Franz Martín, experto en diabetes: «La diabetes no se desarrolla de la noche a la mañana, es un proceso que dura hasta 20 años»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Franz Martín es investigador principal del Cabimer y del Ciber de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas.
El doctor Franz Martín es investigador principal del Cabimer y del Ciber de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas.

Franz Martín, experto en diabetes: «La diabetes no se desarrolla de la noche a la mañana, es un proceso que dura hasta 20 años»

19 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La diabetes es, en la actualidad, una de las enfermedades crónicas y no contagiosas con mayor prevalencia en el mundo. En España, se estima que afecta a más de seis millones de personas, mientras que su tasa de incidencia no para de crecer. El doctor Franz Martín Bermudo, uno de los referentes europeos en esta patología, explica sus causas y las consecuencias que tiene en la vida de las personas en su nuevo libro Vivir con diabetes (Vergara, 2024). 

«En los últimos años se ha convertido en un verdadero caballo de batalla para la sociedad», dice el investigador y catedrático de Nutrición y Bromatología, que añade: «Se trata de un enorme desafío sanitario que también afecta a la economía». Esto se explica mediante su alta prevalencia, mortalidad, su cronicidad e incremento del riesgo de padecer otras enfermedades. 

—¿Qué sucede cuando una persona tiene diabetes?

—Es una enfermedad en la que el cuerpo tiene dificultad para controlar los niveles de azúcar en sangre, lo que se conoce como glucemia. Como consecuencia, el azúcar tiene subidas y bajadas muy altas; esto produce un daño en los órganos como los riñones, el corazón, los grandes vasos o el ojo. 

—¿Se conoce la causa?

—Se puede producir de múltiples maneras, lo que también da lugar a los distintos tipos. A lo largo de la historia, ha habido muchas clasificaciones pero, en la actualidad la división tiene que ver con su origen. Las cuatro más frecuentes son la diabetes tipo 1, donde el sistema inmune no es capaz de reconocer a las propias células beta que producen insulina, la hormona que mueve la glucosa de la sangre a los tejidos, las mata y entonces el organismo no tiene insulina. La diabetes tipo 2, una enfermedad en la que las células que producen insulina no funcionan correctamente y la insulina no puede ejercer bien su trabajo. Aparece fundamentalmente como consecuencia de nuestro estilo de vida sedentario, con una mala alimentación, falta de ejercicio físico, estrés y carencia de sueño, con cierto componente genético. El tercer grupo es la gestacional, que es una diabetes que ocurre en las mujeres durante el embarazo, aparece exclusivamente en esta etapa y, luego hay otro gran conjunto, que son diabetes por defectos genéticos, por mutaciones. 

—¿Cómo es posible que un mal estilo de vida, acompañado de la genética, contribuya a la aparición de la diabetes tipo 2?, ¿cuál es el mecanismo por el que se produce?

—En este tipo de diabetes intervienen dos factores: un fallo en las células que producen insulina, las cuales empiezan a funcionar mal y acaban dañándose y muriendo. Y que el cuerpo del paciente se hace resistencia a ella, con la conocida resistencia a la insulina. Esto quiere decir que necesitará mayor cantidad de esta hormona para que tenga el mismo efecto. Cuando alguien tiene un estilo de vida sedentario, sin ejercicio, la insulina actúa peor en nuestro cuerpo. Al seguir dietas ricas en ultraprocesados, con azúcar y grasas saturadas, estos nutrientes llegan a las células beta que producen insulina y las acaban dañando. Son tóxicos para ellas, y aunque se puedan ir adaptando, llega un momento en el que las células no pueden más, empiezan a funcionar mal y acaban muriendo. A su vez, como indicaba antes, ya no es que no produzcan suficiente insulina, sino que se necesita más —porque las células funcionan peor y porque la persona sigue comiendo ultraprocesados—. Es un círculo vicioso, en el que el organismo trata de adaptarse pero tiene un límite, de ahí que la enfermedad llegue progresivamente. Uno no desarrolla una diabetes tipo 2 de la noche a la mañana, sino que es un proceso que dura entre 10 y 20 años según la persona. 

—¿La prediabetes no puede considerarse como una especie de preaviso?

—La prediabetes es un concepto reciente que agrupa dos ideas. Primero, los valores de azúcar en sangre. El diagnóstico de diabetes se hace cuando te hacen una analítica en ayunas tras ocho horas, y tienes dos glucemias por encima de 125 miligramos por cien mililitros de sangre —los valores normales están entre 80 y 100—. No obstante, hay un proceso que lo precede, que indica el momento en el que el paciente está entrando en ese círculo vicioso de obesidad, sobrepeso, malos hábitos y sedentarismo, en el que primero tienes 105 y finalmente 125. Esto es la prediabetes. Es una adaptación, porque si continúas igual, acabarás desarrollando la enfermedad. La diabetes no tiene síntomas claros; es más, hay personas que se enteran porque tienen un ictus, una angina de pecho o un infarto, y resulta que llevaban cuatro o cinco años padeciéndola. El azúcar en sangre no duele, por eso se considera esta patología como un asesino silencioso. 

—No se dice lo mismo de la diabetes tipo 1. 

—No, porque es diferente. El sistema inmune va matando las células beta hasta que llega un momento en el que el paciente no tiene suficientes y su cuerpo no logra manejar la glucemia. De repente, empieza a tener mucha sed, a perder peso, a tener mucha hambre y las heridas le tardan en cicatrizar. La diabetes tipo 1 sí da la cara, pero ojo, que cuando la da ya es tarde. 

—En diabetes tipo 2 ya hablan de que los casos pueden estar infradiagnosticados. 

—Se sabe que hay más casos de los que se conocen. En España, se hizo un estudio que se llamó Diabetes, hace casi ya diez años, donde se estimó que entre el 5 y el 6 % de las personas que tienen diabetes no lo saben. Es decir, la prevalencia de diabetes en nuestro país estaba en torno al 13,6 %, y de esos, solo un 8 % sabía que padecía la enfermedad. El resto no. 

—¿La prediabetes es reversible?

—Sí, si se coge a tiempo tiene solución. Pongamos la situación de una persona con sobrepeso, cuya glucemia está en 105 o 110. Si cambia su estilo de vida, hace ejercicio, come de manera más saludable, pierde peso y trata de estar menos estresado, la situación puede revertirse.  Con un estilo de vida adecuado puedes hacer que la enfermedad no aparezca o que, si lo hace, sea mucho más tarde, y que el proceso de evolución sea más lento. Antes no había mucha diabetes tipo 2 porque la gente solía comer mejor y tenía mayores niveles de actividad física, nos movíamos más, ya sea en el ocio, en el trabajo o en casa. 

—En su libro cuenta que, en algunos casos, también es posible revertir la enfermedad. 

—Sí, en personas con diabetes tipo 2, que están muy al principio. Esto se ha visto en estudios recientes, donde los participantes cambiaron su estilo de vida radicalmente y fueron capaces de perder entre el 10 y el 15 % de su peso, la enfermedad podía revertirse y hacer que apareciese más tarde. Pero claro, esto no es fácil de conseguir. 

—Una vez un paciente es diagnosticado, ¿qué piensa que es lo primero que debe saber?

—Eso dependerá de si el diagnóstico es de diabetes tipo 1 o tipo 2, porque la primera conlleva un ingreso hospitalario hasta que consiguen estabilizar sus cifras de glucemia, y le dan un primer curso acelerado de la enfermedad. En el caso de la diabetes tipo 2, lo que recomiendo en primer lugar es encontrar información sobre la enfermedad, sobre cómo se trata, qué se puede hacer para que progrese más lentamente, cómo se puede controlar la glucemia, qué tiene que comer o a qué hora, etcétera. Ten en cuenta que los pacientes con diabetes están constantemente tomando decisiones que nosotros damos por hecho. Controlan lo que hacen cuando comen, cuánto comen, cómo  y si se ponen más o menos insulina. Yo me apuntaría a una ubicación de pacientes, porque ahí se aprende mucho. 

—En referencia a la alimentación, ¿qué deben saber?

—Los pacientes con diabetes tienen que tener una de reglas: un horario de comida más o menos estable, que sea regular este horario. Otra cosa importante es conocer las fuentes de carbohidratos, intentar seguir una alimentación equilibrada, lo más parecida a una dieta mediterránea, contando la cantidad de hidratos de carbono y midiendo su glucemia antes y después. No hay nada prohibido. Quiero decir, si le apetece tomar un poco de tarta, puede hacerlo. Lo ideal es que tenga conocimiento y sepa que después tiene que ajustar la cantidad de hidratos por otro sitio. 

—Y respecto al ejercicio, ¿existe uno mejor que el otro?

—No. Antes se pensaba que solo había que hacer ejercicio aeróbico, ahora se sabe que no y que, sobre todo, a partir de una cierta edad, como los cuarenta años, hay que hacer ejercicio de fuerza, de flexibilidad y de coordinación. El programa de ejercicio es el mismo que la OMS marca para cualquier persona marca para una persona sana. Consiste en hacer ejercicio unas cuatro horas a la semana, alternando entre ejercicio aeróbico y de fuerza. Una persona de más de 40 años, que no haya hecho ejercicio en su vida, se tiene que hacer un chequeo médico, incluso antes de la enfermedad. Y luego, medir la glucemia, que exige una serie de controles. Es decir, si está por encima de 280 o 300, es mejor no hacer ejercicio. En cuatro a la idoneidad, dependerá de cada persona y de sus capacidades. Algo que hay que saber es que una cosa era la actividad física, que es moverse; otra el ejercicio, que es un movimiento reglado en un programa de entrenamiento, y otra el deporte, que es un ejercicio físico donde hay unas reglas. Dicho esto, hay que partir del concepto de aumentar la actividad física diaria, y esto puede ser que si vivo en un tercero, subo las escaleras, o cojo menos el coche. Hay otro concepto que se ha ido acuñando en los últimos años que son los snacks. A lo mejor no tengo posibilidad de hacer una hora de ejercicio, pero me llega con hacer unas flexiones y caminar un poco, es decir, moverse. 

—¿La gestión del estrés tiene importancia en el desarrollo de diabetes?

—Sí, tiene importancia en la aparición de la enfermedad y en su gestión. Es una situación de estrés, la glucemia puede bajar o subir. Evolutivamente, nosotros vivíamos este estrés cuando íbamos a atacar o nos iban a atacar; así que el cuerpo activaba una serie de hormonas que permitiesen sacar la glucosa de los sitios reserva, como el hígado, para que pudiese ser utilizada por los músculos con el objetivo de huir o atacar. Ahora no es así, ahora vas en tu coche y vas enfadada porque estás en un atasco, llegas tarde, y te estresas. Tu cuerpo pone en marcha los mismos mecanismos, libera esa glucosa, pero no la vas a gastar porque estás en tu coche. Por eso, el estrés cambia la glucemia.

—¿Y el descanso?

—Igual. Hay que tener una higiene del sueño: tratar de dormir entre seis y nueve horas diarias, según lo que necesite cada uno. Eso se consigue levantándote siempre a la misma hora, porque también afecta a la diabetes.  Hay una cosa que se llama los ritmos circadianos de la glucosa, y es que los niveles van cambiando a lo largo del día. Si no dormimos correctamente, los ritmos circadianos se alteran y eso afecta también a los niveles de glucosa. 

—Con el aumento de los medicamentos análogos del GLP-1 y el incremento de su uso, no le habrán resultado ajenos los problemas de suministro de algunos fármacos como Ozempic. 

—Así es. Para los pacientes de diabetes, ayudan a controlar mejor la glucemia y se ha visto que tienen otros efectos protectores sobre el riñón, el corazón o el sistema cardiovascular. Es decir, que pueden resultar más beneficiosos si cabe. En suma, como dices, se ha visto que ayudan a perder peso, lo que se consigue a través de dos mecanismos. Primero, que actúan sobre los centros del cerebro que regulan hambre y saciedad, situados en el hipotálamo, reduciendo el apetito; y segundo, porque producen un retraso en el vaciamiento gástrico y una disminución de la motilidad intestinal. Esto se traduce en que la persona tiene el estómago lleno durante más tiempo y se sienten más saciados, tanto a nivel de estómago como a nivel cerebral. Pero estos fármacos, que sirven para perder peso, funcionan si se añade una dieta saludable y aumentamos la actividad física. Si nos ha aprovechado el tiempo que tomas los fármacos para cambiar tu estilo de vida, cuando dejes de tomarlos, poco a poco recuperarás el peso porque el hambre va a volver. Tu cerebro tendrá el hambre que tenía y tu estómago funcionará como antes.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.