El bolsonarismo busca una amnistía y EE.UU. amenaza con fuertes sanciones

Héctor Estepa
héctor estepa BRASILIA / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Una mujer sostiene una bandera de Brasil mientras celebra la condena a Bolsonaro en una calle de Brasilia
Una mujer sostiene una bandera de Brasil mientras celebra la condena a Bolsonaro en una calle de Brasilia Adriano Machado | REUTERS

Marco Rubio tacha de «injusta» la condena al exmandatario brasileño

13 sep 2025 . Actualizado a las 08:55 h.

Tras la tempestad no llega la calma en Brasil. El Supremo Tribunal Federal condenó el jueves al expresidente Jair Bolsonaro a 27 años y tres meses de prisión por cinco delitos relacionados con un intento de golpe de Estado para evitar la toma de posesión del actual presidente, Lula da Silva, en el 2023. Para algunos en el país esa es una decisión histórica y supone el cierre de una etapa, pero el bolsonarismo ha prometido luchar contra la condena, buscando una ley de amnistía en el Congreso con el aval y la complicidad de la Administración Trump.

«Nosotros vamos ahora a unir todas las fuerzas en el Parlamento, que tiene la competencia de promover la pacificación de este país y hacer una amnistía amplia y general e irrestricta para todos, incluido Bolsonaro», señaló el senador Flávio Bolsonaro, primogénito del expresidente, tras conocer la condena de su padre.

Esa posibilidad podría contar ya con apoyo de la mayoría de la Cámara de Diputados, según reportes periodísticos. Los que promueven la amnistía contarían con unos 300 de los 513 miembros de la Cámara, pero el presidente de esa sala del Legislativo, el derechista Hugo Motta, del partido Republicanos, se ha negado a tramitar la petición y no se puede hacer sin su consentimiento.

En el Senado no hay mayoría clara y su presidente, el centroderechista Davi Alocumbre, del partido União Brasil, dice que él prepara una versión alternativa del texto —que prevería una reducción de penas— y que no tramitará una amnistía tal y como ha sido planteada por el bolsonarismo.

Además, el juez del Supremo y relator del caso, Alexandre de Moraes, conocido como la némesis del bolsonarismo, ya se mostró dispuesto a bloquear esa posibilidad el último día del juicio. «No cabe indulto para el presidente, no cabe amnistía por el Congreso y no cabe perdón del Poder Judicial en crímenes contra la democracia», señaló.

De Moraes fue de nuevo señalado por Flávio Bolsonaro: «Desequilibró las elecciones del 2022 y tomó decisiones que favorecieron más al lado de Lula», señaló tras conocer la condena.

De fondo están las presiones de EE.UU. por la absolución de Bolsonaro. Donald Trump y también el secretario de Estado, Marco Rubio, califican al proceso como «caza de brujas». Han sancionado a De Moraes, incluyéndolo en la ley Magnitsky de agentes antidemocráticos, pidiendo bloquear sus cuentas bancarias, y han impuesto un «arancelazo» del 50 % a miles de productos del gigante sudamericano.

«La persecución política del sancionado abusador de derechos humanos Alexandre De Moraes continúa, y él y otros en el Supremo brasileño han fallado injustamente por encarcelar a Bolsonaro. EE.UU. responderá», señaló este jueves Rubio, lo que muchos ven en Brasil como una antesala a la extensión de sanciones a los otros tres jueces que votaron por condenar al expresidente y, probablemente, más aranceles.

Más categórico fue el congresista republicano Carlos Giménez, aliado de Trump que está a la cabeza también del discurso contra el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro. «Lula y sus compañeros tendrán que recurrir a sus colegas de la Cuba comunista porque impondremos sanciones severas contra ellos», dijo.

Bolsonaro, en cualquier caso, no entraría en prisión hasta noviembre, dependiendo de los plazos judiciales, porque cabe recurso después de la publicación oficial de la sentencia. Permanecerá, eso sí, en prisión domiciliaria, que le fue impuesta el 4 de agosto por De Moraes por haberse supuestamente saltado medidas cautelares. Quienes pensaban que quizás una condena a Bolsonaro reduciría la polarización en el país, se equivocaban.

El cuarto presidente preso tras el regreso del país a la democracia

 Bolsonaro es el primer presidente condenado por crímenes a la democracia en el gigante sudamericano, pero no es el primer mandatario que va a pasar por prisión. Hasta cuatro presidentes han estado entre rejas tras la democratización del país. Son, de hecho, junto al líder ultraderechista, la mayoría.

El caso más emblemático es la prisión del actual presidente, el izquierdista Lula da Silva. Estuvo encarcelado 580 días después de que el juez Sergio Moro, a la postre ministro de Justicia de Bolsonaro, lo condenase por corrupción en el marco del caso Lava Jato por la adquisición irregular de un apartamento como intercambio de favores en contratos con la petrolera estatal, Petrobras. En noviembre del 2019 el Supremo liberó a Lula y después anuló las penas por fallo de procedimiento.

También pasó por prisión preventiva durante cuatro días el exmandatario centroderechista Michel Temer (2016-2018) por haber supuestamente sido conocedor de sobornos en la construcción de una central nuclear. Fue después absuelto en el 2022.

El caso más reciente es el de Fernando Collor de Mello (1990-1992) encarcelado a finales de abril por corrupción pasiva y lavado de dinero. El Supremo autorizó en mayo que pasase a prisión domiciliar por problemas de salud, un precedente para el caso Bolsonaro.