Utilizar el móvil en el baño puede aumentar el riesgo de padecer hemorroides, según un nuevo estudio
ENFERMEDADES

La razón podría ser que el teléfono provoca que las personas pasen más tiempo sentadas en el retrete
06 may 2025 . Actualizado a las 14:16 h.Los smartphones están presentes en cada instante y espacio del día a día, de la habitación al baño. Por eso, cada vez hay más investigaciones que estudian los potenciales efectos de la tecnología en la salud, no solo mental, sino también física.
Un nuevo estudio presentado en la Semana de Enfermedades Digestivas (DWW) del 2025, que organiza cada año la Asociación Gastroenterológica Estadounidense, encontró que las personas que utilizan su teléfono mientras están en el retrete pasan más tiempo en el baño que aquellos usuarios que no se lo llevan a esta zona del hogar, y tienen un 46 % más de riesgo de sufrir de patología hemorroidal, popularmente conocido como hemorroides.
Para llegar a esta conclusión, el equipo de investigación realizó una encuentras transversal a 125 adultos que se tenían que someter a una colonoscopia de cribado, y les preguntaba acerca de sus hábitos del uso del teléfono en el baño, así como sus niveles de actividad física, la cantidad de fibra en su dieta habitual o el esfuerzo que percibían que tenían que hacer al defecar.
Las hemorroides se evaluaron o bien por visualización, o bien con los informes endoscópicos que formaron parte del programa de cribado. Así vieron que cerca de un 43 % de los participantes tenían patología hemorroidal y que el 66 % usaba teléfonos en el baño.
Tras ajustar variables como edad, género, índice de masa corporal, el ejercicio o la ingesta de fibra, los investigadores observaron que los que llevan el teléfono al retrete tienen un riesgo 46 % mayor de padecer hemorroides. De hecho, los que utilizaban este dispositivo en el baño pasaban más tiempo en él, en concreto, un 37,3 % de los encuestados dedicaba más de seis minutos a cada visita.
En cuanto a las actividades, lo más común era utilizarlo para leer las noticias, seguido de la redes sociales y leer correos electrónicos o enviar mensajes.
Si bien por la naturaleza del estudio no se puede asegurar que haya una relación de causa y efecto entre el uso prolongado de smartphones en el baño y la patología hemorroidal, sí que se conoce que pasar más tiempo del debido sentados en el retrete es un factor de riesgo para esta condición. Se suman otros problemas como el estreñimiento crónico o diarrea, ya que conllevan importantes esfuerzos durante la defecación, que la persona consuma poca fibra, o el embarazo, porque aumenta la presión en el abdomen.
¿Qué son las hemorroides?
En realidad, tal y como confirmaba el doctor Blas Flor Lorente, vicepresidente segundo de la Asociación Española de Cirugía (AEC) y adjunto de cirugía de la unidad de coloproctología del Hospital Universitario La Fe de Valencia, en este reportaje, «todo el mundo tiene hemorroides», ya que es una estructura anatómica. El problema llega cuando se produce su engrosamiento y posterior descenso, ya que en condiciones normales están situadas en el canal anal. «Cuando tenemos sangrado o un prolapso de las hemorroides, que a través del ano se ve un bulto, es cuando hablamos de un problema», añadía el experto.
El signo más habitual de que puede haber una patología hemorroidal es que el individuo se encuentre con sangre roja tras la defecación ya sea en las heces o en el papel higiénico. A su vez, también pueden provocar incomodidad, picor anal o molestias. De hecho, los expertos hablan de dolor cuando la hemorroides internas se ha protuido y no es capaz de volver al interior. Por su parte, las externas pueden desarrollar una trombosis, o lo que es lo mismo, coagularse, provocando un bulto duro, violáceo y muy doloroso en la parte externa del ano que puede sangrar al romperse.
El doctor Flor señalaba que tanto el sangrado como el bulto son los motivos más frecuentes que conducen al diagnóstico: «No hay sangrado igual para todos, pero da igual como sea, cuando se ve sangre es sinónimo de consulta médica», decía tajante.
¿Qué tratamientos existen para las hemorroides?
El diagnóstico de la patología no es igual para todos, sino que se establecen cuatro grados en función de la gravedad. El grado I corresponde a hemorroides que permanecen dentro del canal anal; el II a aquellas que protruyen con la deposición pero regresan solas al interior; en el Grado III, también se exteriorizan al defecar, pero requieren ser reintroducidas manualmente; y en el Grado IV, las hemorroides permanecen prolapsadas de forma permanente.
Según la situación, se pautará un tratamiento u otro. Si los síntomas son leves, es posible que los fármacos disponibles sean suficientes, porque tratan el sangrado y la inflamación. Además, los especialistas recomendarán un cambio de dieta y del estilo de vida, para que el paciente no siga haciendo un esfuerzo a la hora de defecar. Esta situación supone, según el cirujano, el 90 % de los casos hoy en día.
Eso sí, si este abordaje no es efectivo, se avanza en complejidad. A algunos pacientes se les propone la ligadura o banda elástica. Esta banda se sitúa en la base de la hemorroide, de forma que interrumpe su circulación y la hemorroide se desprende, lo que provoca una cicatriz. Es un tratamiento ambulatorio y puede requerir varias sesiones.
También existe la posibilidad de recurrir a una inyección esclerosante, con la que se interrumpe el riego sanguíneo de la hemorroide mediante la inyección de una sustancia química en su base; a una anopexia circular mecánica, que consiste en una operación con grapadora o sutura mecánica que recoloca las hemorroides en el interior del ano para mejorar algunos síntomas; la ligadura arterial hemorroidal, con la que se reduce el flujo de sangre de algunas ramas arteriales. Y, finalmente, una hemorroidectomía, el gold estándar de todas las intervenciones y con una tradición de más de 200 años. Esta última es una operación que se realiza bajo anestesia, y está indicada cuando fracasa el tratamiento conservador y las hemorroides son muy voluminosas e irreductibles, ya que se basa en extirpar el tejido excesivo que provoca el sangrado y la protrusión. Es la técnica más compleja en lo que a postoperatorio se refiere. «Hemos intentado minimizar la intervención con diferentes técnicas, pero hagas lo que hagas, siempre hay dolor», reconocía el cirujano.
Este tipo de intervención no se adapta a todos los afectados, pues algunos no quieren pasar por el dolor posterior. «Para ellos se han ido desarrollando técnicas menos efectivas a largo plazo, pero menos molestas. Ahí es donde entra el láser, la radiofrecuencia o las mucopexias, que simplemente consisten en devolver las hemorroides a su lugar, no en quitarlas», contaba el doctor. Con estas existe una mayor probabilidad de que haya que repetir el proceso en el futuro, pero son más fáciles de llevar.