La actriz lo anunció este viernes en sus redes sociales | Se trata de un cáncer que se produce en el sistema linfático
03 sep 2022 . Actualizado a las 17:25 h.La conocida actriz, Jane Fonda, de 84 años, ha anunciado este viernes que ha sido diagnosticada de cáncer, en concreto de un linfoma no Hodgkin. Lo ha contado en su perfil de Instagram, ante sus casi dos millones de seguidores: «Queridos amigos, tengo algo personal que quiero compartir», comenzaba diciendo Fonda, «he sido diagnosticada con linfoma de no Hodgkin y ya he empezado la quimioterapia».
En un tono optimista, la convencida activista medioambiental dejaba claro en las primeras líneas de su mensaje que «esta enfermedad es muy tratable. El 80 % de los pacientes sobreviven, así que me siento afortunada».
No solo esto, sino que en un claro tono reivindicativo, en línea con lo que siempre ha defendido, reconocía: «Tengo seguro médico y acceso a los mejores doctores y tratamientos», precisaba la actriz. Fonda empatizaba así con todas las familias que han vivido una historia de cáncer en sus propias carnes: «Me doy cuenta, y es doloroso, de que soy una privilegiada. Muchas no han tenido acceso a los cuidados y tratamientos de calidad como el que estoy recibiendo, y eso está mal»,lamentaba.
Jane, protagonista de la serie de Netflix Grace y Frankie, se está sometiendo a seis meses de quimioterapia, que por el momento está llevando bien. Precisamente, no quiere que esta enfermedad se convierta en un obstáculo para su lucha: «Creedme, no dejaré que interfiera en mi activismo climático». Tanto, que en su último párrafo se despedía con una promesa, participar en la campaña de las elecciones legislativas del 8 de noviembre. «Podéis contar conmigo. Estaré allí con vosotros mientras crece nuestro ejército de campeones climáticos».
¿Qué es el linfoma de no Hodgkin?
El linfoma de no Hodgkin es un tipo de cáncer que se produce en el sistema linfático, el cual está formado por la linfa, los vasos linfáticos, los ganglios, el bazo, las amígdalas, el timo y la médula ósea. «Dadas las múltiples localizaciones, puede presentarse en cualquier parte de nuestro organismo con implicación de los órganos linfáticos, o raramente en cualquier otra localización orgánica»,explica el doctor Mariano Provencio, oncohematólogo, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y director del Área de Oncohematología del Hospital Universitario Puerta del Hierro de Madrid.
En España, se calcula que afecta a 12,3 hombres de cada 100.000, y a 10, 8 mujeres. Así, es el séptimo en incidencia en ambos sexos, puesto en el que se ha mantenido estable durante los últimos años. Es el noveno tumor más mortal, causando el 3 % de los fallecimientos por cáncer. «Una mortalidad que ha ido disminuyendo desde finales de los 90, lo que refleja una mejora clara en la eficacia de los tratamientos», sostiene el docor Provencio.
¿Linfoma de Hodgkin o de no Hodgkin?
La diferencia entre ambos es la detección de «células de Reed-Sternberg», un tipo específico de células anormales. Si están presentes, se diagnosticará como linfoma de Hodgkin, de lo contrario, y tal y como ocurre en el caso de Fonda, se clasificará como no hodgkiniano.
¿Se conocen sus causas?
Según apuntan desde la SEOM, «en la mayoría de pacientes no hay una causa conocida e identificable». Sin embargo, sí se sabe que la incidencia aumenta con la edad. Con todo, el doctor Provencio señala que «hay una serie de circunstancias o enfermedades que pueden predisponer a su desarrollo». Entre ellas, los tratamientos previos con agentes inmunosupresores, quimioterapia, radioterapia o trasplante de órganos.
De igual forma, se ha asociado a «algunas infecciones como la provocada por el virus HIV-1, HTLV-I, infecciones por Epstein-Barr, hepatitis C, Borrelia burgdorferi, o a enfermedades del tejido conectivo como Lupus eritematoso, artritis reumatoide, síndrome de Sjögren, crioglobulinemia mixta e incluso a determinadas enfermedades gastrointestinales como la enfermedad de Crohn o gastritis crónica por Helicobacter pylori a algunos tipos especiales de linfomas gástricos», precisa el oncohematólogo.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los signos de alarma que hacen sospechar de la presencia de este tumor suelen ser muy variados e inespecíficos, ya que dependen de múltiples factores: localización, grado del tumor, crecimiento, edad del paciente e incluso, las circunstancias personales,
Así lo explica el doctor Provencio, miembro de la SEOM: «En más de dos tercios de los pacientes, el linfoma no Hodgkin se presenta como un ganglio aumentado de tamaño, palpable (linfadenopatía). Pero no todo ganglio que cumpla con estas características lo es». En un 40 % de los casos los pacientes también manifiestan síntomas generales como fiebre, pérdida de peso o sudoración profusa, los cuales no se explican por otras causas. «Cuando la fiebre es mayor de 38º, la pérdida de peso de más del 10 %, se denominan síntomas B y van a ser factores pronósticos importantes. Esta clínica está presente en el 47 % de los linfomas agresivos y en menos del 25 % de pacientes con linfoma indolente», precisa el experto.
En suma a lo anterior, otros signos pueden ser la astenia, la falta de apetito, el cansancio, malestar generalizado, prurito o picazón, cefalea, tos, dolor óseo o abdominal y dificultad para respirar.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico vendrá dado por una biopsia, y en este punto resulta esencial contar con la presencia de un experto hemato-patólogo que analice el tejido disponible. Los profesionales correspondientes también podrán contar con otro tipo de pruebas como una biopsia de médula ósea, estudio completo de sangre, radiografía simple de tórax o un TAC toraco-abdominal y pélvico.
Tipos de Linfoma no Hodgkin
La SEOM señala que existen diferentes clasificaciones de los linfomas no Hodgkin, los cuales se pueden dividir en función del pronóstico, que está estrechamente relacionado con el crecimiento tumoral.
«Hablamos de linfomas de un bajo grado de malignidad con un curso clínico que suele ser lento, en donde la supervivencia media acostumbra ser de años», explica el doctor Provencio, que añade: «Por otra parte, encontramos a los agresivos, con una historia natural más recortada en el tiempo, de crecimiento más rápido y que si no se tratan acaban con la vida del paciente en pocos meses».
Por último, el experto sitúa a los linfomas no Hodgkin de muy alto grado de malignidad, «en los que el paciente sin tratamiento puede morir en semanas», puntualiza.
Precisamente, esta clasificación «ha sido uno de los problemas más difíciles de resolver». Según Mariano Provencio, hay una gran cantidad de variedades inmunofenotípicas y a mayores, se han reconocido nuevas entidades con el paso del tiempo. Así que disponer de una clasificación que «de satisfacción a todos es casi imposible».
La Asociación Española Contra el Cáncer establece que, de forma práctica, en ocasiones se pueden agrupar en dos grandes tipos debido a su posible pronóstico:
- Linfomas agresivos: De alto grado. Suelen crecer rápidamente y provocar síntomas. Son habitualmente bastante sensibles a las terapias, por lo que tienden a responder al tratamiento con mejoría clínica. Paradójicamente, presentan mayores probabilidades de curación.
- Linfomas indolentes: También conocidos como linfomas de bajo grado. Su comportamiento es menos agresivo, por lo que a veces se mantienen estables en el tiempo a pesar de los tratamientos. Incluso, pueden no necesitar terapia, y solo precisar vigilancia. Pero se consideran —de forma global— difícilmente curables.
¿Cuál es el tratamiento?
El tipo de tratamiento dependerá del estadio y del tipo de linfoma. Así las cosas, y variando en función de cada caso, los profesionales pueden optar por quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia, terapia dirigida, cirugía, trasplante de células madre y tratamientos paliativos.