Pacientes gallegos prueban una nanobomba de insulina: «Estoy deseando que llegue el momento de bajar a la playa»

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

María José, diagnosticada de diabetes tipo 1 a los 26 años, es una de las gallegas que están probando una nueva bomba de insulina más discreta.
María José, diagnosticada de diabetes tipo 1 a los 26 años, es una de las gallegas que están probando una nueva bomba de insulina más discreta. MARCOS MÍGUEZ

El Chuac es uno de los primeros hospitales de España en implantarla. María José narra cómo este parche de veinte gramos ha cambiado su vida

09 jun 2025 . Actualizado a las 13:58 h.

Una persona con diabetes tiene que tomar decenas de decisiones cada día de su vida. Qué comer, cuánta insulina administrarse, si hacer ejercicio o no, cómo ajustar el tratamiento ante un resfriado o un cambio en la rutina. Es un esfuerzo constante y muchas veces invisible. Es algo que sabe muy bien María José, que a los 26 años descubrió, para su sorpresa, que era diabética.

«Me quedé alucinada porque soy espontánea y no tenía ningún antecedente familiar. De hecho, desconocía todos los síntomas de la enfermedad hasta que, cuando me la detectaron, vi que eran de libro. Llevaba un tiempo largo adelgazando a pesar de que comía incluso más de lo habitual, bebía grandes cantidades de agua, pero me encontraba deshidratada e iba muchísimo a orinar. Cuando me hicieron la analítica encontraron el porqué de todo esto y mi vida cambió para siempre», relata.

Desde ese momento, ha sido testigo en primera persona de los pequeños —y no tan pequeños— avances de la ciencia en el tratamiento de la diabetes tipo 1, una enfermedad autoinmune que requiere la administración de insulina diaria para reemplazar la que el cuerpo ha dejado de producir. Esa insulina puede administrarse mediante inyecciones con jeringa o pluma, o a través de una bomba de insulina. «Comenzar a ser diabética desconociendo la enfermedad requiere ponerse al día con muchas cosas. Tras el diagnóstico, pasé cuatro días en el hospital aprendiendo a manejar la enfermedad. Da un poco de vértigo: hay que aprender a comer de nuevo, a contar raciones de hidratos, a controlarse constantemente, a pincharse la insulina», relata la paciente.

La primera persona que la atendió entonces fue la que, casi tres décadas después, sigue siendo su médica de referencia: Teresa Martínez, jefa del Servicio de Endocrinología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). Ella fue quien le recomendó por primera vez el uso de una bomba de insulina, cuando María José, con 41 años, se quedó embarazada. «Yo me hacía cuatro pinchazos diarios y manejaba dos tipos de insulina, además de controlar cada bocado y cada gramo de comida. Esa bomba fue un cambio radical en mi vida», recuerda María José.

La doctora Teresa Martínez, endocrina del Chuac, muestra la nueva bomba de insulina, pionera en España por su tamaño y tecnología.
La doctora Teresa Martínez, endocrina del Chuac, muestra la nueva bomba de insulina, pionera en España por su tamaño y tecnología. MARCOS MÍGUEZ

Han pasado trece años desde aquel momento y, ahora, otro cambio radical ha vuelto a llamar a su puerta. Una nueva tecnología ha llegado para seguir transformando su día a día. Y, de nuevo, lo ha hecho de la mano de su endocrina.

Nanobomba

Una bomba de insulina es un dispositivo electrónico que administra insulina de forma continua a lo largo del día, imitando de manera más precisa el funcionamiento de un páncreas sano. En lugar de depender de varias inyecciones diarias, la persona con diabetes lleva el dispositivo adherido al cuerpo, conectado a través de un catéter fino que introduce la insulina bajo la piel. La bomba proporciona dos tipos de administración: una dosis basal constante y pequeñas dosis extra (bolos) antes de las comidas o para corregir subidas puntuales de glucosa. Este sistema permite ajustar mejor el tratamiento a las necesidades reales del organismo en cada momento, lo que se traduce en un mayor control glucémico, menos picos y bajadas bruscas, y más libertad en la rutina diaria. Aunque no cura la enfermedad, para muchas personas supone una mejora significativa en su calidad de vida.Ahora, una nueva generación de bombas está llamada a dar otro salto en esa dirección.

«Es la bomba parche más pequeña que hay en el mercado, de hecho, se llama Nano. Pesa solo veinte gramos llena de insulina, con doscientas unidades. Para poder compararlo, la que ahora mismo llevan más pacientes aquí pesa ciento veinte gramos. Además puede usarse sola o unida a un sensor que también es muy pequeñito. Hay otra ventaja, y es que con otros dispositivos el paciente tiene que decirle a la bomba qué va a comer y qué cantidades, pero esta tiene algo que se llama automeal, gracias al historial del paciente decide por él», comienza explicando Teresa Martínez con el dispositivo en su mano, casi tan discreto como un parche adhesivo.

La nanobomba de insulina pesa solo 20 gramos y se adhiere al cuerpo como un parche, sin necesidad de tubos.
La nanobomba de insulina pesa solo 20 gramos y se adhiere al cuerpo como un parche, sin necesidad de tubos. MARCOS MÍGUEZ

Esta nueva tecnología se completa con una aplicación en el teléfono móvil que se comunica constantemente con la bomba, enviando y recibiendo datos en tiempo real. A partir de esa información, un algoritmo de aprendizaje—entrenado con los patrones del paciente— se encarga de ajustar automáticamente las dosis de insulina en función de lo que el cuerpo necesita en cada momento. Es un paso más para liberar al paciente de parte de la carga diaria que supone convivir con la enfermedad.

El Chuac es pionero en España en utilizar estos nuevos dispositivos. En todo el país, solo dos pacientes en Madrid y siete en Galicia lo llevan puesto en estos momentos, pero se espera que sus ventajas se puedan extender a más personas lo antes posibles, María José es una de ellas.

«El cambio que estoy experimentando con esta nanobomba es muy importante en cuanto a calidad de vida. La otra bomba que usaba era mucho más grande, tenía un tubo que iba insertado con una cánula para suministrar la insulina y era incómoda. Incluso a nivel estético porque se notaba te pusieras lo que te pusieras. El tubo me daba problemas porque más de una vez se me desenganchó sin darme cuenta. Estuviera donde estuviera, tenía que irme corriendo a casa para cambiar ese material», resume tras casi tres semanas de prueba.

Pero los beneficios no se quedan ahí. El nuevo dispositivo es resistente al agua y puede mojarse durante una hora a una profundidad máxima de dos metros y medio, una mejora que parece pequeña, pero que para muchos pacientes representa una gran diferencia. «Tener libertad para poder bajar a la playa es algo que solo valoramos los que tenemos que estar pendientes hasta de eso. Yo antes lo que hacía era desengancharme un rato y ajustarme la insulina para poder darme aunque solo fuera un baño, pero siempre tiene una parte de riesgo. Estoy deseando que llegue el momento», reconoce la paciente, que ya empieza a planear un verano más libre y menos condicionado por su tratamiento. La parte estética también es importante y el simple hecho de poder ponerse un vestido gracias al nuevo dispositivo es otra de las ventajas nada desdeñables.

Además del confort, María José ha notado mejoras en el control de su glucemia. «La bomba te da gran libertad porque cada paciente puede controlarse a sí mismo. Con el nuevo dispositivo noto, además, que estoy más estable y tengo menos picos de glucemias», explica satisfecha.

Para los profesionales, este tipo de avances suponen una esperanza real para reducir complicaciones a largo plazo. Para pacientes significan algo aún más valioso: recuperar un poco más de normalidad en su día a día.

Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez
Uxía Rodríguez Diez

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.

A Rúa, Ourense (1986). Coordinadora de La Voz de la Salud con una misión, que todos nos cuidemos más y mejor. La pandemia de covid-19 no solo la viví, también la conté en La Voz de Galicia. Mucho antes de todo esto trabajé en Vtelevisión durante casi una década como redactora, reportera y presentadora. Allí dirigí y presenté el programa Sana sana, sobre sanidad, bienestar y nutrición.