Su presencia en la cumbre de los países emergentes en Kazán enfurece a Kiev
25 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Desde que Rusia desencadenó la invasión de Ucrania, la posición del secretario general de la ONU, António Guterres, se ha tornado muy inestable. Dar la razón al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dificulta después la interlocución con Moscú, pero satisfacer solícitamente determinadas peticiones del Kremlin —como la asistencia a la cumbre de los BRICS, los países emergentes, celebrada esta semana— provoca ira y desazón en Kiev. Sobre todo después de haber visto este jueves al jefe de las Naciones Unidas saludar al mandatario ruso, Vladimir Putin, al estilo japonés, con inclinación pronunciada de cabeza, y abrazar efusivamente al dictador bielorruso Alexánder Lukashenko.
Kiev criticó el martes duramente la decisión de Guterres de trasladarse al foro de los países emergentes en Kazán tras no haber asistido a la conferencia de paz impulsada por Zelenski hace unos meses en Suiza. El Ministerio de Exteriores ucraniano lo acusó de haber «socavado aún más la autoridad ya debilitada de la ONU al mostrar que tiene un doble rasero cuando se trata de condenar la muerte de civiles». «Sus acciones para darle a Putin el oxígeno de la respetabilidad que anhela son escandalosas», remató. Pero el secretario general de las Naciones Unidas, a pesar de regalar al jefe del Kremlin el gesto que buscaba, y además en su casa, reiteró su postura sobre la guerra que desangra a Ucrania. «Necesitamos la paz», reclamó. Una «paz justa».
La realidad sobre el terreno
En las primeras semanas de la invasión rusa, Guterres estuvo en Kiev y Moscú, en pleno asedio de Mariúpol. Luego participó en las negociaciones para la exportación de grano. Después, los contactos diplomáticos entre Rusia y la ONU quedaron seriamente reducidos. De ahí que el jefe de las Naciones Unidas haya dado mucha importancia a la reunión a solas que mantuvo este jueves con Putin. En relación con el conflicto en Ucrania, durante la rueda de prensa que sirvió de colofón de la cumbre, el jefe del Kremlin dijo sobre el fin de la guerra que «estamos dispuestos a considerar cualquier negociación de paz basada en las realidades sobre el terreno», es decir, considerar como rusos los territorios ucranianos ocupados por su Ejército.
En verano, sin embargo, había ido más allá y exigido a Kiev que retirara sus tropas de las zonas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, que todavía controla. «No ocultan el objetivo de infligir una derrota estratégica a nuestro país», lanzó Putin, que advirtió de que «estos son cálculos ilusorios que solo pueden hacer aquellos que no conocen la historia de Rusia y no tienen en cuenta la unidad, la fortaleza y la cohesión de su pueblo que se forjaron durante siglos».
El tercer y último día de la cumbre de los BRICS en la ciudad rusa de Kazán se celebró en formato plus. A la misma mesa con los líderes de los nueve integrantes de la organización (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía) se sentaron, además de Guterres, dirigentes y jefes de Estado de 19 países de Asia, África, Oriente Medio y Latinoamérica. Este jueves se incorporaron también algunos ministros extranjeros, como el de Exteriores de Arabia Saudí, Faisal bin Farhan al Saud.
El papel de la ONU en la actual situación mundial fue uno de los asuntos que centraron las intervenciones. Putin destacó que «no existe alternativa a las Naciones Unidas como organización internacional universal, pero arrastra muchos problemas». Según sus palabras, «el mundo está evolucionando y todas las estructuras que se crearon hace décadas deben modificarse». La cuestión más candente es la composición del Consejo de Seguridad, sus miembros permanentes y el derecho de estos a vetar resoluciones, aspecto en el que la visión de Rusia y China difiere de la de Estados Unidos, Reino Unido y Francia. A este respecto, señaló que, para un mejor funcionamiento de la organización, «hay que ampliar la representación» en ese foro «a los países de Asia, África y América Latina, incluidos aquellos cuyos líderes están en esta sala».
«Una gran familia»
Putin defendió que «la reforma de las instituciones vinculadas a la ONU y de las estructuras financieras globales hace tiempo que debería haberse llevado a cabo. El peso de los países en desarrollo en la economía global ha cambiado significativamente en las últimas décadas». El presidente iraní, Masud Pezeshkian, vino a darle la razón al deplorar la «ineficacia» de las Naciones Unidas y su incapacidad de «contener el incendio» en Oriente Medio.
El jefe del Kremlin aprovechó su alocución para recordar que el 24 de octubre de 1945, hace ahora justo 79 años, «entró en vigor la Carta de la ONU, cuyos principios han formado la base de las relaciones interestatales y del derecho internacional durante casi ocho décadas». Haciendo alusión al llamamiento de Guterres a la necesidad de un mundo más solidario, pacífico, familiar y la exigencia de una «paz justa», el presidente ruso subrayó que el secretario general de las Naciones Unidas «dijo que deberíamos vivir como una gran familia, y así es como vivimos. En las grandes familias hay escándalos, desacuerdos y a veces incluso peleas».