Conchi Lillo, neurocientífica: «El color de ojos azul no existe, se debe a nuestra atmósfera»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Conchi Lillo es bióloga y doctora en Neurociencias
Conchi Lillo es bióloga y doctora en Neurociencias

La experta en patologías visuales explica que no pasar suficiente tiempo en el exterior es un factor de riesgo para la miopía

02 jun 2023 . Actualizado a las 11:08 h.

Conchi Lillo es bióloga y doctora en Neurociencias. Investiga en el área de neurobiología de la visión en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, está adscrita al Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca y posee una sólida trayectoria científica. Defiende que los humanos somos seres «muy visuales». 

Ahora publica Abre los ojos (Next Door, 2023), un libro con el que intenta poner a sus lectores en los ojos de otros seres vivos, para abandonar «una visión antropocéntrica» y entender la perspectiva de otras personas y especies. 

—Cada hábitat ha llevado a que los seres vivos desarrollen unas características visuales determinadas. ¿Cómo describiría el ojo humano?

—El ojo es el órgano que nos permite transformar la luz en algo que entienda nuestro cerebro. Y realmente, es nuestro cerebro lo que transforma esa luz en imágenes y en colores. Cualquier ser vivo transforma un estímulo luminoso en algo que sea beneficioso o que pueda aprovechar, y a eso es a lo que responde la evolución del ojo. Es decir, hay distintos tipos de ojos para que distintos tipos de seres vivos tengan más ventajas en un ambiente determinado. Al final, ciertas estructuras o capacidades visuales se han ido definiendo según la presión ambiental a la que se ha sometido el animal. Lo que acabará determinando la función o forma del ojo será el ambiente en el que hayamos evolucionado.

—¿En qué destaca el ojo humano y en qué es deficiente?

—El ojo humano, el ojo de un vertebrado, es el que consideramos el mejor o más adaptado a este tipo de entornos. Entonces, una de nuestras ventajas, en general, es que nuestro ojo tiene forma de copa, es una copa óptica en el cual la retina, que es la parte con la que nosotros vemos, está en el fondo del ojo. Es decir, que la información visual llega al final. Todas las estructuras que están anejas al ojo, como el iris o el cristalino, perfeccionan la información visual para que tengamos la mayor agudeza posible.  Pero también es verdad que el ojo no es una estructura absolutamente perfecta, como pensábamos que era. Tiene algunas imperfecciones y son el precio a pagar por tener tanta agudeza visual. Los vertebrados tenemos en nuestro ojo una cosa que se llama la retina invertida, y es que la retina está al revés. Está al final del ojo. Pero es que además, los fotorreceptores, que son las células que reciben la información, es lo último a donde esta llega. Están ahí, escondidas por el resto de estructuras oculares, pero como la retina está al revés, la luz tiene que atravesar un montón de capas hasta alcanzar las fotorreceptores y eso, al final, genera mucha distorsión de la imagen, de la luz. Es decir, si nuestros fotorreceptores estuviesen delante de la imagen, en el sentido contrario, sería más perfecta.

—Si, como dice, los colores no existen, ¿qué es lo que vemos?

—Es una frase con la que me gusta empezar las charlas. Realmente, los colores que tú ves no son exactamente iguales que los colores que ve una persona que está a tu lado porque van a depender de muchas cosas. Aunque la visión entre humanos es homogénea, hay muchas diferencias también entre unos y otros. Somos capaces de ver los colores porque tenemos un conjunto de células, los fotorreceptores, que responden a distintas longitudes de onda de la luz. Cuando esa longitud de onda de la luz llega a nuestras células, ellas responden y transforman esa información en algo que entiende nuestro cerebro. Así que es este el que le da color a la información y, por lo tanto, con lo que realmente vemos. Quiero decir, las células responden pero es nuestro cerebro el que interpreta lo que nosotros estamos viendo. Los colores no existen porque si todos fueran algo tangible, todo el mundo, incluso los animales, tendrían que ver lo mismo, y sabemos que no es así. Por ejemplo, los humanos podemos ver el color rojo porque tenemos células que responden a diferentes longitudes de onda, pero este color no es el mismo para todos los seres vivos.

—¿Qué puede estar detrás de la contracción pupilar más allá de la luz?

—Hay varias cosas. La contracción y la dilatación de los músculos del iris son los que realmente controlan el tamaño de la pupila y van a responder de forma involuntaria a diferentes neurotransmisores de nuestro cerebro. Que la pupila se haga más grande o más pequeña puede deberse, por ejemplo, al consumo de drogas. También al miedo. Cuando estamos atemorizados, nuestra pupila se hace más grande porque es una respuesta normal, porque nuestro organismo quiere prestar más atención a lo que pasa a su alrededor. También se dilata en situaciones que nos causan interés. Cuando nos estamos enamorando de alguien nos dicen que nuestros ojos brillan más, y en realidad es que las pupilas se van dilatando; o cuando nos concentramos mucho en una cosa. Al final, esto es una respuesta motora, involuntaria y normal en respuesta a los cambios de neurotransmisores en nuestro cerebro. 

—Dice que los ojos azules no existen. Más de uno se va a quedar sorprendido. 

—Así es.  El color de nuestro iris, de la mancha que tenemos en nuestro iris o la morfología es algo muy particular en cada uno de nosotros. Es muy especial y única. No hay dos personas en el mundo que tengan el mismo patrón. Solo hay dos tipos de pigmento: marrón y anaranjado. Nuestro color de iris viene determinado por la mezcla de esos pigmentos. Entonces, las personas que tienen los ojos azules tienen muy poco o nada de ese pigmento. Tampoco tenemos melanina azul. 

—¿Por qué se ve azul?

—Por lo mismo por lo que vemos el cielo azul. Por un efecto que se llama efecto Rayleigh, y es porque las longitudes de onda de la luz azul se dispersan mucho más debido a nuestra atmósfera. Así, son mucho más abundantes en la naturaleza, en el cielo y en tus ojos también, por eso se pone de color azul, pero no porque haya melanina de ese color, sino porque no hay suficiente marrón o anaranjada. 

—En referencia a este tema, también explica que si la gente con ojos azules estuviese en Marte, serían de otros colores. 

—La dispersión de la luz azul en nuestro planeta se debe a nuestra atmósfera. Entonces, en un planeta distinto con otra atmósfera, como por ejemplo en Marte, donde llegan principalmente las longitudes de onda más largas como el rojo, tendríamos los ojos de color rojo porque sería la longitud de onda que más se está dispersando o que más preferentemente hay en esa atmósfera. 

—Siempre se asume que los buenos hábitos de vida sirven para cuidar el corazón, ¿y la salud ocular?

—Pues sí. Somos conscientes de que nuestro torrente sanguíneo tiene que estar sano porque es el que riega todo nuestro cuerpo, por eso debemos comer bien, hacer ejercicio, no fumar o no beber alcohol. Pero no nos damos cuenta de que todo eso también influye en los ojos. La retina es uno de los tejidos de nuestro cuerpo que más irrigados está; además son células que están continuamente funcionando, por lo que necesitan mucho apoyo de nutrientes y de oxígeno. Si esos aportes proceden de fuentes no muy saludables, al final nuestra retina también se verá afectada de la misma forma que estarán otras células de nuestro organismo. Hay que prevenir nuestra salud cardiovascular, no solo para nuestro cuerpo, sino también para nuestra salud ocular. Y de eso no somos nada conscientes. 

—Otras conductas como la exposición a la luz natural son muy importantes para el mantenimiento de los ritmos circadianos. ¿La luz solar también influye en nuestra vista?

—Así es. Fíjate, hay una creencia que dice que si estamos mirando una pantalla mucho rato o leyendo un libro muy de cerca, vamos a desarrollar más miopía debido al esfuerzo visual.  Hasta hace poco, esto era una correlación indirecta entre esa práctica y el desarrollo de la enfermedad. Ahora se sabe que esta no es la causa. La miopía sucede porque nuestro ojo es más grande de lo normal y cuando entra la luz no se dirige al fondo, donde está mi retina, sino que se queda un poco antes. Lo que ha visto la evidencia científica es que todas las actividades que hacemos como leer, estar con el móvil o coser, las hacemos en un entorno donde no hay suficiente luz natural y , precisamente, esto podría ser un factor de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad, no mirar algo de cerca. Es más, la influencia de la luz natural es la que impide que nuestro ojo crezca de más. Por ello, no exponerse es un factor de riesgo para el desarrollo de la miopía. Necesitamos hacer más actividades en el exterior. 

—¿Está de acuerdo con los que dicen que las pantallas son dañinas?

—Como en todo, hay cierta parte de verdad y otras cosas que se exageran muchísimo. Es verdad que la luz azul de nuestras luces led, de las pantallas, influyen en nuestro ritmo circadiano. De ahí, se ha ido estirando a todas las cosas malas que hoy se dice que tiene esta luz. Se ha estirado el chicle y se ha dicho que es perjudicial para nuestra retina y que puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de patologías visuales más graves como la degeneración macular asociada a la edad. Eso es totalmente falso. Pero es que además, con esa idea, nos intentan vender una serie de filtros para bloquear esa luz que nos haga sentir seguros. Ahí está el error: en pensar que por poner un filtro en la pantalla o en las gafas ya estás protegido y podemos seguir utilizándola. Lo que es perjudicial para nuestra vista, para el cansancio, para el sueño son los ámbitos delante de estos dispositivos electrónicos. Además, si ponemos este filtro a las gafas y salimos a la calle podemos desregular los ritmos circadianos porque nuestro organismo necesita esa luz del sol para mantenernos despiertos. Es decir, nosotros bloqueamos la producción de melatonina durante el día gracias a la luz, si la bloqueamos, vamos a tener sensación de sueño. 

—¿Por qué se produce la fatiga visual?

—La fatiga puede estar causada por la luz de la pantalla, pero eso se puede cambiar bajando el brillo. Realmente, son los malos hábitos delante de la pantalla lo que hace que tengamos fatiga visual, que estemos siempre mirando al mismo punto de cerca o que no parpadeemos. Eso produce sequedad en el ojo. 

—¿Se puede evitar?

—Sí. Esta regla del 20-20-20, cada 20 minutos te levantas, descansas 20 segundos por lo menos y miras a un punto que esté al menos a 20 pies de distancia, como unos seis metros. Pero lo que es eficaz es enfocar. Es lo que tenemos que ejercitar, tanto de cerca como de lejos para evitar esos signos de fatiga visual. 

—¿Cuál es la principal causa de la miopía?

—Es genético. La primera parte de los factores que hacen que nosotros tengamos ese tipo de problemas de retracción son casi todos genéticos. Hay otros que son ambientales, como es la falta de exposición a la luz natural. 

—¿Piensa que de cara al futuro, la ceguera se podrá solucionar de alguna forma?

—Hay muchos tipos distintos de ceguera. Tengo mucha esperanza en que algunos de ellos, como las que están causadas por mutaciones en un solo tipo de gen, se puedan tratar en un futuro no muy lejano. Curar no lo sé, pero sí hacer algo para que tus personas tengan mejor calidad visual durante su vida. Esto vendrá de la mano de la terapia genética, como todas las herramientas CRISPR. Sabemos que tenemos una edición genética que puede ser la solución para muchas enfermedades de este tipo causadas por un solo gen, y en este caso también.

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.