Una de cada seis infecciones bacterianas confirmadas en el 2023 era resistente a antibióticos, según la OMS
EL BOTIQUÍN

Se pone el foco, sobre todo, en las infecciones simples que «antes se podían tratar con comprimidos», ya que «ahora requieren tiempo de hospitalización y, en algunos casos, no tienen ningún tratamiento eficaz»
13 oct 2025 . Actualizado a las 19:07 h.Un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma que, en el 2023, una de cada seis infecciones bacterianas confirmadas en el laboratorio fueron resistentes a los antimicrobianos. De hecho, entre el 2018 y el 2023, esta resistencia aumentó en más del 40 % en los antibióticos monitorizados. El informe alerta de que «se están limitando las opciones terapéuticas empíricas e impulsando un cambio de los tratamientos orales a los intravenosos, lo que incluye una mayor dependencia de los antibióticos de segunda elección y de último recurso».
El estudio del Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos y su Uso (GLASS) es elaborado por la OMS a partir de datos sobre infecciones resistentes a los medicamentos procedentes de más de cien países. «En él se muestra que la resistencia a los medicamentos sigue aumentando en todo el mundo, pero especialmente en zonas con servicios sanitarios limitados. En algunas partes del mundo, una de cada tres infecciones es resistente a los antibióticos comunes, incluidos los tratamientos de segunda y tercera línea», describe Trent Yarwood, médico especialista en enfermedades infecciosas y miembro de la Sociedad Australiana de Enfermedades Infecciosas (ASID) en declaraciones a Science Media Centre.
Se pone el foco, sobre todo, en las infecciones simples que «antes se podían tratar con comprimidos», ya que «ahora requieren tiempo de hospitalización y, en algunos casos, no tienen ningún tratamiento eficaz», alerta el especialista en enfermedades infecciosas. Pone como ejemplo aquellos gérmenes que causan infecciones de tipo urinario o sanguíneo: «Pueden ser resistentes a los antibióticos en más de la mitad de los casos a nivel mundial, y en más de dos tercios en algunas partes de África».
Por su parte, Verlaine Timms, investigadora sénior en la Universidad de Newcastle de Australia, asegura a Science Media Center que existe un punto ciego en el estudio: «La resistencia a los antibióticos no se limita a los hospitales y no solo se propaga a través de bacterias dañinas. También puede ser transmitida por microbios inofensivos que se encuentran en los animales, el agua, el suelo e incluso dentro de nuestros propios cuerpos. Estos microbios actúan como portadores silenciosos, transmitiendo genes de resistencia a bacterias más peligrosas. Eso significa que desempeñan un papel fundamental en la propagación de la resistencia, aunque ellos mismos no causen enfermedades». De esta forma, Timms considera que «el hecho de fijarse solo en los microbios que enferman a las personas, estamos ignorando la red más amplia que contribuye a la propagación de la resistencia».
Las resistencias a los antibióticos, ¿un problema evitable?
José Luis Martínez, microbiólogo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explicaba en una entrevista a La Voz de la Salud que el problema de la resistencia a los antibióticos «da miedo», pero tampoco hay que ser «catastrofista». Según sus palabras, a día de hoy todas las infecciones se tratan y ese es uno de los puntos claves: «Más allá de que, efectivamente, existen bacterias ante las que ya no disponemos de antibióticos para combatirlas, quizás el mayor problema es el tiempo del que disponemos para comprobar si una bacteria es resistente o no a un antibiótico. Cuando alguien se infecta, inmediatamente se le trata. Se le trata antes de saber qué bacteria tiene y si es resistente o es sensible. Y a lo mejor estás dando el antibiótico que para ese tipo de infección es más adecuado, pero que ante esa bacteria en particular le viene mal. Necesitaríamos un par de días para encontrar cuál es realmente el antibiótico adecuado».
El investigador del CSIC también diferencia entre la salud «única» y la «global» a la hora de hablar de la resistencia a los antibióticos. La primera se refiere a la resistencia ante los antibióticos que puede aparecer e inseminarse en cualquier ecosistema. «Por ejemplo, una resistencia que aparece en animales puede llegar a humanos; una resistencia que aparece en humanos llega a las aguas residuales; de las aguas residuales, si no las tratas bien, te las puedes beber y se transmite. Eso es salud única», indica. En cambio, cuando hablamos de la global, «nos referimos a que algo que hoy ocurre en la India, al mes siguiente está en Inglaterra». Así, Martínez comenta que se puede regular y legislar la salud única, «pero para tratar el problema a nivel global, como con el cambio climático, te tienes que basar en convencer a la gente y en establecer compromisos».
¿Esta resistencia a los antibióticos tiene que ver con un mal uso de ellos? Martínez dice que sí, pero con matices: «Es cierto que tomarlos de forma errónea favorece que aparezcan estas resistencias, ya que cuantos más uses en situaciones en las que no son necesarios, estás poniendo a las bacterias en situaciones en las que se van a desarrollar la resistencia. Pero aunque fuéramos muy precisos y solo los usáramos ante las infecciones que necesitamos y en los momentos en los que se precisan, la resistencia también aparecería. Es un proceso evolutivo ineludible».