El nuevo Gobierno sirio arranca bajo los ataques de Israel a objetivos militares

Mikel Ayestaran DAMASCO / COLPISA

INTERNACIONAL

Varias embarcaciones del régimen sirio destruidas, este martes tras el ataque israelí en Latakia.
Varias embarcaciones del régimen sirio destruidas, este martes tras el ataque israelí en Latakia. BILAL AL HAMMOUD | EFE

Unos 480 bombardeos rodean el avance de las tropas telavivíes hacia Damasco

11 dic 2024 . Actualizado a las 18:58 h.

Suenan varias ráfagas de AK-47 en la plaza de los Omeyas y un grupo de milicianos corre entre la multitud para callar las armas. «¡No más disparos, no más disparos!», es la orden a unos recién llegados que, llenos de euforia, han descargado sus fusiles en el cielo de Damasco en señal de victoria por la caída del régimen. Vuelve el silencio y, tras la tensión inicial, los abrazos entre los hombres vestidos con ropas militares, algunos encapuchados y, los menos, con el anagrama del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el uniforme. La mezcla de grupos genera confusión entre los damascenos.

Son días de euforia, pero las nuevas autoridades quieren que regrese la normalidad lo antes posible y el gabinete interino de Siria ya está en marcha con el tecnócrata islamista Mohamed al Bashir como nuevo primer ministro. Este período de transición se espera que se alargue hasta el 1 de marzo. Hasta ese momento, el antiguo líder del Gobierno de Salvación de Idlib, en el noroeste del país, será jefe del Ejecutivo de todos los sirios. Mientras los hongos de humo negro se elevaban al cielo tras una brutal noche de bombardeos de Israel contra bases y aeropuertos militares, Al Bashir pronunciaba sus primeras palabras en el cargo para hablar de reconstrucción y prometer que «nos centraremos en sectores vitales, creando oportunidades de empleo y fomentando las inversiones». Al mismo tiempo, el líder miliciano Abu Mohamed al Jolani aseguraba que perseguirá a «todos los criminales», y que pronto publicará una lista con sus nombres.

La economía del territorio está hundida después de 13 años de guerra, corrupción y bloqueo y la población vive en la miseria. No hubo en el discurso de Al Bashir ni una referencia a los ataques perpetrados por Israel sobre el país —unos 480 en apenas 48 horas, según Tel Aviv— para acabar con munición, cohetes de alcance medio y plantas de armas químicas del antiguo régimen. En la ciudad portuaria de Latakia, la destrucción fue enorme. En su avance hacia la capital, los israelíes acabaron con la flota siria para que, como en el caso del armamento, ningún otro grupo pudiera hacer uso de ella.

Reapertura del comercio

Las nuevas autoridades han adelantado que los milicianos abandonarán de forma progresiva las ciudades y transferirán la seguridad a la policía. Otro de los pasos clave para retomar la normalidad es la reapertura del comercio y Damasco vio este martes cómo las tiendas levantaban las persianas por primera vez en la nueva era. Todo un reto para unos ciudadanos que se acostaron bajo el control del régimen y despertaron con los grupos armados de la oposición en las calles y el omnipresente Bachar al Asad, hasta entonces su presidente, desaparecido.

La imprenta de Said al Housari echa humo. En 24 horas ha lanzado 30.000 nuevas banderas de Siria, con los colores negro, blanco y verde. Donde antes salían imágenes de Asad, ahora lo hacen las insignias de los grupos que lo han derrotado. «Unas son para regalar, para decorar calles y tiendas y otras para la venta. Usamos buen material para que duren más y el objetivo es que la gente le coja cariño lo antes posible a la nueva era», explica Said, de 29 años.

Uno de los que ha comprado esas banderas es Yasin Midani, que la ha colocado en la parte delantera de su papelería. Primer día de apertura del comercio y se muestra «muy esperanzado de que las cosas salgan bien en nuestro país, estamos felices, nos sentimos libres y lo más importante es la unidad nacional, que las sectas sigamos juntas». Trabajar en esta nueva Siria es hacerlo en territorio virgen, entrevistar a gente que nunca se atrevía a decir lo que pensaba ante una cámara y menos ante un periodista extranjero. Yasin se emociona por el simple hecho de hablar sin pensar en que algo le puede pasar. «Los que han venido al nuevo Gobierno son gente culta, están más preparados de lo que la gente cree», apunta.

Además de los comercios, también cafeterías y restaurantes han retomado en las últimas horas el trabajo para convertirse en pequeños parlamentos. En el café Ahmed Basha, la primera consumición corre a cargo de la casa. Un ex alto cargo del Ministerio de Turismo, que prefiere mantener el anonimato, pide «ser cautelosos hasta ver cómo se comportan las nuevas autoridades, pero en estos primeros momentos la sensación es de alivio».

Calles repletas

En el zoco de Hamidie, arteria comercial clave de la ciudad vieja, se mezclan los milicianos llegados desde Idlib que van camino de la gran mezquita de los Omeyas con los vendedores a las puertas de sus tiendas y los curiosos que salen por vez primera de sus casas. Waseem Anan ha levantado la persiana: «El reloj de Siria, parado desde el 2011, vuelve a funcionar. No vendemos casi nada porque la gente no tiene dinero y lo que tiene lo guarda para comer, pero aquí estamos, listos para empezar una nueva era».

Waseem habla de «miedo, inseguridad e inestabilidad», una sensación compartida ante el desconocido comportamiento que pueden tener los milicianos que ahora pasean con una sonrisa y abrazan a quienes les piden hacerse una foto con ellos. Damasco les ha recibido como héroes. Mohamed Assaf, de 25 años, es uno de ellos y, AK-47 al hombro, recorre por primera vez en una década el zoco capitalino. «La victoria ha sido más sencilla de lo esperado y lo mejor de todo es que, al escapar el dictador, no se ha derramado apenas sangre», explica este joven que, consultado por los bombardeos masivos de Israel, responde que «primero debemos ordenar la casa y luego llegará el momento de llegar a una solución política con ellos».