Rafael Marco, misionero español en Níger: «Cuando llegué a Níger sentí que había dejado el paraíso»
INTERNACIONAL
El misionero ha decidido seguir en el país africano, donde asegura que «no existe alarma social» por el golpe de Estado
04 ago 2023 . Actualizado a las 19:18 h.Rafael Marco no cree que haya un complot detrás del alzamiento que ha acabado con la primera experiencia democrática en Niamey. Este misionero zaragozano lleva trece años en el país y más de medio siglo en África. «Vine de Benin y, al ver el panorama que me encontré, sentí que había dejado el paraíso», confiesa. «Me encontré un enorme desierto y familias con una media de siete hijos y escasos recursos para salir adelante». Níger está considerado el Estado más pobre del continente, pero la situación parecía cambiar favorablemente. «Vivíamos un período de tranquilidad y cierta prosperidad, a pesar de la miseria. El golpe ha sorprendido a todo el mundo porque no había tensión política. La oposición se quejaba, pero todo parecía funcionar».
El putsch ha sido una iniciativa personal de Abdourahamane Tiani, el nuevo líder surgido del alzamiento, según sus fuentes. «Aquí se dice que iba a ser destituido como responsable de la Guardia Presidencial y que se adelantó a los acontecimientos», indica y explica así la respuesta tardía y poco entusiasta del Ejército.
No se ha producido una evacuación general de la comunidad extranjera. «La Embajada española comunicó que nos facilitaba la repatriación, lo mismo que ha hecho la francesa, porque no hay vuelos comerciales». El temor entre los foráneos se ha intensificado por la atmósfera antifrancesa. «No existe una alarma social y la vida se desarrolla normal», puntualiza. Destaca, como el factor más inquietante, la proliferación en los últimos días de manifestaciones de signo contrario, unas que apoyan al Gobierno democrático y otras a los golpistas.
La irrupción de los rusos como nuevos mejores amigos es una posibilidad que flota en el ambiente. «Hasta ahora, no han mostrado apetencias económicas, tal y como han hecho Turquía y otras potencias». En cualquier caso, no se hallarán a sus anchas, en opinión del sacerdote. «Los franceses no se irán», sostiene. «Una cosa es lo que puedan verbalizar y otra, los intereses que subyacen. Aquí tienen grandes minas de uranio, esencial para sus centrales nucleares, han iniciado la explotación de oro y poseen bases militares en las que han situado las fuerzas que retiraron de Malí».
No son los únicos extranjeros que pueden entrar en conflicto con las estrategias expansivas de Moscú. «Los chinos llegaron hace ocho años y, además de sus demandas de uranio, están construyendo el oleoducto más largo del continente para exportar el crudo que extraen en la zona oriental», alega. El país produce 13.000 barriles diarios y se calculan unas reservas de 150 millones.
El Gobierno del destituido Mohamed Bazoum ya había manifestado su intención de no solicitar los servicios de la compañía Wagner, tal y como ha sucedido en las vecinas Malí y Burkina Faso. «No querían entrar en ese juego vistas las desastrosas consecuencias».
Viajes con escolta
El religioso reside en Dosso, una ciudad situada a 157 kilómetros al sureste de la capital, y forma parte de la Sociedad de Misiones Africanas, socia local de la oenegé española Manos Unidas. Aunque la amenaza terrorista no ha afectado a la zona, reconoce que la inseguridad ha aumentado. «No podemos viajar fuera del centro urbano sin escolta», confiesa y apunta que la ofensiva de los radicales afecta, sobre todo, al oeste. «Se ha producido el desplazamiento de medio millón de personas hacia Tillaberi y Niamey». La ofensiva de Boko Haram, que afectó a la región más meridional, «se halla más o menos controlada».
Pero algo ha cambiado en la sociedad nigerina. «Este es un país laico en el que la actitud de la Iglesia y el islam era de mutuo respeto», recuerda. La situación comenzó a variar hace diez años, con la ofensiva yihadista en el Sahel. «Se ha producido una radicalización de la sociedad», afirma. A raíz de las viñetas de Charlie Hebdo, el presidente acudió a la manifestación de París en pro de la libertad, mientras que en el país se quemaban iglesias. Esa influencia se aprecia hoy en las costumbres. «Sobre todo en la vestimenta de las jóvenes, ahora más veladas».
La inestabilidad de Níger puede afectar tanto a su fragilidad social y política como a los planes de la UE. El país recibía fondos de Bruselas a cambio de impedir los flujos de migrantes. «La ciudad de Agadez se convirtió en una frontera para los subsaharianos que buscaban llegar al Mediterráneo». El desierto nigerino «siempre ha sido un lugar de paso». «Antes lo fue de esclavos y, ahora, de personas que buscan un futuro mejor, de armas y drogas».