Tan solo un 14 % de los británicos aprueban su gestión
09 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.«Nunca hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión». Liz Truss debe estar deseando que esta frase de Oscar Wilde sea incorrecta. ¿Por qué? El primer mes de la premier en el 10 de Downing Street no deja un buen sabor de boca entre los conservadores ni tampoco entre los ciudadanos. Solo un 14 % de los británicos aprueban su gestión, dato que la coloca por debajo de su predecesor, el cuestionado Boris Johnson.
En apenas cuatro semanas la líder tory ha lidiado con el fallecimiento de la reina Isabel II y la tormenta financiera desatada con su proyecto de recortes fiscales. El 24 de septiembre, la presentación por el ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, de una reforma fiscal, que incluía reducir impuestos a las grandes fortunas, desató las dudas en los mercados, disparó la prima de riesgo y provocó que la libra cayera frente al dólar a niveles no vistos desde 1985. El Banco de Inglaterra tuvo que intervenir, lo que no impidió que la Bolsa de Londres perdiera 77.000 millones de libras (87.640 millones de euros).
El pánico de los inversores pronto se trasladó a los políticos. Los tories están aterrados ante lo que revelan las encuestas: los ciudadanos creen que han perdido el control de la economía. Los electores ya se han olvidado del multimillonario paquete de ayudas anunciado por Truss, para lidiar con los costes de la energía durante el invierno, y dirigen su intención voto hacía los laboristas, que ya están a 30 puntos de sus rivales conservadores, según un sondeo de YouGov.
La respuesta a los estudios de opinión no se hizo esperar. A las duras críticas a la reforma fiscal por parte de los exministros Michael Gove y Grant Shapps, se unieron las informaciones sobre que hasta 70 diputados tories estaban dispuestos a sumarse a la oposición y votar en contra del polémico recorte de impuestos. Ante la amenaza de rebelión, Truss no tuvo más remedio que ordenar a su ministro de Economía a abortar el plan, no sin antes atribuirle a él su autoría.
La tormenta no ha pasado
La decisión, sin embargo, no sirvió para apaciguar totalmente las aguas. El rechazo de la primera ministra a comprometerse a cumplir la promesa hecha por su predecesor de elevar las ayudas sociales al nivel de la inflación mantiene en pie de guerra a un sector del partido. A principios de esta semana, la exministra de Cultura Nadine Dorries llegó a pedir elecciones anticipadas.
Para rematar, el viernes Truss destituyó de forma fulminante a un miembro del Gobierno. Se trata de Conor Burns, secretario de Estado de Comercio, tras ser acusado de sobrepasarse con un joven durante el congreso tory. Con su rápida actuación, Truss intento marcar distancia de Johnson, a quien el mal manejo de casos similares terminó provocando su renuncia en julio pasado.
El único frente donde la premier parece avanzar es en la disputa con la Unión Europea sobre el protocolo del brexit para Irlanda del Norte. Tras amenazar con una acción unilateral que desatara una guerra comercial, Truss ha optado por reanudar las negociaciones. Sin embargo, la decisión parece que no servirá para evitar una repetición de las elecciones autonómicas en Irlanda del Norte. ¿La razón? Es poco probable que para el próximo día 28, cuando vence el plazo para formar Gobierno, Londres y Bruselas hayan cerrado un acuerdo que haga que los unionistas acepten conformar un Ejecutivo con el Sinn Féin.