EE.UU. vuelve a atacar a los hutíes, que amenazan con una respuesta «fuerte y efectiva»

Mikel Ayestarán ESTAMBUL / COLPISA

INTERNACIONAL

Tropas hutíes, en un simulacro con drones con soldados pisando una bandera de EE.UU.
Tropas hutíes, en un simulacro con drones con soldados pisando una bandera de EE.UU. HOUTHIS MEDIA CENTER HANDOUT | EFE

La milicia yemení se ha convertido en una amenaza para Washington y para el comercio mundial

14 ene 2024 . Actualizado a las 14:49 h.

Estados Unidos volvió a golpear este sábado a los hutíes de Yemen con un nuevo ataque de misiles Tomahawk contra una planta de radares. Mientras los rebeles clamaban venganza por el bombardeo del viernes, los estadounidenses decidieron mover ficha de nuevo con el objetivo de salvaguardar el tránsito de los buques comerciales por el Mar Rojo. Este segundo ataque alcanzó los alrededores del aeropuerto internacional de Saná y «no dejó heridos, ni grandes desperfectos», apuntaron los hutíes, que claman venganza y anuncian una respuesta «fuerte y efectiva». Estos bombardeos suponen un punto de inflexión y Joe Biden aseguró que suponen un mensaje directo a Irán, el gran apoyo de los hutíes. El presidente aseguró que «nos aseguraremos de responderles si continúan con este comportamiento escandaloso». La pelota está ahora en el tejado de la milicia zaidí.

La guerra en Gaza se expande a Yemen de la mano de una milicia que cuenta con el apoyo de Irán y sigue el modelo del grupo libanés Hezbolá, otro aliado de la república islámica en la región. El diseño de frentes múltiples anti israelíes diseñado por el general de la Guardia Revolucionaria iraní Qassem Soleimani, abatido en el 2020 en Bagdad por Estados Unidos, se consolida y los hutíes logran elevar su estatus hasta convertirse en amenaza para Washington y el comercio mundial. Su respuesta a los bombardeos de Estados Unidos obliga a que las compañías navieras cambien sus rutas y eviten el mar Rojo. Este es el arma más importante de los hutíes y visto el impacto que ha tenido seguirán atacando barcos y otros intereses vinculados con Estados Unidos e Israel en la región.

En solitario

A diferencia de la operación del viernes, en la que también participó Reino Unido, la segunda fue llevada a cabo únicamente por Estados Unidos. «Estos ataques no tienen asociación y son independientes de la operación guardián de la prosperidad, una coalición defensiva de más de 20 países que operan en el mar Rojo, el Estrecho de Bab al Mandeb y el Golfo de Adén», informó el Pentágono. En el pasado Washington ha operado en multitud de ocasiones contra la facción local del Al Qaida en Yemen, pero ahora el objetivo son los hutíes, quienes controlan la capital desde el 2015.

Uno de los problemas para Estados Unidos es que los hutíes salen de una guerra contra Arabia saudí que estalló en el 2015 y desde entonces todos los objetivos que bombardean ya han sido castigados, por lo que no queda mucho margen para ataques que puedan afectar a la operatividad de la milicia.

Los hutíes muestran su solidaridad con Hamás con ataques a barcos comerciales que navegan por sus costas. Esto ha hecho que la atención mundial se desvíe desde la Franja de Gaza hasta las aguas de un mar Rojo que, en palabras de Recep Tayyip Erdogan, Estados Unidos trata de convertir en «un mar de sangre». Esta crítica es importante porque viene de boca de un aliado de la OTAN. Cuando todas las miradas apuntaban al frente de Hezbolá, los hutíes han dado un golpe en la mesa con su hostigamiento al tráfico marítimo y seguirán por este camino porque han visto que supone un problema para Washington.

El mar Rojo, un polvorín con flotas de guerra de seis países

Por primera vez en décadas, flotas de guerra de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, Israel, China, India e Irán se ven las caras en un espacio limitado como el mar Rojo y en un escenario de conflicto armado en plena escalada. Los navíos desplegados en esta zona, además, son algunos de los más avanzados en cuanto a tecnología para el control y lanzamientos de misiles y, en el caso de Estados Unidos, sus portaviones más modernos se encuentran en la región.

Esta acumulación de barcos de combate pretende asegurar el tráfico marítimo en el mar Rojo, una zona marítima de 2.200 kilómetros de largo por la que circulan cada año cerca de 20.000 cargueros, lo que supone el 11 % del tráfico mundial, amenazado ahora por la milicia proiraní de los hutíes. Sin embargo, no todos los países desplegados tienen los mismos objetivos ni cuentan con las mismas capacidades. India y China, por ejemplo, solo intervienen en labores de escolta e Irán apoya sin tapujos a los hutíes.

Despliegue de EE.UU.

El mayor despliegue lo ha realizado EE.UU., que envió al golfo de Adén, la entrada al mar Rojo, el portaviones Eisenhower y sus navíos de apoyo. Este barco de propulsión nuclear, tiene una tripulación de 3.200 personas y embarca casi un centenar de aviones y helicópteros. Le acompañan un crucero, cuatro destructores y buques de desembarco. Su capacidad se ve reforzada además por tres cruceros británicos, preparados para los ataques con misiles, así como la fragata francesa Languedoc. Junto a este despliegue occidental, India ha enviado un total de diez navíos de guerra para asegurar que sus mercantes puedan navegar por la región. Su despliegue, que incluye patrulleros, buques antimisiles y un avión de vigilancia electrónica, se produjo después del ataque sufrido por el Chem Pluto. Este petrolero japonés llevaba una tripulación india y fue alcanzado por un misil.

Otra de las grandes flotas que se encuentra en las inmediaciones del mar Rojo es el 45 grupo de combate y escolta de la Armada del Ejército Popular de Liberación chino. Esta agrupación naval está compuesta por fragatas y buques de aprovisionamiento.

Cien días de la guerra entre Israel y Hamás

En las guerras, las fechas simbólicas son solo una muestra del dramatismo de los conflictos. Casi 24.000 palestinos han muerto después de la irrupción del ejercito israelí en Gaza en respuesta a los ataques de Hamás del pasado 7 de octubre, hace cien días. Más de 10.000 de los fallecidos eran niños, según los últimos datos de la oenegé Save the Children, lo que supone el 1 % de la población infantil que había en la zona antes de estallar el conflicto, lejos todavía de resolverse.

Son cifras que no dejan de crecer. Ayer, decenas de muertos encordaban las estadísticas a causa de los bombardeos israelíes sobre principalmente el área de Jan Yunis, en el sur. En la ciudad de Rafah, el área supuestamente segura en el extremo sur del enclave, al menos 10 civiles, entre ellos niños, murieron y decenas resultaron heridos en un ataque aéreo israelí por la noche dirigido a una casa que albergaba a personas desplazadas.

Además, por segundo día, las comunicaciones y los servicios de internet quedaron completamente cortados como consecuencia de la campaña militar israelí en el enclave, que sufre su séptimo apagón desde que comenzó la ofensiva terrestre.

El responsable de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Martin Griffiths, volvió a pedir el sábado un alto el fuego en el conflicto durante una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU. «La situación sigue siendo espantosa», dijo. «Podemos verlo en las decenas de miles de personas muertas y heridas, la gran mayoría mujeres y niños. Podemos verlo en el desplazamiento forzoso de 1,9 millones de civiles, un asombroso 85 % de la población total, traumatizada y obligada a huir una y otra vez mientras llueven las bombas y los misiles», ilustró el representante de Naciones Unidas. «Es una guerra que se ha llevado a cabo sin tener en cuenta el impacto sobre los civiles», concluyó. El gobierno de Hamás en la Franja de Gaza estimó que al menos 1.300 camiones de comida son necesarios diariamente para cubrir las necesidades alimenticias del norte de la Franja, en riesgo de sufrir «una verdadera hambruna». La ONU elevó en diciembre la alerta por esta razón en la Franja de Gaza al nivel máximo y el Programa Mundial de Alimentos estima que más de 557.000 gazatíes, un cuarto de su población, ya sufren hambre severa y desnutrición.