
La ofensiva terrestre de Israel podría alargarse hasta marzo del 2026 y el Ejército contará con 130.000 reservistas recién entrados en la adultez
17 sep 2025 . Actualizado a las 13:07 h.«Gaza arde». Y con ella, las oportunidades de frenar la guerra. Las palabras del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, son la inauguración de la operación Carros de Gedeón II, que desde ayer implica la entrada militar en la ciudad de Gaza, donde aún habría alrededor de un millón de personas atrapadas. Bombardeos y combates toman los principales barrios y campos de refugiados de la urbe mientras el Gobierno se enfrenta a un aislamiento internacional y a presiones del Ejército para frenar las operaciones en la capital de la Franja, en la que murieron más de 100 personas ayer.
Sobre las 22.00 horas del lunes, una ola de bombardeos abrió el camino a la entrada de madrugada de miles de militares para penetrar en el corazón de Gaza. Las instrucciones son cumplir con «la misión más importante y ética de devolver a todos los rehenes a sus hogares y derrumbar las capacidades militares y gubernamentales de la organización terrorista Hamás», según el jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Eyal Zamir.
Las brigadas desplegadas en la capital del enclave se dividieron por sectores. Las 98 y 162 operan en el corazón de la urbe, 99 y 143 en el norte y el sur y otra de apoyo, la 36, aguarda instrucciones ante una operación compleja. Además, se ha desplegado gran parte de la aviación, con cazas F-16 y helicópteros, centenares de tanques y a 130.000 reservistas. Las fuerzas tienen previsto actuar en la ciudad hasta marzo del 2026, ya que Washington quiere ver la guerra acabada cuanto antes, según el portal Axios.
Aunque tardará. El portavoz castrense Effie Defrin informó de que «tomar el control de la ciudad llevará varios meses; y varios meses más hasta que quede destruida, o incluso más».
Será una operación medida al milímetro. Israel tiene el soplo de la comunidad internacional en la nuca, y Zamir se ve entre la espada y la pared del rechazo y la oposición a las decisiones del primer ministro, Benjamin Netanyahu, ausente por su sesión judicial por corrupción. Por ello, alertó a las tropas: «Este no es un trabajo apresurado. Operen con método, minuciosidad e inteligencia. La protección de la fuerza es primordial sobre la velocidad», según recogió Yedioth Ahronoth.
El líder de las FDI informó de que las operaciones se centrarán en dos focos. El primero, «allanar» la ciudad como sucedió con Rafah y Jan Yunis para poder evitar un combate en el que los milicianos de Hamás tengan coberturas. El segundo, a consecuencia de este, será operar en los túneles, en los que hasta ahora podían actuar solo fuerzas especiales. Ahora hay luz verde para que cualquier unidad terrestre pueda hacerlo. Pero también será una campaña de ojos tapados. Sin apenas periodistas en la zona, el Ejército ha ordenado a los combatientes, la mayoría por debajo de los 20 años, no utilizar dispositivos móviles para no dejar rastro de los crímenes que se puedan perpetrar, una costumbre entre los miembros de las FDI desde que empezó la campaña sobre Gaza hace dos años.
Sin embargo, el asunto de los rehenes, una de las prioridades de Carros de Gedeón II, será un dolor de cabeza. El propio Zamir participó en una reunión con el gabinete de Netanyahu en el que, según varios medios israelíes, fue severo en recordar que las vidas de los 20 que quedan en Gaza peligran: «¿Por qué el equipo negociador no viaja por todo el mundo para llegar a un acuerdo? ¿Por qué estás en el país? ¡Vayan a hacer un trato por la fuerza!», dijo.
Temporada de dolores
Las voces de los gazatíes que salen de la capital empiezan a dibujar lo que será la ofensiva ampliada: «Aquí en el sur no encontramos ni espacio ni comida. No cabemos, somos miles. ¿A dónde vamos?», asegura Doaa, de 25 años, desde Rafah. Las autoridades israelíes aseguran que quedan 600.000 personas dentro, pero las autoridades sanitarias del enclave y la ONU aseguran que siguen cerca del millón ante la imposibilidad de algunos palestinos de desplazarse a Al Mawasi o a Rafah. Muchos, por tanto, volvieron a Ciudad de Gaza, como aseguran diversos reporteros de Al Yazira, único medio con presencia de reporteros en el terreno por la censura israelí.
Las condiciones en los hospitales también preocupan. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU aseguró que solo la mitad de los centros sanitarios funcionan, no hay plazas para tantos heridos, ni material sanitario para atender urgencias. El Ministerio de Salud de Gaza informó además de escasez de sangre para transfusiones pese a las campañas para donar de las últimas semanas.
Las probabilidades de que la invasión se frene son escasas, y el presidente de EE.UU., Donald Trump, advirtió al Movimiento de Resistencia Islámica de las consecuencias de no desarmarse y ejecutar a los rehenes con vida: «Espero que los líderes de Hamás sepan en qué se meten si hacen tal cosa». Catar, que hasta ahora mediaba por Hamás, dio por sentado que no habrá más conversaciones tras el ataque de Israel en Doha, y el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, se pronunció en términos similares.