
La lucha por el poder entre dos generales deja más de 500 muertos en 15 días
05 may 2023 . Actualizado a las 12:47 h.El 15 de abril, la violencia estalló de nuevo en Sudán. Pero esta vez, no fue a causa de la represión de los manifestantes prodemocracia por parte de las fuerzas de seguridad, sino a causa de la lucha por el poder entre dos poderosos generales. De momento, ya han muerto al menos 528 personas, y más de 4.500 han resultado heridas. No obstante, en un país tan grande y con regiones remotas, se teme que el balance de víctimas sea sensiblemente superior. Por la riqueza de su subsuelo, y su posición geoestratégica, Sudán es un país que suscita el interés de las potencias regionales y mundiales.
antesala de la guerra
Transición inacabada. Cuando en el 2019, decenas de miles de manifestantes se movilizaron contra el dictador Omar al Bashir, las diversas facciones de las Fuerzas Armadas llegaron a un consenso. Forzaron la caída de al Bashir, que gobernó el país durante más de tres décadas.
Las promesas de democratización de los militares resultaron ser huecas. Poco más de dos años de Gobierno de Abdalá Hamdok, en octubre del 2021, dieron un golpe de Estado e instauraron una dictadura militar. Sin embargo, las dificultades económicas y la movilización de la sociedad civil, los forzaron a negociar un nuevo traspaso del poder a un Gobierno civil.
El acuerdo entre buena parte de la oposición civil y los generales se produjo en diciembre del año pasado y fue apadrinado por Estados Unidos. La aplicación del acuerdo ha sido el detonante de las tensiones entre las facciones en conflicto.
lucha por el poder
Al Burhan contra Hemdti. En el fondo, la crisis actual es fruto del choque entre las ambiciones de dos hombres que aspiran a dirigir el país: el general Abdelfatah al Burhan, máxima autoridad del Ejército regular, y Mohamed Hamdan Dagalo, también conocido como Hemedti, líder del grupo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápida (FAR). Según el acuerdo de diciembre, las FAR, que cuentan con más de 100.000 soldados, deberían integrarse en el Ejército regular, lo que significaría que Hemedti perdería el control de sus hombres, y se rompería el equilibrio que se ha mantenido hasta la actualidad con Burhan.
Los recelos de Dagalo son comprensibles, pues sus tropas son las principales responsables de la represión contra los manifestantes en las diversas protestas pro-democracia de los últimos años, así como también de las masacres cometidas en Darfur en las últimas dos décadas. Por esta razón, Dagalo podría perder su riqueza, sino también acabar siendo juzgado en Sudán o en La Haya, sede de la Corte Penal Internacional (CPI). De ahí que la integración rápida de las FAR en el Ejército suponga un riesgo para Dagalo, y la haya querida abortar por la fuerza plantando un pulso a Al Burhan.
conexión rusa
Wagner y las minas de oro. La Rusia de Putin ha desempeñado un papel importante en Sudán desde hace décadas, pues era uno de los aliados del presidente Omar al Bashir. El Kremlin está interesado en abrir una base naval en la costa sudanesa en el mar Rojo, una región que ha ganado importancia a raíz de la guerra del Yemen, y lleva meses negociando esta posibilidad con la cúpula militar en Jartum. Además, el régimen ruso está interesado en los tratos con los militares sudaneses en la explotación de las minas de oro del país, que a menudo se hace de forma ilegal para enriquecer los bolsillos de los cabecillas militares.
El principal beneficiado de este tráfico es Hemedti. Las FAR controlan las zonas donde se concentran las principales minas de oro del país. Según la inteligencia estadounidense, Dagalo ha colaborado durante años con Wagner, la agencia rusa de mercenarios creada por Yevgeni Prighozin, para sacar en aviones privados centenares de kilos de oro.
En esta oscura red, que ha convertido a Dagalo, un antiguo comerciante de camelloS, en el hombre más rico de Sudán, tendría un papel destacado Meroe Gold, una compañía del conglomerado empresarial de Prigozhin. De hecho, Dagalo se hallaba en Moscú en vísperas de la guerra de Ucrania, y sus tropas paramilitares han recibido formación y equipamiento por parte del Ejército ruso.
Rusia asegura que es neutral en el conflicto actual, pero fuentes estadounidenses sugieren que apuesta por Dagalo. Egipto, en cambio, se decanta por Al Burhan. Por su parte, Arabia Saudí y Emiratos Árabes, con buenas relaciones con ambas facciones, estarían intentando junto con Washington frenar un conflicto que puede desembocar en una sangrienta guerra.