Rusia toma el control total de Mariúpol con la rendición de la acería de Azovstal

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Incierto destino de los soldados ucranianos evacuados en medio de as amenazas de Rusia de juzgarlos o ejecutarlos tras ser calificados de terroristas

17 may 2022 . Actualizado a las 21:56 h.

La capitulación de los defensores de la planta siderúrgica de Azovstal pone punto final al símbolo de la resistencia ucraniana que pasará a la historia de la guerra de Vladimir Putin. Ucrania dio por concluida la defensa de la acería y, con ello, de toda Mariúpol, después de 82 días de un asedio que ha dejado una ciudad arrasada y con solo una cuarta parte de sus habitantes. Rusia ve cumplido así su ansiado objetivo de hacerse con el control total del estratégico puerto del mar de Azov y completar el corredor terrestre entre el Dombás y la península de Crimea, que se anexionó en el 2014.

Después de que el Ejército ucraniano diera la orden a los atrincherados de entregar la acería, tras una negociación secreta con los rusos, un total de 265 soldados, con largas barbas, sucios, demacrados, algunos con amputaciones y 51 de ellos heridos graves, depusieron las armas y fueron evacuados este martes a territorio controlado por Rusia, en concreto a la localidad de Olenevka, en la autoproclama República Popular de Donetsk, a bordo de autobuses con el emblema de guerra ruso Z.

Kiev terminó aceptando ese destino, tras la negativa de Moscú a evacuarlos a zonas bajo control ucraniano o a un país neutral. «Ucrania necesita héroes vivos», señaló en su mensaje nocturno del lunes el presidente Volodímir Zelenski, tras anunciar que el objetivo era salvar las vidas de los atrincherados. 

El destino de los combatientes evacuados es incierto. Kiev confía en poder llegar a un acuerdo para su intercambio por prisioneros rusos, pero el asesor presidencial Mijailo Podoliak admitía que las negociaciones «están siendo muy difíciles, aunque tiene esperanzas».

El Kremlin anunció que los combatientes ucranianos son ahora prisioneros de guerra y recibirán un trato acorde con las leyes internacionales. Pero sus acciones demuestran que quiere evitar que los miembros del Batallón Azov sean incluidos en cualquier intercambio, en medio de las presiones de diputados para que sean juzgados o incluso ejecutados por terroristas. Por lo pronto, el fiscal general de Rusia ya ha pedido al Tribunal Supremo que reconozca como organización terrorista al Batallón Azov. La vista está prevista para el próximo día 26. Esta medida se suma a un proyecto de resolución en la Duma (Cámara Baja) que propone vetar el intercambio de «criminales nazis», un texto que el pleno evaluará hoy. El diputado ruso y miembro de la delegación negociadora en las congeladas conversaciones con Ucrania, Leonid Slutski, calificó a los combatientes de batallón de «bestias» y pidió para ellos la pena de muerte.

Milicia neonazi para unos, héroes para otros, el Batallón Azov fue fundado en mayo del 2014 en Mariúpol ante el ataque de las milicias separatistas de Donetsk. Gracias a sus combatientes, la ciudad no cayó en manos de los prorrusos. Cuatro meses después pasó de batallón a regimiento y se integró en la Guardia Nacional de Ucrania, además de iniciar un proceso para desligarse de sus fundadores neonazis.

El Ejército ucraniano justificó la rendición de la acería, en que la guarnición había completado «su misión de combate». «[Gracias a su resistencia] dispusimos del tiempo necesario para crear reservas, reagrupar fuerzas y recibir asistencia de nuestros aliados», señala un comunicado del Estado Mayor. El ministro de Defensa, Oleksii Réznikov, añadió que el heroísmo de los soldados de Mariúpol hizo posible hacer retroceder a las tropas rusas en sus intentos de tomar Kiev y detener la ofensiva en el este.