Natalia habla sobre su cáncer metastásico: «La gente se piensa por mi aspecto que ya estoy curada»

Lois Balado Tomé
Lois Balado LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Natalia fue diagnosticada de cáncer en estadio IV en mayo del año pasado.
Natalia fue diagnosticada de cáncer en estadio IV en mayo del año pasado. Kiko Delgado

Con 31 años, fue diagnosticada en mayo del 2023 de un agresivo cáncer en estadio IV que la hizo regresar de A Coruña, donde trabajaba en Inditex, a su casa en Sevilla

29 jul 2024 . Actualizado a las 11:15 h.

Natalia se ríe más desde hace un año. Es lo que le dice su madre. Sonríe también para el fotógrafo. Cinco clics en la vía pública, a la vista de cualquiera, pero nadie que se pasee cerca sabe el porqué. Y entre todas las posibles hipótesis cuchicheadas más o menos discretamente, no estará el cáncer. Con todas sus letras. Carcinoma inclasificado de muy alto grado con diferenciacion rabdoide.

Melena larga y brillante. Belleza canónica y cuerpo espigado. Natalia tiene cáncer, pero a Natalia no se le nota el cáncer. Al menos su presencia no se ajusta al constructo social del cáncer. «A mí me dicen: ‘‘No, pero tú estás muy bien’’. Bueno, señora, a ver... tengo metástasis». Es en parte por lo que cuenta «su proceso», que comenzó hace algo más de un año, tras cumplir los 30. «Si sentí la necesidad de hablar de esto fue, en parte, porque quería concienciar de que el cáncer no es solo físico. Muchas veces no sabes lo que una persona lleva detrás, nadie se imagina cómo estás cuando no te ven. Que yo tenga un cáncer con metástasis, nadie se lo puede imaginar. Yo lo noto cuando lo cuento. La gente me dice ‘‘pero tú ya estás curada’’. No hay mucha gente que hable del cáncer de esa manera, sin que sea tan evidente. Incluso hay quien lo lleva en secreto», dice, quizás apenada por primera vez en una conversación que muchos verían incómoda, pero que ya lleva prolongándose durante más de media hora. «Hay gente que no pronuncia la palabra cáncer. No se sabe materializarlo, aunque ya esté ahí. Si no aceptas lo que tienes, vives enfadado». Pero antes del debate sobre el tabú, sobre la carga social, fueron las salas de espera.

Mayo del 2023

Puede que Natalia se ría más. Pero Natalia marca con claridad la frontera entre una actitud positiva y la romantización. Su relato es crudo como el cáncer, pero humano como ella. Biología y espiritualidad, cada uno con la propia, independientemente de cómo se canalice. En ella, la medicina y sus avances no entran en conflicto con su fe. «Yo me puse en manos de la medicina, porque creo en ella. Y he hecho muchas cosas para apoyar el proceso —se formó en nutrición y en ejercicio oncológico—, porque la medicina es una parte y tú pones otra, que puede salir bien o no. Y luego hay cosas que ya no dependen de ti. Para mí es Dios, para otros es puro azar».

Hay que remontarse a mayo del pasado año para entender su recorrido, escarpado y poco común. «Todo empieza con una leve molestia en la zona del riñón; no le das importancia. Pero un día tuve un sangrado muy abundante en la orina. Básicamente, sangre pura. Fui al hospital, me trataron muy bien y volví a casa. Pero pronto empezaron unos dolores muy fuertes en la zona del riñón. Ingreso un jueves de madrugada en el Chuac», relata. La sospecha era que los problemas venían de un cólico nefrítico, pero, para asegurarse, le realizaron una ecografía. «Y ven que hay una masa de unos cinco centímetros en el riñón», recuerda.

Una molestia en la zona del riñón fue el primer signo de alerta para Natalia.
Una molestia en la zona del riñón fue el primer signo de alerta para Natalia. Kiko Delgado

Fueron días de pruebas, de analgesia que frenó el sangrado y redujo el dolor. Su aspecto era bueno. «Pero cuando ven que es un tumor, grado IV y que hay metástasis en todo el cuerpo, nadie se explicaba cómo yo podía tener ese aspecto». La incredulidad jugó un papel importante en el diagnóstico diferencial. Debido a que su trabajo la obligaba a viajar por latitudes poco comunes —forma parte de la plantilla de Inditex que, de cuando en cuando, cruza el mundo en busca de tejidos y prendas—, exploraron la posibilidad de que la tuberculosis fuese una explicación. «Buscaban descartar, contemplar opciones más favorables. Pero se acabó confirmando lo que era». Tras casi un mes ingresada, se supo de la complejidad del caso y lo avanzado del tumor.

Volver

Natalia pide que se deje constancia por escrito de su agradecimiento al personal del hospital coruñés —«Siempre digo que me he topado con ángeles»—. Le facilitaron las cosas cuando, entre ella y su círculo, tomaron la decisión de pedir el traslado. De Galicia, como de la Bretaña francesa y otras regiones de clima poco amable, se dice que lloras dos veces: cuando llegas y cuando te vas. Tal vez no sea más que un premio de consolación contagioso. Tu casa es tu casa y el hogar de Natalia está en Sevilla. Tras tres años en el norte, volvió al sur. «En todos los hospitales nos decían que la opción era probar con inmunoterapia y operar si se podía. Hicimos un traslado al Virgen del Rocío — «Me gustaría también, si en algún momento lo pones, agradecer al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, porque el equipo médico está volcado conmigo», deja literalmente escrito en un wasap—. Tengo consulta un lunes y el viernes ya me ponen mi primer ciclo. Iban a probar y ver qué ocurría porque tengo metástasis en el pulmón, en mediastino, en la cadera, en el hombro... y no era operable».

Un ciclo, dos, tres y cuatro. Ahí empiezan los problemas, manifestados a través de fiebres. Una meningitis y una hepatitis autoinmune pulsaron el pause. Tocaba parar y hacer recuento

La sorpresa

Natalia es, para lo bueno y lo malo, una paciente de la nueva medicina. Sufre lo que las estadísticas dicen que es una realidad, el aumento de cáncer en personas jóvenes, pero también utiliza todas las herramientas disponibles para ser una paciente informada. No se pierde en todo el proceso; es consciente de cada término, que usa de manera precisa. Un sangrado es hematuria y una prueba no es una prueba, sino un PET. «Tras pausar la inmunoterapia, el PET mostró que, al cuarto ciclo, todo había disminuido; incluso habían desaparecido cosas. Nadie se lo esperaba; tras cuatro ciclos, es común que todo se vea inflamado —paciente informada—. Fue una noticia fantástica, pero yo tenía unos efectos secundarios muy graves, por lo que deciden pausar el tratamiento, que me recupere y operar». Era noviembre. «Tras ocho horas en quirófano, me quitaron un riñón entero, catorce ganglios, uretra, muchas cosas. Si quitas el tumor primario, se supone que el tumor secundario tiene fuerza. Eso es lo que se cree a día de hoy».

Su caso, llevado ya a congresos, continúa. Se somete ahora a un tratamiento diana, oral, muy específico para su tumor del pulmón y que le provoca efectos adversos (debilidad muscular, no sentir las piernas, mareos) que, una vez más, no son perceptibles a simple vista.

Presente

La gran paradoja es que un cáncer en estadio IV ha dado paso a una Natalia de una fuerza arrolladora, capaz de mejorar a su entorno y a ella misma. Vive el presente. Sin clichés. «Es obvio que la mente se va al futuro. Hay veces que pienso “jolín, ya llevo un año y tres meses, ¿cuánto tiempo voy a estar con esto? ¿Volveré a tener una vida normal?, ¿volveré a poder trabajar como trabajaba? La mente se te va a al futuro, pero intento volver al presente», expone. No es una cuestión de optimismo vacuo, sino que ya ha visto demasiadas veces que los peores presagios no se han cumplido en los plazos marcados. «Me he llevado disgustos para nada. He aprendido que lo que un día es malo, al día siguiente puede ser bueno. A mi madre le dijeron hace un año que las esperanzas eran muy bajitas y que ojalá llegase al año, que las cosas pintaban muy mal». Habla de pequeños milagros. Que sean fruto de la ciencia o la providencia, le da exactamente igual.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.