Una Franja arrasada sin casas a las que volver

Pablo Medina MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

Miles de palestinos regresan a la ciudad de Gaza.
Miles de palestinos regresan a la ciudad de Gaza. Mahmoud Issa | REUTERS

Cuando se pide a los árabes que «regresen a sus hogares» es pedirles que no regresen a ningún lugar

12 oct 2025 . Actualizado a las 08:45 h.

En Oriente Medio, quedarse sin casa debido a una guerra se ha normalizado en las últimas décadas. Miles de iraquíes se vieron forzados a vivir en el extrarradio de Bagdad tras la guerra sectaria. Millones de sirios aún permanecen en países de la región y en Europa a la espera de poder reconstruir sus viviendas tras más de una década de guerra civil, y el sur del Líbano es un solar. Pero en Gaza, la cosa es peor.

Cuando se pide a los árabes que «regresen a sus hogares» es pedirles que no regresen a ningún lugar. Los palestinos han sido condenados a vivir en tiendas improvisadas a merced de los bombardeos israelíes, las inclemencias del tiempo y el desastre humanitario desatado por Netanyahu. Y no tienen dónde regresar.

Las constructoras cataríes y saudíes todavía no han recibido luz verde para empezar a montar viviendas prefabricadas en la zona que recoge el plan de paz para albergar a prácticamente el 90 % de la población de Gaza, y el paso fronterizo de Rafah, que comunica la Franja con Egipto, se llenará de gente que quiera volver (aunque sea para ver a sus familias y celebrar haber sobrevivido), pero otros muchos tratarán de irse ante la imposibilidad de vivir sin nada más que un plástico sostenido por palos y la ayuda que llegue de oenegés. Si es que consiguen entrar en las proporciones que deben.

En Gaza no hay prácticamente servicios hospitalarios, y habrá que hacer espacio para tiendas improvisadas de oenegés que presten atención médica básica. Tampoco hay prácticamente luz ni agua por la destrucción de sus instalaciones. Si los responsables de la guerra y la presunta «paz» no dan solución a la habitabilidad de la Franja pronto, las calles de Gaza corren el riesgo de convertirse en la enésima trampa mortal de los palestinos, agotados y hambrientos.

Israel será quien menos se preocupe de este asunto. Arreglar sus destrozos es cosa de las monarquías del Golfo.