El presidente del Parlamento luso abronca a la ultraderecha por su ataque a Lula: «Basta de avergonzar a Portugal»

Brais Suárez
Brais suárez OPORTO / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El aniversario de la Revolución de los Claveles llegó marcado por la división de los diputados ante la comparecencia del mandatario brasileño

25 abr 2023 . Actualizado a las 21:46 h.

No era el ambiente festivo de otro año cualquiera. El clima de crispación y polarización política parecía esperar este 25 de abril para la gran confrontación. La excusa elegida fue el presidente de Brasil, Lula da Silva, a quien el Gobierno invitó a dar un discurso ante el Parlamento con motivo de los actos conmemorativos oficiales del 49.º aniversario de la Revolución de los Claveles. Era inédito en la democracia portuguesa que un líder extranjero se dirigiera a la Asamblea de la República en una fecha tan señalada, e invitarlo era una prerrogativa que no correspondía al Gobierno, sino a la Cámara.

Esas dos formalidades sirvieron para que la derecha, liderada por los radicales de Chega, solicitara eliminar la intervención del brasileño, a lo que los socialistas respondieron con otra formalidad: no hablaría durante, sino antes de comenzar el programa oficial, en una apelación de bienvenida a los diputados.

Su discurso quedó oscurecido por todo lo que lo rodeó, desde una megaoperación policial preventiva, hasta los carteles de «ladrón» y las banderas ucranianas que mostró Chega mientras la mayoría del hemiciclo estallaba en aplausos. Si la estampa ya es histórica, no menos emblemática fue la respuesta del presidente del Parlamento, Augusto Santos Silva: «Ya basta de insultos y de avergonzar el nombre de Portugal».

Lula da Silva, con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, en el Parlamento luso
Lula da Silva, con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, en el Parlamento luso RODRIGO ANTUNES | REUTERS

«Con usted, Brasil vuelve a abrirse al mundo», había recibido Santos Silva al brasileño, elogiando los vínculos entre ambos países y la visión democrática y social de Lula. Este, en su discurso, destacó la «esperanza» que significó el 25 de abril para los brasileños y recalcó la necesidad de seguir luchando contra «las ideologías extremistas impulsadas por la dictadura de los algoritmos» que «propagan el odio».

Víctima de sus críticas a la OTAN en Pekín, el presidente brasileño reiteró: «Condenamos la violación territorial de Ucrania y confiamos en un orden internacional fundamentado en el derecho al respeto y la soberanía nacionales», tras lo que exigió una reconfiguración del Consejo de Seguridad de la ONU. En ese sentido, recordó que el 25 de abril no solo puso «el rumbo hacia la democracia», sino que terminó el «fin de la potencia colonial».

Es que, de hecho, la presencia de Lula simbolizó un acto de hermanamiento con las colonias, con el líder legítimo y elegido por un pueblo con autonomía propia. Es también la reconciliación de Portugal con su pasado, en el que la descolonización jugó un papel esencial, de terapia para la modernización. Aquella lucha, de hace 49 años, sigue siendo motivo de orgullo para un país que siente que se ganó sus derechos. Por eso, también lo es de exigencia: un 43 % de los ciudadanos lusos están hoy insatisfechos con el estado de la democracia, según las últimas encuestas.