Nunca hubo opción para la paz negociada en Ucrania

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

Una unidad de artillería de la Policía Nacional de Ucrania dispara un obús D-30 en un lugar no revelado en una línea de frente en la región de Zaporiyia.
Una unidad de artillería de la Policía Nacional de Ucrania dispara un obús D-30 en un lugar no revelado en una línea de frente en la región de Zaporiyia. OLEG MOVCHANIUK | EFE

Moscú prepara una campaña de otoño que promete ser contundente para Zelenski

11 jul 2025 . Actualizado a las 08:40 h.

El deseo de Vladimir Putin sobre la paz se puede estudiar en el cielo de Kiev. Los bombardeos rusos sobre Ucrania cada vez son más duraderos, con más proyectiles y afectan a más regiones. Ucrania se ve desprovista de armas y municiones suficientes para contener la artillería de Moscú. Pero al jefe del Kremlin no le corre prisa. Sabe que su superioridad militar sobre el terreno le proporciona una posición de fuerza en la que, ahora mismo, negociar no es de su interés.

Los aliados han fallado. El primero, Donald Trump. La promesa de «solucionar la guerra en un día», como anunció entonces, era una fantasía. Reprender a Zelenski en la Casa Blanca debilitó la posición de Kiev, y los esfuerzos diplomáticos junto con la amenaza de aranceles al petróleo ruso no han tenido efecto en el Kremlin. Ahora, 160.000 soldados rusos se concentran al norte y al este de las líneas del frente, Moscú ha triplicado su producción de drones y prepara una campaña de otoño que promete ser contundente para Zelenski.

La falta de firmeza de Washington, que desde el pasado marzo ha hecho de la suspensión de las ayudas militares a Ucrania un tira y afloja, casa con la falta de iniciativas en el seno de la UE. Si bien esta ha amenazado también con más sanciones y con un equipo de voluntarios militares para ser desplegado en el país del este y se ha comprometido a aumentar el gasto militar, todos sus planes son a largo plazo. Para entonces, a saber si queda una Ucrania que defender.

Putin, desde Moscú, observa todos los movimientos sin ningún ánimo negociador. Domina en el Dombás, golpea los centros de reclutamiento ucranianos y avanza tímidamente en territorio invadido, pero sin que la resistencia le suponga un problema. Ahora mismo, las líneas del frente son un hub tecnológico que aguarda un momento decisivo. Los enjambres de drones serán la punta de lanza, y quien consiga innovar con ellos —hasta el punto de que supongan un punto de inflexión en el transcurso de la guerra— se llevará el gato al agua. La balanza aún no se ha decantado, pero la mayor esperanza de Kiev reside en la tecnología. Aunque, por añadido, si los ucranianos no pueden contener las acometidas de Rusia en el camino, estarán perdidos.

Porque Putin ya ha dejado claro que no se detendrá en Ucrania. Tiene planes para el Báltico, Finlandia y Suecia, Moldavia y la secesionista Transnistria... en definitiva, recuperar las antiguas repúblicas soviéticas que salieron de su zona de influencia en 1991. El gran imperio ruso con el que sueña tiene ambiciones territoriales. Y estas se ganan combatiendo.