La «barriga del fumador»: un estudio demuestra que fumar aumenta la grasa abdominal más peligrosa

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Uno de cada dos fumadores morirá por causas relacionadas con el tabaco.
Uno de cada dos fumadores morirá por causas relacionadas con el tabaco. iStock

La investigación, realizada con datos de 1,2 millones de europeos, halló que el tabaco contribuye al crecimiento de la grasa visceral, un tejido relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes, ictus y demencia

21 mar 2024 . Actualizado a las 13:42 h.

Una nueva investigación del centro NNF de Investigación Metabólica Básica de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) reveló que iniciar el hábito de fumar, así como mantenerlo a lo largo de la vida, son conductas que contribuyen a aumentar la grasa abdominal y, específicamente, la visceral, aquella que se encuentra entre los órganos y que está relacionada con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, ictus y demencia. El hallazgo, que se publicó en la revista científica Addiction, representa el fin de la excusa de numerosos fumadores, que temen aumentar de peso si dejan el tabaco.

El estudio

Los investigadores realizaron un análisis estadístico a través de la técnica de aleatorización mendeliana (MR), con el fin de determinar si el fumar provoca, efectivamente, un aumento en la grasa corporal de las personas. Así combinaron los resultados de diferentes estudios genéticos en población europea para identificar relaciones causales entre una exposición y un resultado. En este caso, se determinó que la exposición al tabaco era lo que provocaba el incremento de la grasa abdominal.

Primero, los investigadores utilizaron estudios genéticos previos para identificar qué genes estaban relacionados con los hábitos de fumar y la distribución de la grasa corporal. En segundo lugar, utilizaron esta información genética para determinar si las personas con genes asociados con el tabaquismo tienden a tener diferentes distribuciones de grasa corporal. Los dos estudios subyacentes sobre ascendencia europea fueron de gran escala: el estudio sobre el tabaquismo analizó a 1,2 millones de personas que comenzaron a fumar y a más de 450.000 fumadores de por vida; por su parte, el estudio sobre la distribución de la grasa corporal incluyó a más de 600.000 personas.

Los científicos tuvieron en cuenta asimismo otras variables que podrían influir en los resultados, como el consumo de alcohol o el entorno socioeconómico, para garantizar que cualquier conexión que encontraran entre el tabaquismo y la distribución de la grasa corporal se debiera realmente al tabaquismo en sí y no a otros factores.

«Este estudio encontró que comenzar a fumar y fumar a lo largo de la vida podría causar un aumento en la grasa abdominal, como se ve en las mediciones de la relación cintura-cadera. En un análisis adicional, también descubrimos que el tipo de grasa que aumenta es probablemente la grasa visceral, en lugar de la grasa que se localiza justo debajo de la piel», explicó el epidemiólogo Germán D. Carrasquilla, autor principal de la investigación.

Los investigadores descubrieron que el exceso de grasa abdominal en los fumadores era predominantemente visceral al estudiar cómo las variantes de ADN relacionadas con los hábitos de fumar y la grasa abdominal se relacionan con los compartimentos de grasa en diferentes partes del cuerpo. El hallazgo clave es que estos factores genéticos están más fuertemente relacionados con el aumento del tejido adiposo visceral, es decir, la grasa profunda que envuelve los órganos abdominales, que con la grasa subcutánea que se almacena debajo de la piel.

Lo novedoso de este trabajo con respecto a otros que han analizado anteriormente la misma relación causal es que se tuvieron en cuenta todas las diferentes variables que podrían alterar los resultados. Este control supone una mayor precisión y fiabilidad de los datos obtenidos. «Dado que el diseño de nuestro estudio utiliza variaciones genéticas, es más efectivo en cuanto a reducir o controlar esas variables. La influencia del tabaquismo en la grasa abdominal parece ocurrir independientemente de otros factores como el nivel socioeconómico, el consumo de alcohol, el TDAH o el grado de riesgo que una persona asume», añade.

Más motivos para dejar de fumar

Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco causa ocho millones de muertes al año en todo el mundo. La entidad remarca que la mitad de los fumadores mueren como consecuencia de esta sustancia. No solo está relacionada de manera directa con el riesgo de sufrir cáncer de pulmón (si nadie fumara, sería una enfermedad rara, según los expertos), sino también con varios otros tipos de enfermedad tumoral, como el cáncer de laringe, el de cavidad oral, el de estómago, el de páncreas y el de vejiga.

El hábito de fumar es también la principal causa de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, conocida como EPOC. Aumenta además el riesgo de enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio, la cardiopatía isquémica, la vasculopatía periférica o el aneurisma de aorta.

Además de aumentar la grasa visceral, el tabaco induce cambios físicos de manera inmediata: amarillea los dientes y crea un exceso de placa dental, causa mal aliento y provoca un envejecimiento prematuro en la piel debido al desgaste de las proteínas que le dan elasticidad, la disminución de la vitamina A y la reducción del riego sanguíneo. El daño a la piel puede ser incluso mayor, ya que fumar aumenta el riesgo de padecer psoriasis, una enfermedad inflamatoria y no contagiosa de la piel que se manifiesta en forma de brotes de manchas rojizas y picor que afectan a todo el cuerpo.

«Los beneficios de dejar de fumar son casi inmediatos. A los 20 minutos disminuye la frecuencia cardíaca. A las 12 horas, las concentraciones de monóxido de carbono en la sangre vuelven a la normalidad. Entre la segunda semana y los tres meses, la circulación y la función pulmonar mejoran», asegura la OMS.

Cabe señalar que, cuando hablamos de tabaco, no existe un nivel de consumo que pueda considerarse seguro. Caer en la creencia de que, si se logra fumar poco, eso será suficiente, es un riesgo que los expertos han denominado «la fantasía del fumador». Cualquier cantidad de tabaco, así sea un solo cigarrillo al día, es tóxica e induce mutaciones genéticas en el cuerpo.

Claves para romper con el cigarrillo

Si tienes una vaga idea de que quieres dejar de fumar por tu salud, pero en el fondo, no sientes una verdadera motivación, una medida que puede ayudarte a encontrarla es hacer una lista de las razones por las que quieres dejar atrás este hábito. Tienen que ser lo más concretas posibles: no vale un motivo genérico como «mejorar mi salud» o «ahorrar dinero». Visualiza los cambios positivos específicos que verás en tu vida cuando el tabaco ya no forme parte de ella.

Otra clave en este sentido es entender qué es lo que te proporciona el tabaco. ¿Lo utilizas como estimulante o, más bien, como relajante? En ambos casos, existen alternativas saludables para alcanzar el estado deseado sin fumar. Si, en cambio, fumas más bien por automatismo, es decir, si te das cuenta de que estás fumando y no recuerdas haber encendido el cigarrillo, esto indica que ya no estás disfrutando del tabaco, por lo que no te está aportando nada.

Recibir el tratamiento adecuado es fundamental para garantizar las máximas probabilidades de éxito. Aunque creas que puedes lograrlo por ti mismo, acudir a la consulta médica es clave, ya que los profesionales cuentan con herramientas y recursos que pueden ofrecerte para que el proceso sea más llevadero.

También se recomienda avisar a las personas de tu entorno cercano que estás dejando de fumar. Esto cumple dos propósitos: en primer lugar, nos compromete más con la meta a nivel psicológico. Y en segundo lugar, se busca que la familia ayude y sea comprensiva, sobre todo, durante las primeras semanas.

«Oficialmente, se considera que una persona es exfumadora cuando ha pasado un año desde que dejó de fumar. Pero el síndrome de abstinencia, habitualmente, solo está presente en el primer mes, o las primeras dos o tres semanas. Cuando hay una recaída posteriormente, suele ser porque bajamos la guardia: alguien nos invita y pensamos que, como lo tenemos controlado, podemos fumar uno solo y no pasa nada. Son cosas de ese tipo», explica el neumólogo Jacobo Sellares, coordinador del Grupo de Trabajo en Tabaquismo de la Sociedad Catalana de Neumología (Socap).

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.