Un «boy scout», un soldado y varios sargentos de élite, así eran los primeros militares israelíes muertos en el Líbano

Mikel Ayestaran BEIRUT / COLPISA

INTERNACIONAL

Fotografías de los ocho militares israelíes muertos en el Líbano.
Fotografías de los ocho militares israelíes muertos en el Líbano. EFE

«Son pueblos fantasma, quemados», narró en un vídeo el capitán Eitan Itzhak Oster sobre las comunidades hebreas bombardeadas por Hezbolá poco antes de entrar en combate

04 oct 2024 . Actualizado a las 16:01 h.

Mientras Oriente Medio espera la respuesta de Israel al lanzamiento de 181 misiles por parte de Irán, el frente libanés entró este miércoles en una nueva fase con los primeros ocho soldados israelíes muertos en una emboscada de Hezbolá. Veinticuatro horas después de anunciar el inicio de la «operación terrestre limitada», los comandos de élite entraron en suelo libanés a través de Odeissa y allí fueron sorprendidos por los milicianos. Los duros bombardeos de los últimos días sobre esta zona para intentar allanar el paso de las tropas no lograron su objetivo e Israel tuvo que retroceder para evacuar a sus muertos y heridos en una maniobra complicada bajo fuego enemigo.

«Son pueblos fantasma». El capitán Eitan Itzhak Oster había publicado un vídeo en el que narraba sus impresiones durante una reciente visita a las comunidades israelíes fronterizas con el Líbano que han sido blanco de los cohetes de la milicia chií Hezbolá en el último año. «El norte está quemado y abandonado. Esa es una de las cosas que más me ha costado asimilar», confesaba. Solo unos días después, Eitan Itzhak Oster se convertía este miércoles en el primer militar de Israel muerto en la batalla del Líbano.

Se trató de una jornada aciaga para las Fuerzas de Defensa que en un mismo día perdieron a otros siete militares. El balance, solo equiparable a los peores días de enfrentamiento contra las fuerzas de Hamás en Gaza, es una buena muestra de la crudeza de los combates que se suceden en el sur del país junto a la Línea Azul que separa el Líbano de Israel. Después de investigar las confrontaciones, el Estado Mayor ha informado este jueves que seis de los fallecidos murieron en una emboscada con morteros durante un tiroteo en una aldea y los otros dos en una refriega de artillería todavía confusa.

A sus 22 años, Eitan Itzhak Oster era ya capitán de en la unidad de élite Egoz, especializada en antiterrorismo y labores de contrainsurgencia. Entró en el Líbano en la noche del lunes, abanderando las operaciones que Israel desarrolla contra la infraestructura de Hezbolá cerca de la frontera. No en vano, la Yehidat Egoz se fundó en 1995 como heredera de otras históricas unidades con la misión de incursionar en territorio libanés y combatir a la milicia chií.

Oster tenía seis hermanos. Antes de ser movilizado al país vecino, dejó un mensaje en el que les recordaba junto a sus padres Doev y Yael. Sobre su misión, explicaba: «Nos preparamos mucho y esos son los valores que me inculcaron en casa. Ahora es el momento de cumplir nuestra misión: traer a los habitantes del norte a sus hogares», manifestaba en alusión a los miles de israelíes que han debido dejar sus ciudades ante los bombardeos de Hezbolá.

Harel Etinger también consiguió convertirse en capitán del mismo equipo una edad temprana, 23 años. Oriundo de Jerusalén, murió junto a Oster en la emboscada de Maroun al Ras. Tamar, su madre, y sus once hermanos recibieron este miércoles la notificación de su muerte en combate. Es la segunda vez que la familia se ve sacudida por la tragedia del radicalismo. A los 19 años, Harel contempló cómo su padre, el conocido rabino Ahiad Entinger, fallecía en un atentado en Cisjordania. Un lobo solitario, un joven palestino de 19 años, acuchilló a un soldado israelí, le arrebató el arma y comenzó a abrir fuego sobre otro militar y varios coches que circulaban por la zona. El rabino conducía uno de ellos. Recibió varios disparos y falleció horas más tarde en el hospital.

Entre los ocho militares caídos en el Líbano se encuentra también el sargento de primera clase Nazar Itkin. Vivía en Kiryat Ata, una ciudad de 60.000 habitantes en el distrito de Haifa. Se afincó en Israel después de emigrar junto con su padre desde Ucrania en el 2014. Su familia vive en Kiev. También era miembro de la unidad Egoz. Participaba en el rescate de varios heridos durante el tiroteo en Maroun al Ras. Al parecer, un grupo de milicianos les emboscaron con morteros en el momento en que se retiraban.

Itai Ariel Giat, muerto en el mismo suceso, tenía 23 años y procedía de Haifa. Había conseguido ingresar en la unidad Yahalom, creada en el 2014 específicamente para destruir los túneles de las milicias de Hamás y Hezbolá en Israel y el Líbano. Era conocido por su destreza. Cada uno de los miembros de Yahalom recibe un entrenamiento especial para luchar en entornos cerrados y contrarrestar los vértigos, la claustrofobia o la pérdida de orientación en galerías subterráneas donde apenas caben con sus equipos.

El sargento de primera clase Noam Barzilay, de 22 años, procedía de Kochav Ya'ir, una localidad colindante con Cisjordania. Su asesinato ha caído como un mazazo entre sus vecinos y, en especial, dentro de las organizaciones de boy scout donde era muy popular desde niño. «Todos lo extrañaremos», ha lamentado uno de sus instructores tras señalar que Barzilay «era una figura destacada en el equipo de entrenamiento y en los equipos activos». El pueblo de Kochav Ya'it ha emitido un comunicado en el que le recuerda como «un luchador feroz. El dolor no tiene fin. Que el recuerdo de Noam sea una bendición».

«Tenía el corazón más puro, sin una gota de maldad. Todos sus amigos lo adoraban, su comunidad lo amaba». Con estas palabras se han despedido los allegados del sargento Or Mantzur, de 21 años, quien resultó alcanzado por la metralla de un mortero en Maroun al Ras. Había nacido en Beit Arye, un asentamiento israelí en Cisjordania próximo a Ramala. Se le consideraba experto en la guerra de guerrillas. Egoz, su unidad, está desplegándose ahora en el sur libanés después de participar en cientos de operaciones de combate urbano en Gaza, sobre todo en los primeros meses de ocupación israelí de La Franja.

Almken Terefe, de 21 años, y nacido en Jerusalén, era sargento del Estado Mayor. Perdió la vida junto a su compañero Ido Broyer, también de 21 años, cuando cumplían una misión y presumiblemente fueron víctimas de la explosión de varios cohetes. Otras fuentes señalan que pudieron morir a consecuencia del fuego antitanque de Hezbolá.

Los dos militares pertenecían a la Brigada Golani, la legendaria unidad del olivo verde que comenzó siendo un batallón de campesinos en 1947 y hoy es una de las fuerzas de ataque más poderosas del Ejército de Israel. En la guerra que se libra en Gaza desde hace un año ha destacado porque sus comandos destruyeron al batallón de élite de Hamás, Sabra-Tel al-Hawa, matando a trescientos de sus militantes. Es una de las primeras divisiones en entrar en el Líbano esta semana. Avanza como una brigada acorazada de infanteria de élite.

Almken Terefe fue nombrado en el 2022 como soldado destacado de las Fuerzas de Defensa. Su entierro está previsto el domingo en Jerusalén. Ido Broyer, miembro de la sección de reconocimiento de la Golani, acompañaba a Terefe cuando fueron sorprendidos por Hezbolá.

Violentos combates

Las ocho muertes ejemplifican cómo el Ejército intentó penetrar por diferentes puntos de la Línea Azul en medio de fuertes dificultades. En los violentos combates en Maroun al Ras, Hezbolá aseguró que destruyó tres tanques. Los milicianos también informaron de que hicieron explotar varias bombas trampa al paso de los israelíes en Yaroun. Según las Fuerzas de Defensa, las unidades mataron al menos a treinta milicianos durante la jornada.

Pese a los golpes que la Inteligencia israelí ha asestado en las últimas semanas a Hezbolá y al descabezamiento de toda su cúpula de mando, Hasán Nasralá incluido, la milicia proiraní demostró en la primera jornada de combates cuerpo a cuerpo que mantiene la capacidad de hacer daño a un enemigo infinitamente superior en cuanto a potencia militar. Los misiles y cohetes que el Partido de Dios lanza cada día suelen ser interceptados y es en el enfrentamiento sobre el terreno donde pueden plantar cara unos milicianos que se preparan desde 2006 para un momento como éste.

Regreso seguro

La respuesta de Israel fue la movilización de la 36 División del ejército. En la noche de este martes mostró fotos de sus experimentados soldados dentro de territorio libanés. El objetivo de los militares es establecer una zona de seguridad a lo largo de la frontera que permita el regreso seguro a sus casas de los más de 60.000 israelíes que se han visto obligados a huir debido al hostigamiento diario de Hezbolá. La organización disparó en las últimas horas casi dos centenares de cohetes contra el Estado hebreo, cuya artillería respondió con 450 misiles.

Los frentes se multiplican en la mesa de un Benjamín Netanyahu que felicitó el año nuevo judío a los ciudadanos diciendo que «empieza el año de la victoria». A la espera de la «dura respuesta» prometida contra Irán, los israelíes bombardearon con saña Gaza, donde mataron a docenas de personas en dos escuelas-refugio de la ONU, intentaron avanzar por tierra en el Líbano y bombardearon diferentes objetivos en Siria, uno de ellos en Mezze, barrio de Damasco donde hay numerosas embajadas.

A las puertas del primer aniversario de los brutales ataques de Hamás del 7 de octubre, Netanyahu pisa el acelerador y apunta a la república islámica, país al que ve detrás de todos los problemas de seguridad que afectan al Estado judío. El primer ministro se reunió con el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el jefe del ejército, Herzi Halevi, para analizar la nueva situación generada por el ataque iraní. El ejército realizó un nuevo balance de daños y reconoció que «varios misiles cayeron dentro de bases de la fuerza aérea israelí. Ninguna infraestructura o capacidad ofensiva resultó dañada. No se reportaron víctimas ni daños a los aviones».

A diferencia de lo sucedido en abril, cuando el régimen de los ayatolás lanzó 350 misiles y drones, en esta ocasión varios proyectiles lograron superar las medidas de defensa desplegadas por Tel Aviv, que contó con la ayuda de EE.UU. y el Reino Unido.

Las calles de Teherán amanecieron con carteles en los que se podía leer «Estamos preparados», en alusión a las amenazas de Netanyahu sobre el golpe que le espera a la república islámica por haberle lanzado los misiles. «Nuestra acción ha concluido a menos que el régimen israelí decida seguir. En ese escenario, nuestra respuesta será más fuerte y poderosa», avisó el ministro iraní de Exteriores, Abbas Araqchi.

Durante toda la jornada se especuló con los posibles objetivos que podría atacar Israel y los más señalados fueron las plantas nucleares y las instalaciones de gas y petróleo, claves para la maltrecha economía nacional. Fuentes de Inteligencia señalaron que «el objetivo causará daño económico». Portales como Axios indicaron que la posibilidad de realizar asesinatos selectivos y operaciones contra la defensa aérea también está entre las opciones contempladas.

Joe Biden puso freno a este debate y advirtió al primer ministro que EE.UU. no apoyará ningún ataque contra el programa nuclear de Irán. El mandatario reconoció que tanto él como los demás miembros del G7 están de acuerdo en que Israel tiene «derecho a responder» a la agresión del martes, pero «debe responder proporcionalmente».

Teherán será escenario este miércoles durante la oración principal de la Universidad de un acto de homenaje a Nasralá, el líder de Hezbolá asesinado por el Ejército israelí, y el rezo será dirigido por el Líder Supremo, Alí Jamenéi, algo poco habitual. Jamenéi es quien tiene la última palabra en las decisiones clave del país, como lo fue el ataque del martes contra el Estado hebreo.