El incierto futuro del acuerdo entre Israel y Arabia Saudí
INTERNACIONAL
El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, aseguraba el pasado 20 de septiembre, durante una entrevista en Fox News, que se encontraba «cada día más cerca» de alcanzar un acuerdo histórico para la normalización de las relaciones diplomáticas con Israel, «el mayor desde el fin de la Guerra Fría».
El entendimiento entre el patriarca político de la Liga Árabe con el Estado hebreo supondría la constitución del eje Washington-Tel Aviv-Riad como alianza clave en la región, con asuntos tan relevantes como el desarrollo de un programa nuclear y la colaboración en materia de defensa. Además, daría continuidad a los Acuerdos de Abraham que en el 2020 abrieron las relaciones de Israel con Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán.
Con todo, los dos actores en juego eran conscientes de que este acuerdo pasaría por la escalada de tensión en Palestina. La unanimidad entre las partes, respecto a que el entendimiento supondría un avance contundente en el conflicto árabe-israelí, se encontró con la férrea posición de Irán que, a pesar del restablecimiento de sus relaciones diplomáticas con Riad en marzo, ve como una amenaza la materialización de dicha alineación, clave en escenarios como la guerra de Yemen, donde Riad lidera la coalición árabe contra las milicias hutíes alineadas con Teherán.
El boicot iraní pasa por el intento de ruptura de la unidad entre suníes, denunciando una falta de compromiso de Arabia Saudí con sus hermanos palestinos y calificando el acuerdo como «una puñalada por la espalda a los palestinos».
En este contexto, Hamás perpetraba su masacre en territorio de Israel. Aunque Teherán no confirmó su participación directa en el ataque, el líder de Hamás y el ministro de exteriores de Irán celebraron en Catar la «victoria histórica» y pactaron seguir cooperando para alcanzar los objetivos de Hamás, que pasan por su alineación con las posiciones chiíes de Hezbolá en el sur del Líbano.
Tras el ataque, y con la respuesta de Israel sobre Gaza, la diplomacia saudí se apresuraba a paralizar los acuerdos alcanzados con Israel. En su comunicado oficial, Riad hacía un llamamiento a la interrupción de las tensiones entre «facciones palestinas» y «fuerzas de ocupación israelí», haciendo referencia la «explosión de la situación en Palestina», lejos de una condena firme a Hamás, como era de esperar en Washington. Este comunicado fue seguido de una conversación telefónica con Irán, el primer contacto desde marzo entre los líderes de ambos países, en la que coincidieron en su apoyo a Palestina y el reconocimiento de crímenes de guerra por parte de Israel.
Todo parece apuntar a que los planes de Washington para la integración de Israel en la región han sufrido un fuerte revés desde el inicio de la violencia en Palestina. La monarquía que custodia las ciudades santas del islam no puede abandonar ahora el sentimiento común de los Estados árabes respecto a Israel. Y mucho menos consentir la adhesión de la causa palestina a los intereses de Irán, convirtiendo a Gaza en un reducto de influencia chií. No cabe duda de que la evolución en el terreno de batalla determinará si los acuerdos entre Israel y Arabia Saudí pasarán a la historia como simple papel mojado.