Irán rebaja a 84 los muertos en el atentado junto a la tumba del general iraní Soleimani

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Dos bombas explosionaron en el cuarto aniversario de su asesinato

04 ene 2024 . Actualizado a las 17:18 h.

El ministro del Interior de Irán, Ahmad Vahidi, rebajó este jueves a 84 la cifra de fallecidos en el atentado terrorista del miércoles en la ciudad de Kerman, frente a las 103 que se anunciaron en un primer momento, si bien reconoció que aún hay varias personas en estado crítico y en condiciones «poco favorables». Según informa la agencia iraní Tasnim, vinculada a los Guardianes de la Revolución, Vahidi dio esa cifra durante la visita a varios hospitales de la zona, citando datos de los forenses. La nota no explica el motivo por el que la cifra se redujo en casi 20 personas.

El ministro también indicó que de las 284 personas que resultaron heridas, 220 aún siguen hospitalizadas, la mayor parte en condición estable o que solo necesitan «cirugías menores».

Se produjeros dos explosiones cuando se conmemoraba el cuarto aniversario de la muerte del general Qasem Soleimani. Las bombas estaban colocadas en bolsas, en el camino hacia el cementerio de Kerman —donde Soleimani está enterrado—, y estallaron cuando miles de personas se dirigían hacia allí en procesión para conmemorar al emblemático general, asesinado por EE.UU. en el 2020. Según las autoridades iraníes, los explosivos fueron detonados por control remoto.

Vídeos y fotografías de los medios estatales mostraban decenas de cuerpos despedazados, caos generalizado, sirenas sonando y heridos —entre ellos niños— desplomándose en el suelo. «Dios nos ayude. Los han matado a todos», clamaban algunos a gritos.

Justo antes de la primera explosión, miles de personas caminaban por una calle llena de puestos de comida y bebida y de banderas mientras una oración del Corán sonaba a través de altavoces. Entonces, una gran sacudida hizo temblar el suelo, y los rezos fueron reemplazados por alaridos. «La mayoría de las víctimas se deben a la segunda bomba —dijo el ministro de Interior, Ahmad Vahidi—. Explotó minutos después de la primera, cuando una multitud se había reunido para ayudar a los heridos».

Algunos iraníes, a través de redes sociales, culpaban al Gobierno y a los cuerpos de seguridad locales por no haber conseguido asegurar un evento de tan alto perfil. Hace cuatro años, durante el funeral del general Soleimani, una estampida en la misma carretera acabó con la vida de más de 50 personas.

La marca del terrorismo suní

Vahidi aseguró que la situación en Kerman ya estaba bajo control de las fuerzas militares y de seguridad, y añadió que «si Dios quiere, daremos una gran bofetada a los responsables de este atentado terrorista». El líder supremo de la república islámica, el ayatolá Alí Jamenéi, prometió también una «dura respuesta».

De momento, nadie ha reclamado la autoría de lo que Irán define como «atentado terrorista». Pero los separatistas árabes, el Estado Islámico y otros grupos yihadistas suníes han llevado a cabo ataques mortales contra las fuerzas de seguridad y santuarios chiíes en el país a lo largo de los últimos años, según la BBC. Los chiíes y los suníes son las dos principales ramas del islam, y algunas de sus facciones mantienen una disputa desde hace siglos. En Irán, aproximadamente un 90 % de la población (incluido el Gobierno) sigue la rama chií.

El incidente, por otro lado, ha sembrado el miedo y elevado la tensión en Oriente Medio, después de que el número dos de Hamás, Saleh al Aruri —respaldado por Irán— fuese asesinado el martes en un ataque con aviones no tripulados israelíes en Beirut (Líbano).

«La UE condena en los términos más graves posibles las bombas que explotaron hoy [por ayer] en la ciudad de Kerman, en Irán. Los perpetradores deben rendir cuentas», comunicó el Servicio Europeo de Acción Exterior.

El general Soleimani besando la mano de su madre, el martes en un muro publicitario de Teherán.
El general Soleimani besando la mano de su madre, el martes en un muro publicitario de Teherán. ABEDIN TAHERKENAREH | EFE

Qasem Soleimani, el «héroe» que se convirtió en mártir

Han pasado cuatro años desde que el poderoso general Qasem Soleimani perdió la vida en Bagdad. El 3 de enero del 2020, un dron militar pilotado desde Estados Unidos alcanzó su comitiva cuando salía del aeropuerto y terminó con su vida, pero no con su icono.

Soleimani era el representante para Oriente Medio de Alí Jamenéi —líder supremo de Irán—, y dirigía la fuerza de élite Quds de la Guardia Revolucionaria. Había sido aclamado como un héroe por construir y armar una red de milicias que contrarrestaron a EE.UU. e Israel, y consolidaron el poder de Teherán en el Líbano, Irak, Siria y Yemen. Cuando falleció, se convirtió en mártir y aún ahora mantiene un poder casi mítico.

La orden de asesinato llegó desde Mar-a-Lago, la mansión de Donald Trump en Florida. El magnate, que en aquel momento todavía era presidente de EE.UU., aseguró que había actuado «para detener una guerra, no para declararla». El entonces secretario de Estado Mike Pompeo justificó el ataque alegando que Soleimani «estaba tramando acciones inminentes en la región» que «habrían puesto decenas, si no cientos, de vidas estadounidenses en peligro».

Pompeo no entró en detalles sobre esas presuntas acciones, pero aseguró que las agencias de inteligencia tenían información.

La cara de la influencia chií

El funeral de Soleimani atrajo a más de un millón de personas, según cifras oficiales, y todos los años decenas de miles de iraníes todavía celebran procesiones y ceremonias en su honor.

El general llegó a convertirse en la cara del eje chií en Irán, al mantener estrechos vínculos personales con los líderes aliados del país en la región. Las milicias sirias e iraquíes que ayudó a establecer también desempeñaron un papel fundamental en la derrota del Estado Islámico, el grupo extremista suní que invadió grandes zonas de Siria e Irak a mediados de la década del 2010.

Los aliados armados y financiados por Soleimani incluían a Hamás, el grupo militar y político que controla la Franja de Gaza, así como a Hezbolá, la organización de milicias que domina la mayor parte del Líbano. Hezbolá ha estado chocando con las fuerzas israelíes desde el 7 de octubre —fecha del ataque de Hamás que desató la guerra— en la línea azul, la frontera que divide ambos países.