¿Se puede prevenir el alzhéimer? Primeras señales, fases y tratamientos

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La Voz de la Salud

Aunque el paciente no tiene síntomas, la enfermedad se desarrolla durante diez, veinte, o incluso treinta años antes. Por esa razón, cada vez es más importante el diagnóstico precoz

23 nov 2022 . Actualizado a las 13:08 h.

Alrededor de 800.000 personas padecen la enfermedad de alzhéimer (EA) en España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Se calcula que cada año se diagnostica a 10 millones de pacientes en todo el mundo. Una pandemia neurodegenerativa y silenciosa en la que miles y miles de cerebros se van atrofiando, disminuyendo de tamaño y «encogiéndose», por la destrucción progresiva de las neuronas. «A día de hoy es la principal causa de deterioro cognitivo en el mundo», afirma el neurólogo José Marey López, portavoz de la SEN. 

«El alzhéimer es una enfermedad que produce demencia. La persona que la padece está totalmente incapacitada para realizar por sí sola actividades de la vida diaria como hacer la compra, manejar el dinero o utilizar transportes. Se vuelve dependiente de los demás y con el tiempo, va empeorando», argumenta el doctor Pedro Montejo Carrasco, médico psiquiatra, director del Centro de Prevención del Deterioro Cognitivo del Instituto de Salud Pública de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).

No obstante, cabe remarcar desde el principio que no es lo mismo que la demencia senil. «Este concepto es algo superado, podríamos decir que no existe», sentencia Montejo. «Actualmente no es correcto decir 'este mayor tiene demencia senil'. Hace unas décadas se refería a la demencia que tienen los mayores, pero pueden sufrirla por muchas causas: enfermedad de alzhéimer, ictus, falta de vitamina B12, hipotiroidismo, tumores del cerebro, lesiones o traumatismos craneales, o el alcoholismo crónico». Una opinión con la que concuerda el doctor Marey: «Ese concepto de senilidad, con lo que está cambiando la esperanza de vida y demás, es muy difuso. ¿Cuándo es? ¿A los 60, 65, 85? La confusión más gorda se da porque el factor de riesgo más importante para tener alzhéimer es la edad. Cuantos más años cumples, más posibilidades tienes de padecer la enfermedad. Pero la desarrollas por múltiples causas, no porque seas senil. Hay gente con 90 años con una memoria bárbara». 

Una persona con alzhéimer padece

  • Problemas importantes de memoria y de atención
  • Dificultades en el lenguaje
  • Desorientación temporal y espacial
  • Dificultad para tomar decisiones
  • Incapacidad para reconocer objetos y personas 
  • Cambios en la personalidad

¿Cuáles son los primeros síntomas de alzhéimer?

«Las alteraciones de la memoria, los olvidos, son los síntomas más notables y los que primero se advierten. El paciente con alzhéimer olvida dónde pone las cosas. A veces piensa que los demás se las cambian de sitio, o incluso que se las roban. Y la reacción ante esto es ponerlas en un lugar escondido que luego olvidan y, al no encontrarlas, refuerzan esa idea de que se las quitan», cuenta Montejo. Otros ejemplos que comenta el doctor son que no recuerdan lo que han dicho o han hecho el día anterior, olvidan los recados, cómo sucedió alguna cosa, o incluso les cuesta seguir una historia en la televisión, porque como olvidan lo que ha sucedido inmediatamente antes y todo está unido, no lo entienden y dejan de verla. También dejarán de recordar cosas sobre ellos mismos, como su cumpleaños, o los nombres de seres queridos. Hasta que llegará un momento en el que no recordarán ni quiénes son. 

El doctor apunta a que con frecuencia, suele ser el entorno el que se da cuenta de estas primeras señales de alarma: «Una de las características de la enfermedad del alzhéimer es que el enfermo no se da cuenta de sus olvidos, y cuando lo hace, lo atribuye a la edad y a que son normales. Pero es diferente de la persona que tiene olvidos asociados a la edad porque esta sí se da cuenta de sus fallos. En la consulta es habitual que pase el paciente y al preguntarle por sus olvidos diga que apenas tiene o que te diga 'a veces no recuerdo alguna cosa, pero es normal'. En cambio, cuando entra la familia enumera numerosos episodios que les dificultan la vida diaria». Montejo añade que hay una palabra que indica precisamente esto, que el paciente no es consciente de su enfermedad: anosognosia

 Primeros síntomas de alzhéimer

  • Disminución de la memoria con olvidos recientes
  • Trastornos del lenguaje: a la persona le cuesta encontrar las palabras para expresarse 
  • Dificultades para organizarse la vida, como hacer la compra, la comida o administrar el dinero
  • Desorientación, por ejemplo, perdiéndose en un trayecto que lleva haciendo mucho tiempo
  • Dificultades para atender y concentrarse

La enfermedad se desarrolla durante muchos años antes de estos síntomas

«Cuando el paciente va por primera vez al médico, la enfermedad lleva años avanzando», afirma Elena Rodríguez Vieitez, investigadora del Instituto Karolinska de Estocolmo, referente en neurociencia. «Pero también depende de cómo defines 'enfermedad'. Un neurólogo podría diagnosticarla cuando se presentan síntomas clínicos, mientras que los investigadores solemos trabajar con una definición biológica del alzhéimer», añade. 

De esta forma, gracias a la realización de pruebas de imagen a personas que luego han desarrollado alzhéimer, Montejo asegura que se ha observado cómo «el proceso de la enfermedad lleva desarrollándose muchos años antes de que aparezcan estos síntomas, y pueden ser diez, veinte o treinta». ¿Cuáles serían estas pruebas? «Gracias a estudios de imagen podemos decir que existe patología de alzhéimer cuando hay dos tipos de acumulación de proteínas en el cerebro y que lo están dañando: el amiloide y el tau. También se pueden cuantificar a través de una punción lumbar del líquido cefalorraquídeo. Si hay demasiado amiloide o demasiado tau en nuestro cerebro sabemos que se está desarrollando alzhéimer», responde Rodríguez Vieitez. 

Además de estos dos cambios de proteínas, la investigadora apunta a un tercero: la neurodegeneración. «Por medio de pruebas de neuroimagen podemos visualizar zonas del cerebro con metabolismo reducido, lo que indica degeneración de las células neuronales y disfunción sináptica. Pero esto es un fenómeno bastante tardío y cuando se ve, seguramente ya va acompañado de pérdida de memoria. Sin embargo los cambios en el amiloide y el tau sí se pueden detectar antes de que esto suceda». 

El doctor Marey explica que el problema es que este tipo de pruebas «no se suelen hacer en la práctica clínica» debido a su elevado coste. Según sus palabras, a día de hoy lo básico para diagnosticar la enfermedad es que «un neurólogo evalúe el cuadro clínico, porque de esta forma va a poder diferenciar si esa alteración de la memoria inicial es por un problema de atención y de concentración en relación a un problema ansioso depresivo, por ejemplo, o por un problema real de la memoria, que empieza a afectarse porque se han depositado unas placas de amiloide que están matando a esas neuronas». Recalca que las pruebas de imagen a día de hoy son cada vez más importantes, pero que hay que seguir avanzado para que también sean más accesibles

Cedida por Elena Rodríguez Vieitez

  • En la fila superior se puede apreciar tejido cerebral postmortem en dos pacientes de alzhéimer mostrando depósitos de proteína tau (inmunotinción, color marrón) en el lóbulo temporal (izquierda) y extendido a amplias regiones de la corteza (derecha). Adaptada de: «Neuroanatomy and pathology of sporadic Alzheimer's disease», Braak & Del Tredici, Springer (2015). 
  • En la fila inferior, neuroimagen PET en dos pacientes de alzhéimer con depósitos de proteína tau (color rojo) en el lóbulo temporal (izquierda), y extendido a otras regiones de la corteza (derecha). Imágenes obtenidas de la base de datos Alzheimer's Disease Neuroimaging Iniciative (ADNI). 

Así es la evolución de un paciente con alzhéimer

Aunque cabe remarcar que, como cualquier patología, no siempre se sucede de la misma manera, el alzhéimer presenta una serie de características clave. «Se suele hablar de una fase leve, una moderada y otra grave. Antes de que empiece a desarrollarse hay un estado intermedio entre la 'normalidad' y la enfermedad, que es el deterioro cognitivo leve. Puede venir por el alzhéimer o por otras causas, y en él hay alteraciones de la memoria, de la atención, alteraciones del lenguaje y de la capacidad de organizarse, pero la persona es capaz de valerse por sí misma», apunta Montejo. 

El doctor explica que en esa fase leve se suceden los olvidos y la persona empieza a necesitar ayuda en su día a día. Para manejar el dinero, que con frecuencia ya no lo entiende; para hacer la comida o poder desplazarse en el transporte público, ya que el coche es difícil que lo pueda llevar porque se desorienta, tiene reflejos muy lentos u olvida dónde lo ha dejado aparcado.

En la fase moderada ya hay un deterioro grande: el paciente ya requiere la ayuda de otra persona para casi todo. No sabe elegir la ropa, ni preparar la comida; apenas puede recordar su dirección; no controla bien el día ni la hora en la que está, si es por la mañana, por la tarde o por la noche; no es capaz de organizar su actividad diaria; desconoce para qué sirven determinados artilugios de casa como una simple silla; conoce y recuerda únicamente el nombre sus familiares y de algunos allegados más; y comienza a sufrir control de esfínteres

Ya por último, el doctor Montejo habla de la frase grave, donde el paciente ya está desconectado del exterior, apenas habla, no reconoce a sus familiares, tiene problemas importantes con el control de esfínteres y pierde la capacidad de realizar las funciones básicas de la vida diaria como comer por sí solo, asearse, caminar e incluso mantenerse erguido. 

Las zonas marcadas con un recuadro blanco son las más afectadas desde el inicio de la enfermedad de alzhéimer. Fuente: Dr. Pedro Montejo. Gráfico: La Voz de la Salud
Las zonas marcadas con un recuadro blanco son las más afectadas desde el inicio de la enfermedad de alzhéimer. Fuente: Dr. Pedro Montejo. Gráfico: La Voz de la Salud La Voz de la Salud

A todos estos procesos habría que sumar las alteraciones de conducta como irritabilidad, ansiedad, delirios, alucinaciones o depresión

Con todo, la evolución de cada paciente es variable y los expertos concuerdan en que no existe una explicación clave de por qué unos lo hacen de una forma y otros de otra. 

¿Es posible frenar la evolución del alzhéimer?

Desgraciadamente, a día de hoy, no. «Esperamos que sea posible en breve, pero aún no. Tenemos tratamientos que mejoran los síntomas, que hacen que el paciente se mantenga independiente en las cosas básicas del día a día, que ya es mucho. Porque aunque sigan teniendo problemas de memoria, se levantan, se visten, asean, salen y no se pierden, hacen pequeñas compras... su vida sigue. Y estos fármacos, consiguen mejorar estas circunstancias. Pero estamos modificando ciertos síntomas durante un tiempo, no frenando la enfermedad», explica el neurólogo Marey. 

«Aunque en Estados Unidos se ha aprobado en 2021 un tratamiento, Aducanumab, los resultados son muy dudosos. De hecho, en Europa no ha sido aprobado», apunta Montejo. Existe controversia alrededor de él porque uno de sus efectos secundarios es que provoca hemorragias cerebrales. 

Pequeños oasis en un desierto

A partir de la fase grave que menciona el doctor Montejo podríamos comparar la memoria de un paciente de alzhéimer con un desierto. Han desaparecido muchos recuerdos de su vida. Primero, los hechos y episodios más recientes, y más tarde, los conocimientos. No solo los de su profesión, también los más básicos, que nos ayudan a seguir con nuestro día. Pero de repente, aparece, como un oasis en el medio de ese desierto: el enfermo de alzhéimer es capaz de reaccionar ante un piano o ante una melodía. Porque aunque él ya no sepa ni quién es, en algún momento fue, o le gustaba, bailar o tocar algún instrumento. 

Seguramente la mayoría tenga en mente a Marta González Saldaña, más conocida como Marta Cinta. La primera bailarina del Ballet de Nueva York en los años setenta que emocionó al mundo a través de un vídeo en el que aparece haciendo lo que mejor sabe: bailar. Emocionada desde su silla de ruedas, interpreta con las manos la conocida composición de Chaikovski, El Lago de los Cisnes. Esa que en su momento, protagonizó ella misma. 

¿Cómo se explica que Marta, que se encontraba en ese momento en una fase avanzada de la enfermedad, reaccionase al estímulo de la música? Por el hecho de que el cerebro no se atrofia en todas las regiones al mismo tiempo. «Los recuerdos de los episodios de nuestra biografía se procesan en el hipocampo, que se altera muy pronto, mientras que la música se procesa en regiones que son diferentes (en el sistema límbico, el lóbulo prefrontal y el lóbulo temporal derecho). El saber tocar un instrumento o bailar pertenece a un tipo de memoria llamado procedimental, se procesa en la corteza motora (prefrontal) y en unos núcleos que están en la base del cerebro y que también se afectan por el alzhéimer, pero en etapas ya avanzadas de la enfermedad», aclara el doctor Montejo. 

¿Es posible prevenir el alzhéimer?

La respuesta, según apuntan los expertos, es compleja. «Se trata de una enfermedad muy multifactorial. Por ejemplo hoy en día le damos mucha importancia, y cada vez coge más peso, la relación con los problemas vasculares. Si controláramos todos los factores de riesgo vascular como tensión arterial, diabetes o sedentarismo, disminuiríamos mucho la probabilidad de desarrollar esta enfermedad. Aunque su factor de riesgo principal es la edad. Por encima de los 85 años casi el 50 % de la población puede tener esta enfermedad», argumenta Morey. 

Tampoco debemos olvidarnos de la predisposición genética. El hecho de que uno de tus padres padeciera la enfermedad aumenta en parte las probabilidades de que tú también la acabes desarrollando. «Pero en la gran mayoría de casos, el alzhéimer no es hereditario sino que depende del estilo de vida y de factores ambientales», señala Rodríguez Vieitez. 

Ante la pregunta «¿qué puedo hacer para disminuir mi riesgo de tener algún día alzhéimer?», la investigadora considera que «mucho, porque hay estudios que demuestran que el estilo de vida influye en desarrollar la enfermedad». Uno de ellos es usar y entrenar el cerebro. Rodríguez Vieitez recalca que no se trata de hacer ejercicios de memoria (que también), sino de leer, estar interesados en aprender cosas nuevas, hacer ejercicio físico, una buena alimentación, reducir la ingesta de alcohol, dormir bien o tener una vida social activa: «Aunque suena obvio, está estudiado que funciona». Algo con lo que concuerda Montejo: «Se deberían hacer ejercicios de memoria, lenguaje, atención, razonamiento o construcción. Al hacerlos estamos entrenando nuestra memoria y reforzando o aumentando las conexiones neuronales del cerebro». 

«Si tú sabes cuáles son todos los factores que te ayudan a prevenir la demencia lo que vas a hacer es retrasar el inicio de la enfermedad. Porque si consigues aplazar que en vez de tener alzhéimer a los 60 lo tengas a los 80, por ejemplo, ya va es una situación muy diferente. Es decir, poder llegar a mayores con el cerebro lo más cuidado posible», añade Rodríguez Vieitez. 

¿A qué edad suelen aparecer los primeros síntomas de alzhéimer?

Rodríguez Vieitez indica que los clínicos distinguen entre «inicio temprano» e «inicio tardío». Este último es el más probable y es a partir de los 65 años

Diagnóstico precoz con un simple análisis de sangre, uno de los retos de futuro de esta enfermedad

La investigadora cuenta una de las vías en las que se encuentra investigando a día de hoy y sobre las que hay puesta mucha esperanza: detectar precozmente la enfermedad a través de un análisis de sangre. Es decir, antes de que aparezcan los síntomas clínicos. «Es un campo de investigación muy reciente, de los últimos dos o tres años, y sería una revolución. Porque una de las críticas de las actuales pruebas de imagen del cerebro es que son bastante caras, es decir, añade costes al sistema sanitario. Además, este tipo de análisis podrían detectar esta forma del tau en la sangre que es exclusivo de alzhéimer, no de otras demencias. Que esto también es importante, poder distinguir el alzhéimer de otras demencias. Aunque es la más común, es importante no diagnosticarla mal y estar seguros de que lo es». 

Otro de los desafíos tiene que ver con los tratamientos farmacológicos. «Actualmente hay cuatro medicamentos que se utilizan habitualmente, pero sus resultados son muy limitados. El 10 de marzo de este año, la agencia de ensayos clínicos del gobierno de Estados Unidos tenía registrados 2272 estudios para el tratamiento del alzhéimer. Y este, es otro reto fundamental», apunta Montejo. ¿Cual sería el objetivo de los mismos? «Prevenir los cambios que hacen posible la destrucción de neuronas, detener la expansión de la enfermedad y revertir el daño de las neuronas que aun no están totalmente deterioradas». 

El neurólogo José Marey considera que la sociedad española «está muy esperanzada con estos nuevos tratamientos, pero hay que insistir en la necesidad de que es vital un plan de alzhéimer que realmente esté financiado de una vez por todas porque estos tratamientos, van a ser caros. Reivindica que se debe de acceder a ellos en igualdad de condiciones: «En España hay cerca de un millón de pacientes. Es una barbaridad. Y si vamos a tener que hacer cribados poblacionales para captar a posibles pacientes pronto, sino tenemos un plan muy diseñado al efecto que nos cubra a todos y sea igualitario, no va a funcionar».

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.