Ucrania rechaza el ultimátum ruso en Mariúpol y avanza un cruento final

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Una mujer llora frente a un edificio bombardeado, este domingo, en Mariúpol
Una mujer llora frente a un edificio bombardeado, este domingo, en Mariúpol ALEXANDER ERMOCHENKO | REUTERS

Un grupo reducido de soldados resiste en una planta metalúrgica sitiada

18 abr 2022 . Actualizado a las 13:54 h.

Mariúpol desapareció. La principal ciudad portuaria del mar de Azov, hogar para más de 450.000 personas antes de la guerra, es hoy una humeante superficie gris con esqueletos de hormigón medio derruidos y teatros que sirven de refugio arrasados tras semanas de asedio ruso. Un lugar del que escapó más de la mitad de la población, donde unas 120.000 personas «se mueren de hambre» —según oenegés humanitarias— y en el que al menos 20.000 civiles perdieron la vida víctimas de la artillería. El Kremlin lanzó un ultimátum para rendir la urbe que expiró ayer al mediodía [hora española], a pesar de que los pocos efectivos de los que dispone Ucrania han sido cercados en el complejo metalúrgico de Azovstal. «La ciudad ya no existe», resumió este domingo el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, en la cadena estadounidense CBS.

«El resto del Ejército ucraniano y un gran grupo de civiles están, básicamente, rodeados por las fuerzas rusas. Continúan su lucha, pero parece, por la forma en que se comporta el Ejército ruso en Mariúpol, que decidieron arrasar la ciudad a toda costa [...]. La situación militar es terrible», agregó, abandonando cualquier esperanza de que las escasas defensas que resisten en la ciudad logren aguantar por más tiempo. En la entrevista, Kuleba afirmó que Mariúpol «podría ser una línea roja» en las conversaciones de paz con Rusia, unos diálogos que, reconoció, no se producen entre diplomáticos de alto nivel desde hace ya semanas.

El ministro refrendó así las palabras del presidente Volodímir Zelenski, que advirtió ayer que no aceptará ceder territorios a Rusia a cambio de poner fin a la guerra. En una entrevista en la CNN, realizada el viernes y publicada ayer, el mandatario recordó que «ha habido muchos muertos» y que será Ucrania quien «termine pagando por todo esto». «Si hay una oportunidad de hablar, hablaremos, pero no solo sobre el ultimátum ruso. Es imposible», advirtió. En su mensaje nocturno a la nación, horas después de que Moscú exigiese su rendición, Zelenski volvió a insistir en que «la eliminación» por parte de Rusia de los soldados que resisten en Mariúpol implicaría «el fin de cualquier negociación de paz». El requerimiento emitido desde el Kremlin, sin embargo, no contempla dejar supervivientes entre los defensores ucranianos sin capitulación. «Los militares van a luchar hasta el final», zanjó el primer ministro ucraniano, Denis Shmigal, en la cadena americana ABC.

El corredor que anhela Moscú

Controlar la ciudad de Mariúpol supone para Rusia cerrar a través del litoral del Dombás un corredor terrestre desde Rostov, el óblast ruso con el que limita al Este, y la península de Crimea anexionada por Moscú en el 2014. Hasta ahora, el territorio ocupado hace ocho años permanecía unido al resto de Rusia por el puente que Vladimir Putin inauguró en mayo del 2018 tras invertir 3.300 millones de euros, un gigantesco símbolo de la guerra que conecta Crimea con la orilla oriental del estrecho de Kerch, en el krai ruso de Krasnodar.

Las autoridades ucranianas calculan que unos 120.000 civiles permanecen en la ciudad sitiada, defendida por el Ejército ucraniano y el Regimiento Azov, extensión de la Guardia Nacional del país que absorbió al Batallón Azov, un grupo paramilitar vinculado a la extrema derecha que defendió con éxito Mariúpol ante las fuerzas prorrusas en el 2014.

Prohibido rendirse, según Rusia

El mando militar ruso afirmó ayer que las autoridades ucranianas prohibieron rendirse a sus militares sitiados en la planta de Azovstal. «El régimen nacionalista de Kiev, según comunicaciones interceptadas, ha prohibido negociaciones de rendición y ordenado a los nazis del regimiento Azov fusilar a los militares y mercenarios extranjeros que quieran rendirse», dijo el portavoz del Ministerio de Defensa, Ígor Konashénkov. En su parte matutino, indicó que, de acuerdo con las declaraciones de los militares ucranianos que se han entregado prisioneros, entre las filas sitiadas en Mariúpol hay «hasta 400 mercenarios extranjeros». «La mayoría de ellos son ciudadanos de países europeos, y también de Canadá», añadió.

El Kremlin cifra en 23.367 las bajas militares de los ucranianos

Rusia cifró en 23.767 las bajas mortales sufridas por el Ejército y otras formaciones militarizadas de Ucrania desde el comienzo de la invasión en el país, el 24 de febrero. «A día de hoy [por el sábado] las pérdidas irrecuperables suman 23.367 personas», afirmó el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, el general Ígor Konashénkov, en una comparecencia de prensa. Precisó que esta cifra incluye a militares del Ejército y la Guardia Nacional de Ucrania, así como a mercenarios extranjeros. Konashénkov adelantó que el Ministerio de Defensa de Rusia planea publicar próximamente fragmentos de documentos de la parte ucraniana sobre sus bajas militares. Desestimó las cifras de entre 2.500 y 3.000 bajas mortales propias divulgadas por la parte ucraniana. Según sus estimaciones, solo el sábado murieron 4.000 soldados en Mariúpol. Ucrania, por su parte, dice que más de 20.300 rusos fueron abatidos desde el inicio de la invasión.