Radiografía del humo de los incendios: «Puede haber plomo, mercurio o derivados del cianuro»
ENFERMEDADES

Algunos contaminantes presentes en el aire a raíz de estos eventos son hasta diez veces más perjudiciales para la salud que los provenientes de otras fuentes
21 ago 2025 . Actualizado a las 10:16 h.El humo de los incendios ha sido el tema de conversación en Galicia durante los últimos días. El fuego ha alcanzado a cerca de la mitad de los concellos en la provincia de Ourense y la población ha estado respirando aire de calidad «extremadamente desfavorable» en el territorio cercano a los focos. Una situación que todavía está lejos de terminar.
Los riesgos directos de los incendios se suman al impacto a largo plazo de permanecer en los espacios en los que han ocurrido. Las partículas que quedan suspendidas en el aire, sobre todo durante períodos prolongados sin lluvia, pueden alterar la salud pulmonar y resultan perjudiciales a nivel cardiovascular incluso décadas después de un incendio. Por esta razón, contar con mediciones fiables de estas partículas y de la calidad del aire es fundamental para prevenir esos problemas.
Cómo se mide la calidad del aire tras incendios forestales en España
En España, organismos oficiales como la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) establecen metodologías precisas para medir la calidad del aire. La primera utiliza el modelo Mocage, un sistema de transporte químico y aerosoles que genera predicciones georreferenciadas de contaminantes como las partículas PM10 y PM2,5, el monóxido de carbono, el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno o el ozono. Se publican dos salidas diarias, sobre las 4 y las 16 horas, con gráficos de concentraciones en superficie y un índice previsto de calidad del aire diario.
También dos veces al día, cuando están disponibles las salidas de Mocage, se elabora, a partir de sus predicciones horarias, un índice previsto diario de calidad del aire para cada uno de los dos días de predicción. «Un índice de calidad del aire es un valor adimensional, calculado a partir de valores de concentración, utilizando la información procedente de las directivas vigentes relacionadas con los distintos contaminantes atmosféricos. Con él se pretende resumir el estado de la calidad del aire», detalla un documento de la Aemet. A cada valor de concentración de un contaminante se le asocia otro valor, conocido como índice, perteneciente a una escala. Cada valor de esta escala lleva asociada una etiqueta descriptiva, como «buena» o «regular» y un color: morado, si la calidad es extremadamente desfavorable, rojo, si es muy desfavorable, naranja si es desfavorable, amarillo, si la calidad es regular, verde, cuando es razonablemente buena, y azul si es buena.
Por su parte, el Índice Nacional de Calidad del Aire sigue criterios similares. Para las partículas PM10 y PM2,5, se utiliza la media móvil de las últimas 24 horas. En el portal de Miteco también se especifica la práctica de comparar valores medidos, calculados o estimados con los niveles límite establecidos por legislación europea y española. A diferencia del índice de la Aemet, que es diario, el Índice Nacional proporciona valores horarios.
Qué significan las concentraciones de PM10 y PM 2,5
El doctor Carlos Baeza, neumólogo y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), explica que la sigla PM hace referencia a «toda la parte de la contaminación atmosférica que no es un gas. Hablamos de material particulado. Dentro de este grupo hay partículas de muy diferente composición química. Cuanto más pequeñas sean, tienden a ser más perjudiciales para la salud respiratoria y la salud en general, porque penetran más fácilmente en las vías respiratorias».
Las PM10 son partículas en suspensión de hasta 10 micrómetros de diámetro, en otras palabras, miden menos de la millonésima parte de un metro. Estas sustancias ingresan al organismo a través de las vías respiratorias superiores y bronquios y no son inocuas. Se han asociado a broncoespasmos y patologías irritativas de la mucosa y los tejidos pulmonares. Por esta razón, la Unión Europea establece un valor límite diario de 50 microgramos por metro cúbico, que no debe superarse en más de 35 ocasiones al año. También hay un límite anual de 40 microgramos por metro cúbico.
Las PM2,5 son partículas de menor diámetro. Miden hasta 2,5 micrómetros y, gracias a este reducido tamaño, penetran más profundamente en los pulmones e incluso acceden al torrente sanguíneo. Se consideran más peligrosas, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda límites aún más estrictos para ellas, de 15 picogramos por metro cúbico. Además, cuando se alcanza una concentración alta de estas partículas, el Índice de Calidad del Aire (ICA) puede categorizar el ambiente como «malo», «muy malo» o «extremadamente malo», indicando que existe una situación de alto riesgo para la salud de la población.
Qué contiene el aire tras la ola de incendios en Galicia
Como explica el doctor Baeza, «al producirse la combustión de los vegetales o de lo que se está quemando, la ceniza libera un montón de partículas al ambiente. Entonces se elevan muchísimo los niveles de partículas de 2,5, de 10 y otras. Cuando se produce un incendio, hay un aumento grande, pero es que luego, además, esas partículas se quedan suspendidas en el aire y durante días o semanas, incluso después de haber acabado el incendio, suponen un empeoramiento notable de la calidad del aire de una zona. Además, esas partículas acaban posándose en el suelo, pero luego se hace viento, el viento las vuelve a suspender».
Según las últimas informaciones disponibles, la calidad del aire en zonas como Lugo y Ourense ha sido calificada como «pésima» por MeteoGalicia. Se registraron concentraciones elevadas de PM10 y PM2,5, además de gases generados por la combustión de masa forestal, madera y materia orgánica, como monóxido de carbono o dióxido de carbono, generados en grandes cantidades durante los incendios de los últimos días. De hecho, según el Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS), la actividad de incendios sin precedentes en comunidades como Galicia y Castilla y León han elevado las emisiones de carbono totales a nivel nacional, que por esta razón han alcanzado el número más alto desde que este servicio tiene registros.
«Además también se dispersan otras partículas, como son los compuestos orgánicos volátiles, que comúnmente se llaman VOC y que son irritantes para las vías respiratorias. Luego, dependiendo de lo que se haya quemado pueden aparecer otros tóxicos. Si arden casas o vehículos, se pueden liberar al aire trazas de metales como el plomo o el mercurio, incluso derivados del cianuro que pueden causar intoxicación», advierte Baeza. Estos compuestos orgánicos volátiles, como formaldehído y benceno, son altamente irritantes, tóxicos y en algunos casos se ha probado que son carcinógenos.
Este cóctel tóxico hace que el humo forestal sea especialmente nocivo. La exposición a ellos causa una irritación de los tejidos que se suma a la toxicidad por inhalación aérea con efectos tanto agudos como sistémicos. Se ha observado que las PM 2,5 de incendios forestales son hasta diez veces más perjudiciales para la salud que las provenientes de otras fuentes.
La Sociedad Española de Epidemiología (SEE) ha advertido este martes de que el humo de los incendios forestales está asociado a aumentos de mortalidad por causas respiratorias y cardiovasculares. «Los incendios forestales, además, contribuyen a la despoblación, en zonas ya muy afectadas por ese fenómeno, lo cual tiene también consecuencias directas sobre la salud de la población, como desplazamientos y desarraigos, pérdidas sociales, o menor acceso a servicios asistenciales sanitarios, entre otras», observan desde la SEE.
El impacto en la salud es inmediato y grave, especialmente para personas vulnerables. Pueden aparecer los siguientes cuadros:
- Irritación respiratoria inmediata: tos, picor de garganta y ojos, dificultad para respirar, fatiga, mareo, dolor torácico
- Agudizaciones en personas con enfermedades respiratorias crónicas (asma, EPOC): empeoramiento de síntomas, crisis asmáticas o de EPOC, ingresos urgentes, incluso insuficiencia respiratoria
- En personas sanas, incluso puede desencadenarse broncoespasmo o síntomas de intoxicación, e en casos extremos, asfixia, narcosis o pérdida de consciencia
- A nivel cardiovascular, las partículas diminutas pueden llegar al torrente sanguíneo, aumentando riesgo de arritmias y eventos cardiovasculares; hay estudios que asocian vivir cerca de incendios con un 5 % más de riesgo de cáncer de pulmón
- Además, se calcula que el humo causa 535 muertes anuales en Europa
Tanto las autoridades como los profesionales médicos aconsejan medidas concretas:
- Permanecer en espacios cerrados, utilizar purificadores con filtros HEPA, cerrar ventanas y puertas, sellar rendijas, usar aire acondicionado con filtros limpios.
- Si es necesario salir, usar mascarillas FFP2 o N95 bien ajustadas, aunque se recalca que filtran partículas pero no los gases.
- Monitorizar la saturación de oxígeno en personas con enfermedades crónicas; si baja de un 92 %, acudir a servicios médicos.
- Seguir las alertas y consultar aplicaciones o webs oficiales como la de Aemet para conocer la calidad del aire en tiempo real.
- Evitar la actividad física al aire libre, especialmente para personas sensibles, niños, embarazadas y mayores.
Si bien los efectos de estos contaminantes se producen principalmente de manera aguda, es decir, en el corto plazo, el doctor Baeza advierte acerca de la importancia de monitorizar la calidad del aire durante las semanas posteriores a los incendios, incluso una vez controlados los focos. «Porque toda esa contaminación que hemos hablado persiste en el ambiente y baja y se hace que el viento se vuelva a suspender en el aire. Entonces, debemos estar pendientes de la calidad del aire, consultarla a través del teléfono. Si la calidad del aire es mala, o notamos en el ambiente olor a humo, lo más prudente es intentar quedarse en interiores», aconseja.
«Aunque el incendio se haya producido en una zona más o menos lejana, no podemos confiarnos, porque a través del aire, esa contaminación puede viajar cientos de kilómetros. En el 2023, en Nueva York se registró el peor índice de calidad del aire del planeta y se debió en ese momento a los incendios que estaban ocurriendo en Canadá», ilustra Baeza.
En cuanto al uso de mascarillas, el experto hace hincapié en la necesidad de usar aquellas que contienen filtros para el aire. «Me ha llamado la atención ver en la televisión a gente que está en primera línea ayudando a apagar incendios y que lleva una mascarilla quirúrgica. Este tipo de mascarillas son muy poco útiles para protegernos. Lo que hacen es evitar que en nuestro aliento contagiemos a otro, pero para protegernos a nosotros mismos nos sirven. Hay que usar FFP2», subraya.