a un equipo de comunicación cualificado. Cuando ganó las elecciones en el 2019, se llevó consigo a decenas de guionistas, productores y otros profesionales de su empresa televisiva Kvartal 95. Algunos informes revelaron que nombró hasta una treintena de cargos públicos vinculados a su compañía, entre ellos el del fiscal general y el director de los servicios secretos, que encomendó a Ivan Bakanov, amigo de la infancia, ejecutivo de Kvartal 95 y su sombra en el poder.
Dentro de la vorágine de designaciones posterior al inicio de su mandato, Andriy Borisovich Yermak, productor de películas y asimismo directivo de la compañía audiovisual, fue nombrado jefe de la oficina presidencial en febrero del 2020 y negociador gubernamental con Rusia. También en esa delicada estructura vinculada a las relaciones con Moscú figura Sergei Sivojo, showman y asesor sobre el Dombás. Actual miembro del Consejo Nacional de Seguridad, Sivojo ha participado en las operaciones de canje de prisioneros con el Kremlin. Dentro del servicio de Inteligencia Exterior Zelenski eligió a un fan de su serie Servidor del pueblo. Y el responsable de la política informativa del Ejecutivo y segundo asesor presidencial es un guionista de esta comedia, Yuriy Kostyuk.
Son algunos de estos colegas de la televisión, y expertos en redes como el ministro de Transformación Digital, Mijaelo Fedorov, quienes le ayudan en sus discursos o en sus apariciones públicas, según distintos medios internacionales. Fedorov es el autor de una campaña de boicoteo comercial mediante el envío de miles de cartas a corporaciones y organizaciones para que no trabajen con empresas rusas y uno de los artífices de la propagación del mensaje de que el Kremlin no se conformará con invadir Ucrania sino que toda Europa «está amenazada».
El equipo se ha manejado para que nadie sepa tampoco cuántas bajas hay entre las tropas ucranianas mientras magnifica cada mañana las pérdidas rusas. Las palabras y la estética están cuidadas. Zelenski y su vicepresidenta, Irina Vereshchuk, una de las mujeres más elegantes del país, han cambiado los trajes por las camisetas y las sudaderas de tipo militar en un gesto de empatía con la población. Vereshchuk, a quienes muchos comparan con Hillary Clinton, es otro ejemplo de coraje. Vive encerrada en un refugio en Kiev, alejada de su hijo y de su marido, que es militar de operaciones especiales. Graduada en Derecho y Estudios Internacionales, la vicepresidenta ha sido profesora de Ciencias Políticas, diputada y comisionada para el conflicto separatista.
Como ella, el ministro de Exteriores Dmitri Kuleba, otro activo protagonista en esta guerra, no procede de Kvartal 95 o su órbita, sino que es un político profesional. A sus 40 años —cumplirá 41 el próximo día 19—, tiene un amplio historial diplomático desde su ingreso en el ministerio en el 2003. Una década más tarde dejó el cargo por sus desencuentros con el presidente Víktor Yanukóvich, participó en las protestas del Maidán y regresó al gabinete en el 2014 al poco de iniciarse la crisis en el Dombás. Su papel ha sido clave en los intentos de Zelenski por lograr la adhesión de Ucrania a la UE. Ha ejercido de representante permanente ante el Consejo de Europa y mantiene un rol complementario como experto en diplomacia digital y comunicaciones estratégicas. En una entrevista, Kuleba destacaba la rapidez de Bruselas en la aplicación de sanciones a Rusia y lo achacaba al trabajo de convencimiento hecho por el Gobierno ucraniano con los socios comunitarios desde meses antes de que Vladimir Putin declarase la invasión el pasado febrero.
Valiente y efectista
De las intervenciones públicas de Zelenski existe ya una avalancha de juicios de valor. Su discurso honesto, valiente, emocional y al tiempo efectista le dota de humanidad, respeto y empatía, aunque los críticos le atribuyen un excesivo peso de los trucos de guion. También parecen apreciar un ángulo cuasi radical que comparte con Dmitri Kuleba, el ministro que suele oficiar de «poli malo» y lanzar los peores reproches a la OTAN, Estados Unidos, Alemania y la UE. Los dos han exigido de modo insistente la implicación directa de los aliados en la lucha con Rusia a sabiendas de que eso sumirá al planeta en una tercera guerra mundial. Y no han faltado la manipulación informativa u otras argucias sobre EE.UU. o Polonia para buscar su involucración en la defensa aérea del país, pese a conocer la «amenaza nuclear» derivada de un conflicto global.
Zelenski llegó a la jefatura del Gobierno en el 2019 de la forma más singular posible. Su serie Servidor del pueblo, donde representa a un profesor crítico con el poder que acaba convertido en presidente, estrenó la promoción de su tercera temporada en coincidencia con la precampaña electoral. Enseguida surgió el partido homónimo, la ficción se mimetizó con la realidad y el actor consiguió una aplastante victoria con el 73 % de los votos y 245 de 424 escaños en el Parlamento. El candidato prometió luchar contra la corrupción y el poder de los oligarcas, mejorar las infraestructuras y solucionar la crisis del Dombás. El 20 de mayo del 2020 disolvió el Parlamento con un par de frases ajustadas a su personaje. «Al poder deben llegar personas que sirvan a la gente» y «no empezamos esta guerra, pero nos corresponde acabarla». El bocado resultó, sin embargo, demasiado grande para un Gabinete neófito, empantanado en una difícil realidad económica y solitario como para poder crear una gran coalición política contra la corrupción. Al año, el desgaste le había costado 24 puntos de apoyo.
Los analistas lo consideran un hombre consecuente, leal con su pueblo, educado y con principios que ahora está revelando una heroica determinación, pero que en su momento pagó la inexperiencia del cargo y tiene el defecto de ver la vida como un espectáculo. Una de sus primeras gestiones de Estado fue ayudar a Tom Cruise a buscar localizaciones en Ucrania. Su misión actual es salvar la vida y detener una guerra. El hombre que dijo «soy un tipo normal que viene a romper el sistema» conoce ahora lo peor de él.
La amistad peligrosa del padrino oligarca
La televisión que le ha sido tan favorable a Zelenski en sus dotes comunicativas también le ha jugado malas pasadas. El oligarca Ihot Kolomoiski fue su padrino en el mundo de las teleseries. Está considerado un feroz enemigo del separatismo que ha llegado a ofrecer 500.000 dólares por la entrega de un líder prorruso y otras recompensas por la captura de soldados rusos antes de la invasión. Fundó el PrivatBank, el principal banco ucraniano, pero el Estado lo nacionalizó en el 2016 como «paso importante por salvaguardar la estabilidad financiera» del país, según dijo la entonces directora del FMI, Christine Lagarde. Al parecer, a su llegada al poder Zelenski designó como consejera gubernamental en este banco a Julia Metzger, amiga de una actriz de su productora, y contrató en su Ejecutivo a dos personas de la órbita de su padrino: Maxim Donets, al que nombró su jefe de seguridad, y Andri Bognado, responsable de gabinete. En marzo del 2021, EE.UU. sancionó al oligarca y a su familia por corrupción y lavado de dinero a través del Privatbank. Zelenski se defendió asegurando que sus vínculos con Kolomoiski siempre fueron profesionales. Pero muchos de sus electores le vieron a partir de ahí como un político más.