María Real Capell: «Las personas con perro se mueven y socializan más»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

María Real Capell es conocida en redes como @mariarealcapell.
María Real Capell es conocida en redes como @mariarealcapell.

La farmacéutica, nutricionista y psiconeuroinmunoendocrina, que es reconocida por el abordaje de enfermedades autoinmunes, señala que si una persona «está fuerte» podrá hacer frente, mucho mejor, a los síntomas de la patología

21 jul 2023 . Actualizado a las 18:01 h.

En España, una de cada diez personas padece una enfermedad autoinmune. Su sistema inmunitario ataca a su propio organismo, de forma que lo considera un extraño y algo que eliminar. Por razones que todavía se desconocen, la prevalencia ha aumentado en las últimas décadas, aunque los números varían según la zona geográfica. Esto deja entrever el papel que juega el ambiente en su debut. El diagnóstico se ha vuelto más fácil, aunque sigue sin ser un camino de rosas. «A veces puede tardar años y en muchos casos requiere un largo peregrinaje de médico en médico. Cuando el paciente recibe su diagnóstico es un alivio, porque por fin entiende lo que le pasa». Quién habla es paciente y experta. María Real Capell, farmacéutica, nutricionista y psiconeuroinmunoendocrina, padece en primera mano una enfermedad autoinmune y, a la vez, acompaña en el abordaje a otros que también las sufren. En su libro, Cuando el cuerpo se rebela, defiende que todo paciente con enfermedades autoinmunes «debe tratarse el intestino», una premisa en la que la microbiota resulta imprescindible. 

—¿Qué es una enfermedad autoinmune?

—Una enfermedad autoinmune sucede cuando nuestro sistema inmune, que como explico en el libro es el ejército que tenemos en el cuerpo, en lugar de protegernos contra agresiones externas, se revoluciona y ataca a un tejido de nuestro cuerpo. Por ejemplo, si ataca a la glándula del tiroides, vamos a presentar un hipotiroidismo de Hashimoto; si ataca a la membrana sinovial de las articulaciones, vamos a presentar una artritis reumatoides. Si por otro lado, ataca a las vainas de mielina de la médula y del cerebro, tendremos una esclerosis. De esta forma, se describen todas las enfermedades autoinmunes que hay. Son más de 80, aunque en el libro me he centrado solo en once, porque son las más frecuentes, las que más veo en consulta y las que más estudio. 

—En base a su experiencia en consulta, ¿qué es lo más difícil de afrontar cuando se tiene una enfermedad de este tipo?

—Lo peor es la incertidumbre que te provoca, porque nadie te garantiza que en 20 años, vayas a estar igual que ahora. Lógicamente, la incertidumbre es parte de la vida y cualquier persona tiene que lidiar con ella, pero estas enfermedades van asociadas a una disminución de la calidad de vida y no podemos saber qué rumbo tendremos en el futuro. Por eso es tan importante cuidarnos y poner de nuestra parte. 

—¿Qué ocurre en el sistema inmunitario para que empiece a ver lo propio como una amenaza?

—Lo voy a explicar de la siguiente manera. La inflamación es la que mete leña al fuego y hace que el sistema inmunológico se revolucione. Las encargadas de mediar en este conflicto son las citocinas inflamatorias, y hay dos tipos: las citocinas antiinflamatorias y las inflamatorias. Estas se alimentan de la inflamación, es decir, a mayores niveles de este estado, más citocinas inflamatorias se expresarán y más se agravará el conflicto, porque se estará mandando el mensaje de: «Montad un cristo en el sistema inmune». Hay hábitos de vida que el paciente no sabe que puede hacer y que son antiinflamatorios. Por ejemplo, el sedentarismo es inflamatorio, por lo tanto, el movimiento y el ejercicio tienen el efecto contrario. Tenemos que adoptar un estilo de vida antiinflamatorio, para poner de nuestra parte, y tener menos papeletas de agravar la enfermedad o desarrollar otra. Otro aspecto negativo de las autoinmunes es que muchas veces van de la mano. Es decir, en mi consulta tengo pacientes con poli autoinmunes, con tres o cuatro a la vez. Porque claro, el terreno está predispuesto a tenerla, y van de la mano. 

—¿Se conoce el origen?

—Todas son multifactoriales. Hay una predisposición genética a la que se le suman factores ambientales. Pero ojo, porque tengo en consulta a un niño que tiene 4 años, aunque es mi paciente desde los dos, con artritis. Es decir, este pequeño, con dos años, no le había dado tiempo de hacer nada que contribuyese a desarrollar la enfermedad. Entonces, aquí tampoco hay que buscar culpables o revisar el pasado. Ahora bien, y por dar un ejemplo, un factor que predispone es el consumo de tabaco, sobre todo, a sufrir enfermedades autoinmunes reumatológicas, como son el lupus, la artritis y la espondilitis, y también la esclerosis. Entonces, si tengo una base genética y, además, fumo, soy sedentaria y bebo alcohol, pues esto será un caldo de cultivo para que esa enfermedad dé la cara, lo que es el debut. 

—Explica que después de una infección hay que esperar unos días para hacerse una analítica, ¿por qué?

—Porque el sistema inmune, si acabamos de sufrir una infección, estará alterado. Siempre pongo un ejemplo muy tonto en la consulta: nadie se hará una foto de carnet un día que le haya picado un mosquito en la cara, con un ojo hinchado y sin dormir, porque ese día han ocurrido cosas que hacen que la cara no sea la de siempre. Eso mismo ocurre con nuestro sistema inmunológico. Es decir, si hemos pasado una infección, lo recomendable es esperar 15 días para hacerse una analítica. Lógicamente, siempre se puede hacer por cuestiones como una operación. Pero generalmente, hay que esperar un poco, porque el resultado no será una analítica representativa. Puede salir peor de lo que estás. 

—En el libro cuenta que hay dos tipos de sistema inmunitario: el innato y el adaptativo. ¿De qué depende cada uno?

—El innato va intrínseco con la persona y el adaptativo se va formando según las infecciones que yo tenga. Por ejemplo, si yo he estado expuesta al papiloma virus y tú no, mi sistema adaptativo será distinto al tuyo, porque el mío reconoce este virus. La piel, por ejemplo, forma parte del sistema innato. Es parte del sistema inmunológico, son las barreras primarias. Y el adaptativo es según la influencia, los gemelos idénticos tendrán el mismo de innato, pero su adaptativo será distinto. 

—¿Cómo de importante serán nuestros hábitos para la respuesta inmunitaria de cada uno? La relación con las vacunas que tuvimos a raíz del covid nos permitió conocer, por ejemplo, que el descanso el día previo a ponérnosla era importante. 

—Exactamente, una vacuna hace menos efecto si la persona no ha descansado la noche anterior porque dormir es antiinflamatorio. Cuando dormimos, el cuerpo se regenera. Entonces, si no lo hacemos, las citocinas inflamatorias, esas que lanzan el mensaje de atacar, se multiplican más rápido. Y, además, no pegar ojo afecta a nuestra microbiota, que si está alterada va a fabricar citocinas inflamatorias. Es la pescadilla que se muerde la cola. Dormir es un hábito antiinflamatorio y también ayuda a modular el dolor. Si hoy una persona se rompe el tobillo y no ha dormido, le va a doler más porque modula el umbral del dolor. 

—La prevalencia de las enfermedades autoinmunes ha ido aumentando en las últimas décadas. ¿Se conocen o se intuyen, al menos, las razones?

—Están incrementando, también, porque cada vez tenemos los criterios más claros y porque ya no normalizamos algunos síntomas. Si ahora alguien empieza a ver borroso o a tener hormigueos, irá a urgencias. Y antes se normalizaba más pensando que era estrés. Entonces, como ahora les hemos dado visibilidad conocemos más los síntomas y gracias a eso se diagnostican más. Para encontrar, hay que buscar. Pasa en la celiaquía, que a veces  es difícil de diagnosticar, por eso es muy importante la información. Ahora bien, aparte de todo esto, está aumentando la prevalencia. Este incremento también es multifactorial y no sabemos qué es exactamente, puede deberse a la contaminación, a los disruptores endocrinos, también a la mala alimentación. Es más, ya hay artículos científicos en los que se asocia el consumo de ultraprocesados con mayor aparición de enfermedades autoinmunes. Aquí la base también es la inflamación, porque si consumimos ultraprocesados, la microbiota está alterada y produce inflamación. 

—Precisamente, señala que una disbiosis intestinal, en parte explicada por una mala dieta, falta de ejercicio y mala gestión del estrés, es un factor de riesgo. 

—Exacto. En el libro hago una clasificación según amigos de las autoinmunes y enemigos, para que quede claro. La gestión del estrés es básica. De hecho, yo misma que sufro autoinmunes, empeoro con picos de estrés. En esta época, tengo algún hormigueo, del ojo izquierdo no acabo de ver muy bien y, claramente, para mí el estrés es un factor de empeoramiento. También veo que los días que no hago ejercicio, empeoro. Por eso es muy importante que el paciente sepa sus cartas y cuándo mejora o empeora, porque a lo mejor otra persona prioriza el dormir, y cuando no lo hace, va a tener un brote. Por eso es tan importante que cada uno sepa los factores de mejora o empeoramiento y tener claro que nunca lo vamos a hacer bien al 100 %.

—Cada enfermedad autoinmune tiene sus signos de alerta, pero usted también hace referencia a una serie de síntomas tempranos y comunes a la mayoría. ¿Cuáles son?

—El problema es que el síntoma temprano y más común es altamente inespecífico. Es el cansancio y la fatiga. Quién no tiene una mala época y está cansado. En la esclerosis serían los hormigueos; en la artritis sería la inflamación simétrica, es decir, si duele una rodilla y la otra; en celiaquía, la gente piensa que la diarrea es un síntoma, pero también es el estreñimiento. Por eso digo que cuidado porque los síntomas son inespecíficos. 

—Entiendo que eso podría ser parte de la encrucijada para diagnosticar la enfermedad. Si las enfermedades autoinmunes suelen venir acompañadas unas de otras, ¿hay parejas típicas?

—Y tanto. Una pareja típica es un hipotiroidismo y una celiaquía. Estas van de la mano. También lo es un lupus y un hipotiroidismo, como lo puede ser una esclerosis y un hipotiroidismo. Pero después tenemos pacientes con tres o cuatro autoinmunes, por eso hay que vigilar. El síndrome de Sjogren, que es una enfermedad autoinmune, a veces lo llamo el síndrome sombrero, porque hace conjunto con otras enfermedades autoinmunes reumatológicas como lupus, espondilitis y con artritis. A veces es primario, pero en consulta lo veo más como un sombrero. 

—¿Son hereditarias?

—No, realmente la herencia es muy baja. Menos de un 5 %, por lo tanto estadísticamente no nos tendrían que preocupar. Ahora bien, sí hay factores genéticos. Por ejemplo, los genes de la celiaquía, el HLA DQ2 y DQ8, se transmiten de padres a hijos, pero no especifican que el hijo lo vaya a desarrollar. Con esto, a mi me gusta quitar miedo a los pacientes que preguntan que si por tener una autoinmune, se lo van a pasar a sus hijos. No. De hecho, el riesgo de que tengan otras autoinmune es muy bajo e, incluso, la paciente se encontrará mejor cuando esté embarazada. 

—¿Por qué?

—El sistema inmune, cuando estamos embarazadas, nos protege de la enfermedad. Al estar preocupado por otra cosa, no está pendiente de causarnos inflamación. La paciente, a veces, tiene que hablar antes de fertilidad con su médico que con la pareja. A veces hay que cambiar de fármaco, y cuando esto ocurre, hay un período que se llama wash out. Esto significa que la persona, durante seis meses, se está limpiando del fármaco y los óvulos todavía no están preparados para tener un bebé porquea tienen restos del tratamiento. Así que hay que explicarles que se pueden quedar embarazadas, pero la fertilidad hay que planificarla.

—¿Hay bacterias que debamos tener sí o sí en nuestra microbiota? 

—Para hacerlo fácil, los lactobacilos y bifidobacterias son bacterias amigas. Y después hay una que es muy interesante, la akkermansia, que nos encanta, porque aparte de que protege la barrera intestinal, baja la neuroinflamación. En la esclerosis hay neuroinflamación, en el hipotiroidismo también. Así que si me tuviera que quedar con tres serían lactobacillus, bifidobacterias y akkermansia. Y después, algunas que hay que tener a raya, como las putrefactivas, que no pueden estar en exceso. 

—¿Qué hábitos mejoran el estado de la microbiota?

—En cada comida y en cada cena, hay que consumir hortalizas. En plural, un mínimo de tres colores. Después, tomar especias porque hacen que la microbiota sea más diversa. Y después, evitar el sedentarismo. Cuando la gente me dice que está hinchada, o tiene estreñimiento, les digo que hasta que no se muevan, que no me lo cuenten. 

—Precisamente, en el libro dice que hay que acompañar la proteína animal con hortalizas. ¿Por qué da ese consejo?

—Cuando cocinamos la proteína animal y está en contacto con el fuego siempre puede generar compuestos tóxicos. Para reducir su efecto hablo de las hortalizas, que son fuente de fibra, aceleran el tránsito intestinal y por lo tanto disminuyen el tiempo que ese tóxico está en contacto con la mucosa intestinal.  

—También explica que tocar mascotas mejora la microbiota. Me recuerda al consejo que dice que los niños, cuanto más contacto con la naturaleza, mejor. 

—Exacto. El contacto con las perros y gatos, con las mascotas, mejora el sistema inmunitario por varios motivos. En primer lugar, porque las personas con perro se mueven más y socializan más. Eso es importantísimo porque significa que tienen más niveles de actividad física y que hablan, que están con más gente. Después, acariciar una mascota tiene una liberación de neurotransmisores positivos, estamos más felices, más tranquilos y más a gusto. Además, si desde pequeños hemos estado en contacto con mascotas, nuestra microbiota será más diversa y nuestro sistema inmunológico, inmunidad adaptativa, más inteligente, porque reconocerá más especies. Claro, si cuando una persona nace, la meten en un cuarto, casi sin salir, su sistema inmune adaptativo será nefasto porque no conoce a nadie, sin embargo, si ha estado con personas y con animales, tendrá más probabilidades de ir por la calle esquivando virus. 

—Para cuidar los ciclos intestinales, recomienda andar 2.000 pasos después de cada comida. ¿Por qué esa cifra tan específica?

—Es una forma muy factible de llegar al mínimo de pasos diarios, que son 8.000. Piense que tengo pacientes con un dolor y un nivel de discapacidad, que a muchos no les puedo decir que vayan una hora al gimnasio, porque no la van a aguantar. Entonces, pequeños objetivos como dar 2.000 pasos después de cada ingesta es algo factible. Si les cuesta hacer los pasos, yo siempre digo que lo asocien con algo que les gusta mucho. Por ejemplo, si les resulta difícil andar pero les gusta la música, que se pongan una playlist que disfruten. 

—También le da mucho peso al entrenamiento de fuerza, a la vitamina F como usted le llama. Dice que es un seguro de vida, especialmente, para esos pacientes que se encuentran en un estado de wait and see. Es decir, que no acaban de cumplir los criterios para recibir un diagnóstico con nombre y apellidos, pero no están bien. Indica que para ellos su primera recomendación es que entrenen la fuerza. ¿Por qué? 

—Primero de todo, si el chasis está fuerte, si el cuerpo está fuerte y tiene alguna dolencia, no le va a doler tanto. Por ejemplo, si hubiese una copia idéntiuca de mí que estuviese muy fuerte y tuviese un brote de esclerosis, no cojearía tanto como lo haría yo estando en baja forma. Cuando hacemos ejercicio de fuerza, mientras se está practicando, genera compuestos antiinflamatorios que viajan por todo el torrente sanguíneo. Es decir, si una persona que está en silla de ruedas entrena el bíceps, estos compuestos que se producen en su brazo viajarán por todo el cuerpo. Eso tiene un efecto antiinflamatorio que es precisamente lo que estamos buscando. 

—¿Qué consejos daría para aumentar el movimiento diario?

—Recomiendo comprar una pulsera o reloj para registrar la actividad, porque eso va a motivar y ayudará a que la persona mantenga un compromiso consigo misma. Si esto no funciona, puede crear un grupo con sus amigos para ir compartiendo la foto de los pasos, así sabrá que tiene que dar explicaciones. Como decíamos, también se pueden hacer los pasos después de las comidas o caminar mientras se habla por teléfono. Incluso, ir cambiando de postura cuando estamos en el sofá. Hay un divulgador que dice que te quites el sofá de casa. Yo lo veo un poco extremo. Un amigo dice que la mejor postura es la siguiente que vas a hacer porque significa que te mueves. 

—No solo destaca los beneficios en general del ejercicio, sino que los aplica a cada enfermedad autoinmune. ¿Hay alguna consecuencia positiva y concreta que le haya llamado especialmente la atención?

—Veo una mejora brutal en el hiportiroidismo de hashimoto. Les ayuda a bajar, incluso, anticuerpos. Además, muchos pacientes con hipotiroidismo tienen una sensación de mente nublada, de que no pueden pensar bien o no pueden hacer planes porque se cansan, y les empiezas a hacer los cambios en el estilo de vida, y ya te dicen que hasta han salido de fiesta. Es una pasada. 

—Por último, ¿qué le diría a alguien que acaba de ser diagnosticado?

—Que no se desanime, porque tengo muchos pacientes en consulta haciendo una vida extraordinaria. Y después, como ya hemos hablado de alimentación y ejercicio, que aprenda a gestionar el estrés y ponga en el foco en su calidad del sueño. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.