Ictus: este es el tiempo límite para actuar antes de que deje secuelas
ENFERMEDADES
Una rápida reacción es clave para frenar un problema cerebrovascular que supone la principal causa de discapacidad en adultos
25 oct 2022 . Actualizado a las 19:17 h.La palabra ictus viene del latín y significa golpe. Los neurólogos han adoptado este nombre porque refleja bien cómo funciona esta enfermedad, que comienza a mostrar sus síntomas de forma súbita en personas que el día anterior o incluso unas horas antes se encontraban perfectamente.
La rapidez de reacción es clave ante un ictus, un problema cerebrovascular que supone la principal causa de discapacidad en adultos. Existen varios tipos de ictus, cada uno con distintos tratamientos, pronóstico y evolución y, aunque no existe el riesgo 0 de padecerlo en algún momento de la vida, los médicos tienen más que identificados cuáles son los factores de riesgo para desarrollarlo.
Marta Rubiera es neuróloga e investigadora en el Hospital Vall d'Hebron en Barcelona. Desde que terminó su residencia ha desarrollado su actividad clínica en el tratamiento de los ictus en el centro catalán, uno de los hospitales de referencia en España en esta especialidad. «Un ictus es una enfermedad que se produce por un problema vascular en el cerebro. Puede aparecer por la obstrucción de una arteria en el cerebro, por lo que hablaríamos de un ictus isquémico; o porque se rompa un vaso del cerebro, que entonces será un ictus hemorrágico. Los ictus isquémicos son mucho más frecuentes y representan el 85 % de los casos», explica la doctora.
Tipos de ictus
Isquémico. El 85 % de los casos son de este tipo y se produce por la obstrucción de una arteria en el cerebro.
Hemorrágico. Son menos comunes y se producen por la rotura de un vaso sanguíneo en el cerebro.
Ictus, embolia y trombosis: diferencias
Por puro desconocimiento, muchas veces tendemos a creer que un ictus y una embolia son sinónimos. O que no hay diferencias entre una embolia y una trombosis. Efectivamente, la terminología se junta en algunos casos. Muchos ictus son embolias, pero no todos. Antes de proseguir, debemos explicar las diferencias entre estos tres términos.
- Ictus: es un accidente cerebrovascular producido por una obstrucción de una arteria en el cerebro o por la rotura de un vaso. Es el término utilizado por los neurólogos y que engloba todos los orígenes de coágulo, ya sea embólico o trombótico.
- Embolia: llamamos embolia al accidente vascular que se produce debido a la formación de un coágulo en una parte del cuerpo y que ha viajado por el torrente sanguíneo para dañar a otra parte del cuerpo. Si el daño se produce en el cerebro, será un ictus embólico. De hecho, muchos de los ictus lo son, pero puede afectar a otros órganos como, por ejemplo, a un riñón.
- Trombosis: lo llamamos trombosis cuando un coágulo produce daño vascular en la misma arteria en la que se ha formado. Una trombosis puede provocar un ictus, pero es más común en órganos como el corazón. Las arterias coronarias, cuando dan problemas, suelen ser por una trombosis.
«Hay un porcentaje muy pequeñito de los ictus que se producen por trombosis de las venas del cerebro, pero es menos de un 1 % del total de casos. El resto suceden por la obstrucción de una vena del cerebro, ya sea porque se forme una placa de colesterol que engrose las paredes produciendo arterioesclerosis o porque, como es más frecuente, se forme un coágulo en otra parte del cuerpo. En el corazón, o en las arterias del cuello que llevan la sangre al cerebro», comenta la doctora Rubiera.
La importancia de acudir pronto a urgencias
Como ya hemos dicho, los ictus son la principal causa de discapacidad entre la población adulta. Entre las posibles secuelas está la parálisis de una parte de nuestro cuerpo o una afectación grave a nuestro lenguaje; afectando tanto a nuestra capacidad de hablar como para leer y escribir. Todo dependerá de la cicatriz que el accidente deje en el cerebro. Cuando más grande sea, mayores serán las secuelas. Por eso es importante actuar con rapidez ante la aparición de los primeros síntomas típicos. Acudir con rapidez permitirá a los equipos médicos someternos a tratamientos efectivos que dejarán de serlo si llegamos demasiado tarde al hospital.
«Hay una serie de signos de alarma que nos tienen que hacer actuar muy rápido. Eso es lo más importante en un ictus, actuar muy rápido. Hay tratamientos que solo podemos administrar si el paciente viene rápido. Son más eficaces cuanto más rápido se acuda al centro médico. Los signos de alarma son: que nos falle la fuerza en medio cuerpo, que se nos quede dormido medio cuerpo, que tengamos problemas para hablar, que se nos pueda torcer la boca, problemas en la vista... Además, lo que más caracteriza a los ictus es que empiezan de forma brusca. El día anterior e incluso unas horas antes la persona está normal del todo y de repente empiezan los síntomas. Esto es lo que nos tiene que hacer actuar muy rápido y llamar a las emergencias médicas.
En el año 2019, la Xunta de Galicia lanzó una campaña de prevención de ictus con una sencilla regla nemotécnica para identificar un ictus. Bautizaron el método como la regla de las tres F: «fala, forza, faciana», es decir: habla, fuerza, cara. En ella trataba de recordarse la importancia de actuar pronto ante este tipo de accidentes cerebrovasculares.
La rapidez es importante porque algunos tratamientos contra el ictus, que pueden actuar para eliminar las secuelas, solo pueden aplicarse en las primeras horas tras comenzar los síntomas. Si la arteria afectada está afectada durante mucho tiempo, a pesar de que posteriormente se libere la obstrucción, la falta de riego provocará muerte cerebral en esa región; las neuronas ya no podrán recuperarse. Cuanto menor sea el tiempo de reacción, menores serán las secuelas. Los neurólogos suelen resumir las posibilidades de minimizar los daños en una frase: «El tiempo es cerebro».
Las secuelas dependerán de la región afectada
Dependiendo de la zona de nuestro cerebro en la que se produzca el ictus, sufriremos unas u otras consecuencias. El cerebro tiene básicamente dos partes. El hemisferio dominante y el no dominante. Normalmente, el hemisferio dominante es el lado izquierdo. (prácticamente siempre lo es en las personas diestras y en, al menos, el 50 % de las personas zurdas). «Le llamamos dominante porque es donde está el lenguaje. Si el ictus afecta al lado izquierdo del cerebro, muchas veces se produce una alteración del lenguaje que llamamos afasia. El paciente no puede hablar o no entiende lo que se le dice. O ambas cosas», detalla Rubiera.
Con respecto a la pérdida de fuerza, debemos entender que la función motora de nuestro cuerpo va cruzada: el hemisferio derecho controla los movimientos de la parte izquierda del cuerpo y viceversa. «Un daño en el hemisferio no dominante, que habitualmente es el derecho, hace que el lado izquierdo deje de poder moverse. Además provoca unos síntomas muy características llamadas negligencias que consisten en que el paciente se «olvida» de la mitad izquierda de su cuerpo y no es consciente de su pérdida de fuerza. Puede estar completamente paralizado, pero no es consciente de que el lado izquierdo no funciona», comenta la neuróloga. Con un poco de suerte, estas secuelas podrían minimizarse o incluso desaparecer por completo con una administración temprana tratamiento y si el paciente responde, pero en ocasiones quedarán de por vida. No obstante, la rehabilitación favorece la recuperación y suele experimentarse una mejoría, pero depende mucho del tamaño de la lesión cerebral.
¿Cuáles son los síntomas de un ictus?
- Pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo. Afecta a la cara, brazo y pierna del mismo lado.
- Pérdida de sensibilidad o sensación de hormigueo en la mitad del cuerpo.
- Dificultad para hablar.
- Pérdida repentina de visión en un ojo.
- Dolor de cabeza muy intenso y diferente al habitual.
Sin capacidad para hablar, leer o escribir, pero sí para comprender los gestos de cariño
Cuando el ictus afecta al hemisferio dominante y surge un problema del lenguaje, afectará tanto al lenguaje oral como escrito. Lo que no pierden es el lenguaje gestual. «Si tu familiar ha tenido un ictus y no habla ni entiende, sí va a saber interpretar el cariño cuando le coges la mano o tu tono de voz. Siempre decimos que te puedes hacer una idea imaginándote que de repente apareces en China. No puedes hablar ni entender, pero si te cogen la mano y eso sí lo entiendes. La emoción está muy distribuida por el cerebro, al contrario de lo que sucede con el lenguaje», desgrana la facultativa del centro barcelonés.
¿De qué tratamientos disponen los médicos para combatir un ictus?
Dependiendo de la tipología de ictus que se haya sufrido (hemorrágico o isquémico), existen diferentes tratamientos. En el caso de los ictus hemorrágicos (recordemos, los menos frecuentes), el control estricto de la tensión arterial en las primeras horas es la principal herramienta de la que disponen los neurólogos para evitar que la hemorragia crezca y mejorar el pronóstico. «Por desgracia, en este tipo de ictus no tenemos muchas más herramientas para actuar», lamenta la neuróloga catalana.
Cuatro horas y media de límite
No es así cuando el ictus es isquémico. «Si este ictus lo podemos detectar y tratar en las primeras cuatro horas y media desde que ocurre el ictus, se puede dar una medicación endovenosa que se llama el alteplasa, un fibrinolítico que deshará el trombo del cerebro para permitir que vuelva el riego. Oficialmente, se puede administrar en las primeras 4 horas y media desde que se presentan los síntomas, pero hay estudios nuevos que indican que, tras comprobarlo a través de TAC multimodales, pueden permitir ampliar un poco esta ventana. Ante lo que no hay ninguna duda es que, durante estas primeras cuatro horas y media, el pronóstico de los pacientes mejora», indica la experta del hospital Vall d'Hebron.
Explica también Marta Rubiera que desde hace aproximadamente siete años se ha ampliado el abanico de tratamientos, fórmulas que han demostrado ser muy eficaces a la hora de reducir drásticamente las secuelas. «Además de los fibrinolíticos, de la medicación que se puede dar por la vena, tenemos otra opción de tratamiento que ha demostrado ser muy eficaz. Cuando se forma un coágulo grande que está tapando una arteria grande del cerebro, podemos hacer una trombectomía, que es un cateterismo. Entramos con un catéter, normalmente a través de la arteria femoral, y subimos con él hasta la arteria cerebral, cogemos el trombo y lo sacamos. Este es un tratamiento que ha demostrado ser muy, muy eficaz en las primeras 24 horas. Tenemos más margen», comenta.
¿Hay manera de prevenir un ictus?
Lamentablemente, no existe el riesgo cero y todos somos susceptibles de sufrirlo en algún momento de nuestra vida. No existe un componente genético a la hora de tener predisposición de padecer un ictus, pero los factores de riesgo de la enfermedad sí tienen un componente hereditario, lo que explica que en algunas familias haya mayor tasa de incidencia de esta enfermedad.
¿Sabías que algunos factores de riesgo para padecer un ictus son el tabaquismo, el consumo de determinadas drogas, la tensión arterial alta o la diabetes?
Aunque los ictus suelen afectar más a las personas de edad avanzada, puede suceder a cualquier edad. Es mucho más frecuente en gente mayor, pero hay ictus en gente joven e incluso en niño. Según la edad en la que ocurra el ictus, las causas son diferentes, pero siempre hay unos factores de riesgo, unas causas que pueden favorecer su aparición y que son comunes a todas las edades: el tabaco, la tensión alta, el azúcar, la diabetes y las drogas, cuyo uso también favorecen los ictus. Pese a que sea imposible evitar al 100 % el riesgo de padecer un ictus, se ha demostrado que si si no fumas, te controlas muy bien la tensión arterial, te ajustas a los tratamientos médicos y, si eres diabético, haces una dieta muy estricta, el riesgo de repetición es mucho más bajo.
De nada sirve usar Sintrom o Adiro de manera preventiva
Por si a alguien se le ocurriese, es una idea pésima consumir de forma preventiva anticoagulantes o antiplaquetarios si nunca has sufrido un ictus. «Todos los tratamientos tienen un riesgo. De hecho, los antiplaquetarios, los antiagregantes, los anticoagulantes pueden aumentar el riesgo de ictus hemorrágico. Si te tomas este tipo de antitrombóticos sin sentido puedes aumentar mucho el riesgo y no se ha demostrado que en prevención primaria, porque te tomes un anticoagulante o un antiagregante, vayas a tener menos riesgo de ictus. Todas las medicaciones son muy importantes cuando te las tomas con una indicación correcta. No hay que tomar tratamientos si no tienes indicación porque la gran mayoría no han demostrado su efectividad en prevención primaria. Es más efectivo que dejes de fumar o que salgas a hacer ejercicio físico».