La urbe destaca en el país por mantener un espíritu tolerante
09 ene 2023 . Actualizado a las 14:36 h.En el centro de la ciudad de Tuzla, en pleno barrio austro-húngaro, una humilde inscripción recuerda a las 72 víctimas mortales de una de las peores masacres de la guerra de Bosnia y Herzegovina, que entre 1992 y 1995 segó la vida de más de 100.000 personas. Una mañana de primavera, decenas de niños y jóvenes celebraban en una plaza el Día de la Juventud con una serie de actividades destinadas a hacerles olvidar la dureza de una guerra que no quería terminar. Un proyectil lanzado por las fuerzas paramilitares serbias cayó en medio de la plaza. Casi la totalidad de las víctimas fueron menores, el más pequeño, de tres años.
Pero ni siquiera una tragedia de estas dimensiones logró cambiar el espíritu tolerante de esta ciudad de unos 120.000 habitantes situada en el este de Bosnia Herzegovina. A diferencia del resto del país balcánico, que se partió agriamente al inicio de la guerra en base a las fronteras étnicas, Tuzla siguió siendo, incluso durante el conflicto, una ciudad en la que convivían las tres grandes etnias del país. Debido a la llegada de refugiados durante la guerra, sobre todo de Srebrenica, debido al genocidio del verano de 1995, hoy existe en Tuzla una clara mayoría de bosniacos (bosnios de religión musulmana).
«Tuzla es actualmente no solo la ciudad más multiétnica bosnia, sino de todos los Balcanes», explica orgulloso Omer Berbic, el candidato favorito a las elecciones municipales del próximo año. En buena parte, su popularidad proviene del hecho de que es el nieto del alcalde que gobernó durante la guerra, Selim Beslagic, que fue nominado al Premio Nobel de la Paz. Suya fue la decisión de enterrar juntas a todas las víctimas de la masacre de 1995 en un memorial construido en un parque, en lugar de en cada uno de los cementerios de las diversas religiones. La idea desató una fuerte oposición de las autoridades islámicas de Sarajevo, pero Beslagic no cedió a las presiones. La participación en el funeral del imán de la ciudad le acabaría costando su cargo.
Votos multiétnicos
Su condición de isla multiétnica en un mar de sectarismo se refleja en su realidad electoral. En las últimas elecciones generales, celebradas el pasado 2 de octubre, los partidos multiétnicos recibieron en Tuzla más de un 80 % de los votos. En cambio, en el resto del país, son los nacionalistas los que suelen recoger más del 70 % de los sufragios.
Su carácter multiétnico permea los aspectos más básicos de la vida diaria. «Aquí, la gente se saluda de forma neutra, con un buenos días, en cambio, en otros lugares, utilizan expresiones de tipo religioso, que ya marcan la identidad confesional, como el asalam aleikum de los musulmanes», comenta Dzemila Agic, directora de una oenegé ambientalista. «Dos de mis compañeras de trabajo han venido aquí a trabajar de otras regiones y han acabado casándose con hombres de otros grupos étnicos. Aquí esto es algo normal, fuera, no», añade.
Tibor Kovacevic, un profesional que trabaja para una compañía logística, se dio cuenta de lo diferentes que son las dinámicas fuera de Tuzla cuando abandonó la ciudad para cursar estudios universitarios. «El entorno me obligó a tener que aprender a descifrar a qué comunidad pertenecía cada persona a partir de su nombre, y me costó bastante. En Tuzla, esto no es importante, y nunca había prestado atención a ello. En mi grupo, somos tres serbios, dos croatas y dos musulmanes», explica Tibor, que se declara un fanático del Sloboda, el histórico club de fútbol de Tuzla, históricamente vinculado a la ideología de izquierda laica.
«Quizá Tuzla es multiétnica sea por su historia como polo industrial del país. Esta es también una región minera. Por eso, hay una fuerte conciencia obrera, y los trabajadores se han acostumbrado a trabajar codo con codo con personas de otras comunidades compartiendo riesgos y penurias», reflexiona Berbic.